Recojo de Abordaxe! y traduzco las siguientes crónicas de la manifestación que el pasado sábado 28 recorrió las calles de Compostela por la noche, de manera espontánea, en un bloque vestido de negro que afilando hoces, portando antorchas y con el rostro cubierto, amenazó al poder patriarcal y a cualquier machito que intente aprovecharse de él y perpetuarlo. Se leyó un manifiesto al final. Adjunto a un vídeo de la manifestación, que terminó sin incidentes reseñables (es bien sabido que los machitos sólo abren la boca y levantan la mano cuando las mujeres no van en manada ni están preparadas para partírsela):
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Alrededor de medio centenar de mujeres recorrieron en la noche del sábado 28 las calles de Compostela para denunciar las «agresiones machistas que las mujeres viven de noche». Bajo el lema «Devolveremos hasta el último golpe», vestidas de negro, con la cara cubierta, y llevando antorchas, apostaron por lo que califican en un comunicado como una «estrategia de combate», rechazando la pasividad frente a las agresiones machistas para dar paso «a la rebelión y a la construcción de otras vidas posibles más vivibles y horizontales, donde entremos todas y donde tengamos todo». «La violencia patriarcal empapa la vida de las mujeres», muestras son los «baboseos», ser nombradas como «hijas de, compañeras de, madres de», «los abusos sexuales», «las palizas», «los feminicidios», «el etiquetado de la moda capitalista y patriarcal de los cuerpos de las mujeres a través de las tallas», «el masculino genérico» o incluso que «se nos mire mal por gritar». La movilización terminó en la plaza 8 de marzo con la lectura de un manifiesto.
Informa Irene Antelo para Abordaxe.
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Medio centenar de mujeres se movilizan para reivindicar en Compostela la dignidad de la rabia frente a las agresiones machistas.
· La protesta recorrió las calles de la zona vieja que concentran más bares y pubs de la ciudad para visibilizar las agresiones machistas que las mujeres viven por la noche.
· Vestidas de negro y con la cara cubierta, todas ellas advirtieron que no habrá tregua en la lucha feminista contra el sistema patriarcal.
Una movilización feminista, compuesta por medio centenar de mujeres, marchó por las calles de Santiago de Compostela en la madrugada del sábado 28 de mayo de 2016, bajo el lema «Devolveremos hasta el último golpe».
Vestidas de negro y con la cara cubierta, todas ellas advirtieron que no habrá tregua en la lucha feminista contra el sistema patriarcal. Al grito de «si tocan a una, nos tocan a todas», o «somos gordas, somos feas, somos putas violentas», la protesta salió de la calle Algalia de Arriba y recorrió las calles de la zona vieja que concentran más bares y pubs de la ciudad para visibilizar las agresiones machistas que las mujeres viven por la noche, empoderarse «para construir los espacios que queremos» y dignificar la lucha desde la rabia frente a las agresiones machistas.
«La violencia patriarcal empapa la vida de las mujeres», muestras son los «baboseos», ser nombradas como «hijas de, compañeras de, madres de», «los abusos sexuales», «las palizas», «los feminicidios», «el etiquetado de la moda capitalista y patriarcal de los cuerpos de las mujeres a través de las tallas», «el masculino genérico» o incluso que «se nos mire mal por gritar». Estos ataques machistas contra la dignidad de las mujeres culmina en los feminicidios y «es que no hay nada más claro en una guerra que los cuerpos de sus muertas».
Con hoces y antorchas en las manos, recorrieron las calles de la zona vieja – Rúa da Porta da Pena, Praza do Pan, Rúa de San Paio de Antealtares, Vía Sacra, Rúa Calderería, Rúa do Cardeal Payá, Praza Mazarelos y Rúa da Ensinanza entre otras- para terminar en la Plaza 8 de marzo donde se leyó un comunicado que arremetió contra el sistema patriarcal y defendió el valor de «tejer redes y alianzas, espacios donde los diferentes feminismos puedan cohabitar».
La movilización feminista apuesta por una estrategia de combate que pasa por «dignificar la rabia para romper con el lugar de víctimas» y situarse en el sitio de las que dicen que no, «no obedecemos, no nos callamos, no nos subordinamos». De este modo, desbotan la idea de la pasividad frente a las agresiones machistas para dar paso a la rebelión y construcción de otras vidas posibles «más vivibles y horizontales, donde entremos todas y donde lo tengamos todo».
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