Hace dos días, coincidiendo con las elecciones generales del pasado domingo 28, publicábamos en este blog un escrito que su autora nos había hecho llegar y donde explicaba sus motivos para ser objetora electoral, negándose de manera consciente y como un acto político de resistencia a formar parte de una mesa electoral para la que había sido convocada en su localidad, Cerdanyola del Vallés (Cataluña), con la correspondiente amenaza de un proceso penal en caso de que decidiese no acudir.
Ahora, otro compañero, esta vez de forma anónima, ha decidido compartir por e-mail este escrito suyo en la misma línea, intentando abrir un debate sobre la objeción electoral y su viabilidad como acto político afrontando las consecuencias desde un enfoque coherente con las ideas antiautoritarias. Por nuestra parte y aunque el texto mismo aclara que no se trata de imponer ninguna postura, también queremos remarcar que la intención no es repartir carnés ni dar lecciones de moral a nadie, sino incentivar un debate que independientemente de cómo afronte cada compañere la situación de ser convocade a una mesa electoral, nos parece interesante y necesario plantear y tener.
Gracias al compañero que envió esta segunda aportación y fuerza también para él y para todes quienes, haciéndolo público o de forma discreta, también se negaron a acudir el domingo.
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Tras el cansancio que me produce ver cómo el sistema es apuntalado constantemente, utilizando las herramientas que éste pone a nuestra disposición, me animo a escribir sobre la objeción electoral desde un punto de vista de alguien que no cree en el Estado, sus leyes ni utiliza sus herramientas.
El Estado no es un ente concreto que se encuentra en un lugar determinado y es perfectamente visible. Hay quien cree que luchar contra el Estado es sólo tirar piedras al ayuntamiento. Pues bien, el Estado es formado por aquellxs que lo sostienen. Si aceptamos las leyes y nos sometemos al chantaje, estamos fortaleciéndolo y aceptándolo como regidor de nuestras vidas.
Pero… ¿cómo celebra el sistema democrático su aparente participación colectiva? Pues induciendo a que votemos en sus elecciones, y obligando a acudir a sostener su festejo, si hemos sido seleccionadxs en el sorteo.
Es curioso que en el entorno anarquista, se entienda la abstención activa como parte de su lucha, pero… ¿qué pasa con la llamada a mesa?.
No ir a votar nos sale gratis, pero… ¿qué hay si no acudimos a las mesas electorales cuando nos obligan?
Claro… aquí no acudir sale caro, así nos lo comunican bajo amenaza de multa y prisión, por tanto la mayoría se conforma con acudir con la cabeza gacha o alguna indumentaria que refleje su descontento, y otrxs buscan una excusa para evitar acudir y que la ley les castigue.
Como anarquista me opongo a la automutilación, y decido no acudir, pero… si no acudo y pago un multón… ¿no estaría pagando-aceptando al Estado y enriqueciendo sus cuentas? Por ello creo que esta objeción a la mesa electoral, debe ir acompañada de insumisión a pena multa, la cual pretendo también llevar a cabo.
Con estas palabras no pretendo de imponer mi forma de pensactuar, pero sí pretendo abrir un debate y reflexión sobre lxs anarquistas y nuestra desvinculación con el sistema.