Recibo en el correo electrónico el libro «Manual básico de seguridad informática para activistas: Una guía para proteger nuestros ordenadores y a nosotras mismas, hacer frente a la represión y crear una cultura de la seguridad», de la mano del compa editor, cuyo pseudónimo es Mënalkiawn (palabra que en lengua mapuche significa «Caminar en libertad»).
Este, a mi parecer, pedazo de aporte y de curro, contiene abundante información sobre distintos aspectos del uso de Internet y el cómo reforzar nuestra seguridad en la misma adoptando medidas que nos permitan, con un poco de práctica, ocultar la IP, encriptar nuestros mensajes y conversaciones, fortalecer nuestros cortafuegos, borrar archivos de manera total y segura, evitar dejar rastros al navegar etcétera.
Antes de nada, en el e-mail se solicita una especial mención a un compañero recientemente fallecido, al que va dedicado el libro y que añado a continuación:
«Durante el proceso de elaboración de esta guía, la noticia de la muerte de un compañero y amigo sacudió los corazones de todas las personas que tuvieron el privilegio de haberle conocido. Su nombre era URI CABALLERO. Así que este libro está dedicado a su memoria. Y aun sabiendo que ni con mil libros más podríamos honrarle como se merece, esta es nuestra manera de negarnos a despedirle ya que siempre estará con nosotrxs… Larga Vida Uri, Mai t’oblidarem!!»
En un mundo que se parece cada día más a aquella distopía orwelliana, donde la intimidad no existe y maderos, cámaras de videovigilancia y servidores de red almacenan y vigilan nuestros pasos y datos en la red y en la calle, cubrirnos las espaldas es cada día más importante. Crear, mantener y actualizar una cultura de la seguridad y el anonimato es tarea de todxs. La mayoría de espacios web que la sociedad utiliza diariamente con total normalidad y frecuencia forman parte de un entramado corporativo orientado al control y etiquetado de las usuarias. En esta sociedad la información es poder, y por lo tanto una mercancía muy valiosa sujeta a una lógica de mercado. Entidades fantasma almacenan y venden nuestros datos personales, nuestros gustos, nuestros miedos y los de las personas con las que nos relacionamos, para crear más campañas de márqueting, y aprender a manipular nuestros deseos con más sutileza y eficacia. Es triste, pero hay computadoras que saben más de nosotrxs que muchxs de nuestrxs colegas. Además, brigadas policiales especializadas meten su hocico porcino (con perdón a lxs cerdxs, animales adorables que no merecen ser comparadxs con maderos) en nuestros correos electrónicos, en nuestros perfiles de redes sociales y en nuestras conversaciones de chat; Direcciones IP actúan como un geolocalizador delatándonos… Y nosotrxs nos convertimos en cifras atrapadas en la red.
Si utilizamos la tecnología para nuestros objetivos, para poder comunicarnos y difundir con rapidez contenidos e información sobre la lucha y revueltas que se desarrollan en todo el planeta contra este sistema podrido, entonces debemos aprender a usarla.
Si tomamos medidas para seguir siendo invisibles en nuestros ataques a sus estructuras, tapando nuestro rostro y no actuando con nadie que no esté entre un círculo exclusivo de personas afines y de confianza, tampoco podemos dejar migajas de pan que lleven a los maderos hasta nosotrxs cuando usamos Internet. Aprendamos a autodefendernos de sus intrusiones, tomemos Enoch una vez más y cortocircuítemos la máquina volviéndonos silenciosos, fieros y eficaces en lo físico y en lo virtual.
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