Cuando Jose Mujica, presidente de Uruguay, dio su oportunista discursito antiglobalización en la ONU muchxs fueron lxs que brindaron al oír comentarios como «sacrificamos a los viejos dioses inmateriales y ocupamos su templo con el Dios Mercado. Él nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida e incluso nos financia entre cuotas y tarjetas la apariencia falsa de felicidad». Sin embargo, parece que nadie se dio cuenta, con el barullo de los aplausos, de que este hombre, ex-guerrillero tupamaro, cambió bastante desde entonces y en la actualidad se dedica a vender el país a multinacionales de capital extranjero encargadas de transformar bosques, ríos y montañas en mega-proyectos de infraestructura que obedecen a los mismos poderes financieros cuyo carácter de Dios en la gestión y control sobre la vida y sus elementos el bocazas había denunciado anteriormente.
Ante esto, una vez más, el pueblo tomó la calle para protestar contra el saqueo de los recursos y su privatización, contra la devastación del territorio y las políticas neoliberales promovidas desde las instituciones de una izquierda ya vendida a las sustanciosas sumas que el capitalismo promete a quien obvia el sufrimiento que causarán sus decisiones y aprende a pensar únicamente en términos de rentabilidad.
El siguiente panfleto fue recibido en el correo electrónico y enviado por lxs compas de ANA (Agência de Noticias Anarquistas) en su versión en portugués. Fue repartido por miembros de la Coordinadora contra los megaproyectos dentro de la Marcha por la defensa del territorio, el agua y la vida que se realizó el pasado 18 de octubre en la ciudad de Montevideo, y tras traducirlo lo dejo a continuación:
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Nuevamente salimos a las calles porque es donde debemos estar. Esta vez aunque la bandera vaen contra de todos los avatares del capital que día a día se multiplican, no es esta nuestra única causa, sino que también buscamos demostrar que ante las embestidas represivas y la criminalización de la protesta, seguimos firmes.
Los tentáculos del poder económico se multiplican y cada son más y más destructivos, con terribles consecuencias tanto en lo ambiental como en lo social. Manifestamos nuestra oposición a las empresas de megaminería, de puertos de aguas profundas, a la concentración de tierras, a la contaminación de los ríos, a las plantaciones de soja, a la deforestación, a la producción de gas y a las plantas de celulosas (industrias de celulosas). Estos megaproyectos alimentan el poder económico que enriquece a los ricos y empobrece a los pobres. Empresas que causan un daño irreparable en el tejido social, en nuestro día a día, en nuestra forma de vivir y de compartir, en nuestro crecimiento. También denunciamos la persecución, la intimidación y la represión.
Cuando los señores del poder en complicidad con el Estado maniobran juntos para callar a lxs que creen en una forma de vida diferente, sin poderosos que pretendan enseñarnos cómo tenemos que vivir, cómo tenemos que comportarnos, cómo educarnos, aparecen las leyes. Las leyes que siempre benefician al que tiene y al que quiere tener más aun. Leyes que pretenden establecer un marco legal como la ley de faltas para poder perseguir a quien se oponga al sistema. Eso es violencia. Mandar seguir a ciertas personas, amenazarlas, maltratarlas, como en los viejos tiempos, es violencia.
¡Contra todas las estrategias del poder y sus manifestaciones en nuestras vidas, salimos a las calles!
¡Fuera Aratirí y todos los megaproyectos!
¡La tierra no se vende, se defiende!
¡La vida no se vende, se defiende!
Coordinadora Contra los Megaproyectos