El pasado viernes, hace 3 días, la escoria neonazi volvió a destruir un espacio de lo común, un lugar para los movimientos sociales y populares en Cataluña, y que desde su okupación ya hace tiempo sirve a las necesidades y deseos de diferentes colectivos y proyectos políticos de lucha. En el lugar incendiado aparecieron además pintadas con simbología fascista (cruces célticas, esvásticas, el yugo y las flechas…) y amenazas de muerte contra los CDR y contra los grupos de izquierda independentista que utilizaban el citado espacio.
Aun con todas mis discrepancias (y simpatías, que también las hay) con la izquierda independentista en Cataluña y en general, resaltar que no es la primera vez que el fascismo trata de acabar con el trabajo y las alternativas que este espacio crea y ofrece, y el ateneo ya había sufrido otros ataques previamente. De todos modos tampoco debería sorprendernos a estas alturas que el fascismo pretenda acabar como sea con todos los espacios donde se busca proponer y experimentar alternativas a las relaciones de opresión que fomenta este sistema, o que, como es este caso, utilicen la coerción y el miedo como métodos para tratar de acabar con la voluntad expresa de gran parte del pueblo catalán de escindirse del resto del territorio español (un tema sobre el que ya expresé mi postura en otros textos y sobre el que se puede discrepar mucho en un debate aparte, pero sobre el que no creo que proceda extenderse ahora). Curioso (aunque en absoluto sorprendente) que los medios de comunicación, una vez más, hayan evitado por todos los medios posibles utilizar la palabra «terrorismo», a pesar de que los nazis prendieron fuego al local y amenazaron con el incendio viviendas cercanas, por no hablar de la posibilidad que existía de que hubiese gente dentro del local. Tampoco nos sorprende. El terrorismo sólo existe cuando lo que arde son las propiedades y el monopolio de la violencia sobre el que se sustenta el orden democrático y capitalista, patriarcal, etc. Cuando quienes atacan son el fascismo, todo se queda en una chiquillada. Un fascismo que mientras se llena la boca sucia de palabras sobre «ayudar a la población» (siempre que cumpla sus requisitos, claro, personas blancas, nacidas aquí, cisheterosexuales, a poder ser buenas españolas tradicionales) con el oportunismo de sus hipócritas campañas de caridad, que mientras habla de «crisis», de «precarización del pueblo», prefiere dirigir su fuego contra proyectos populares antes que contra las propiedades y símbolos de las entidades políticas y financieras que estrangulan a la población, aunque esto tampoco debería sorprender, pues ya dice el refrán que no hay que morder la mano que te da de comer, y todes sabemos que más allá de su estética pretendidamente «revolucionaria» no son más que el ejército de reserva, la fuerza de choque del capitalismo en tiempos de crisis.
A continuación, sigue el comunicado del colectivo del Ateneu Popular de Sarriá tras el ataque.
Toda la solidaridad con elles, y mucho ánimo y fuerza para las tareas de reconstrucción y recuperación del espacio que están llevando a cabo.
Ni agresiones sin respuesta ni fascistas con dientes.
Combatamos al fascismo en cada barrio, en cada pueblo, en cada ciudad, en cada esquina. Ni un sólo espacio de tranquilidad para el fascismo y sus soldaditos.
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*Contra el fascismo, ni un paso atrás*
Esta madrugada, por enésima vez, el Ateneo Popular de Sarrià ha recibido un ataque fascista, han quemado el espacio inutilizándolo y poniendo en riesgo al vecindario.
Desde el Ateneo, en lugar de quedarnos de brazos cruzados, convocamos una manifestación esta tarde para mostrar nuestro rechazo a esta agresión. Ahora más que nunca seguiremos de pié, actives y combatives. Nos desfalleceremos, la lucha antifascista continúa en Sarrià y en todas partes de los Països Catalans. De las cenizas del nazifascismo construiremos bastiones de dignidad colectiva para repetirnos una vez más,
¡NO PASARÁN, NO PASARÁN, NO PASARÁN!