Más información sobre la problemática con ENCE-ELNOSA en Pontevedra, aquí.
El pasado sábado tuvo lugar, un año más, la manifestación en Pontevedra contra el complejo industrial ENCE-ELNOSA, una fábrica de celulosas (y la fábrica de cloro adjunta) situada en las inmediaciones de la ciudad, a apenas 2 kilómetros escuetos, en la zona de Lourizán, pegada a la carretera, a la ría y a las viviendas de muchas personas que deben soportar el mal olor y los riesgos para su salud que supone.
La mani tuvo que retrasarse un buen rato, puesto que a la hora indicada para su comienzo, en la Alameda de Pontevedra se encontraban apenas unas decenas de convocadxs (en Marín, según tengo entendido, el aforo fue incluso peor). Cuando, por fin, salió, discurrió sin el menor incidente, con una asistencia incluso menor que la del año pasado (ya de por sí escueta), y un desarrollo tímido, silencioso y obediente. Una vez que la marcha que salió de Marín y la que salió de Pontevedra confluyeron frente a la fábrica, el «espectáculo» continuó con varias consignas, mientras la policía se reía en la cara de lxs manifestantes, y lxs empleadxs de la fábrica hacían fotografías a la marcha. Tras ésto, se leyeron algunos comunicados, frente a una entrada al complejo que había sido «adornada» por el personal del mismo con pancartas con lemas tan demagogos como «800 razones para mantener la fábrica de ENCE en Lourizán, 800 trabajadores y trabajadoras de la comarca». Yo me pregunto hasta qué punto ha perdido la gente su noción de lo racional para creerse semejante propaganda. ¿Acaso debemos legitimar, siguiendo esa norma, a la policía, al ejército, a los que trabajan en mataderos, o talan bosques y valles enteros para la minería a cielo abierto, el fracking o para construir nuevos circuitos para su Alta Velocidad? Pues, desgraciadamente, el argumento de que «da trabajo» sigue siendo la mejor baza de esta empresa, ante una población que es capaz de destruir el planeta entero con tal de que, mientras lo hace, pueda «tener trabajo», porque como ya señaló un panfleto del grupo francés Libeludd (Libertarios Ludditas), vivimos en una época en la que no sólo no se combate la explotación asalariada con la contundencia necesaria, ¡sino que aun por encima dicha explotación se considera un privilegio y se agradece!
Finalmente, la mani concluía y la gente volvía a sus vidas, como si nada hubiese ocurrido, repitiendo, como un mantra, que «algún día» cerraremos esta fábrica, que «lo vamos a hacer» (aunque nadie sabe cómo, ni cuándo, ni tampoco es capaz de explicar sobre qué bases construye tan ingenua fé).
En cuanto a la mani en sí, no es por emplear la crítica fácil para atacar a lxs organizadorxs, pero me pregunto por qué, después de tantos años, seguís confiando en que la estrategia de la súplica al ayuntamiento y el paseo-procesión pacífico y en absoluto perturbador para el funcionamiento de la fábrica, darán resultado algún día. ¿Esperáis alguna clase de advenimiento mesiánico, algún milagro bíblico, o alguna otra epifanía pero de índole marxista o demócrata…?
No hay nada más cruel que la esperanza, decía una compañera y amiga personal. Nos pasamos la vida reproduciendo formas de lucha a todas luces fallidas, depositando nuestras expectativas en que «algún día» venceremos, en que «seremos más» y «cuando eso ocurra» (suponiendo que ocurra, porque ni siquiera nosotrxs sabemos cómo lograrlo) entonces «ganaremos»… Mientras, seguimos paseando hasta la fábrica una vez al año, sintiendo cómo se nos llena de impotencia el alma por ver frente a nosotrxs tan vomitiva estructura, y todo ¿para qué? ¿acaso esperamos que quien hasta ahora no se ha concienciado, lo haga de repente? ¿es que acaso creemos que por ir 100 veces en vez de 99, algo va a cambiar? ¿o es que nos sentimos mal con nosotrxs mismxs si no vamos, y por eso preferimos hacer el teatrillo lastimero de la mani, a pesar de que dentro de nosotrxs sabemos perfectamente que no sirve para absolutamente nada? ¿qué es la mani, además de un espacio para que toda clase de partidillos izquierdosos de payasxs socialdemócratas salvapatrias (BNG, Marea, y otros) puedan hacer campaña y promocionarse como lxs nuevxs «salvadores» de la humanidad? ¿refleja realmente nuestra rabia y nuestros deseos de que esa monstruosidad ecocida desaparezca de ahí, o sólo pretende dar lástima al empresario, a ver si de la congoja decide, por fin, escuchar y razonar?
Yo lo siento mucho, pero no creo en los milagros, ni tampoco en el destino. Últimamente, ni siquiera creo en aquello que soñadorxs de otro tiempo llamaron «revolución», porque como dice este poema de Bertolt Brecht:
Nuestras derrotas no demuestran nada
Cuando los que luchan contra la injusticia
muestran sus caras ensangrentadas,
la incomodidad de los que están a salvo es grande.
¿Por qué se quejan ustedes?, les preguntan.
¿No han combatido la injusticia?
Ahora ella los derrotó.
No protesten.
El que lucha debe saber perder
El que busca pelea se expone al peligro.
El que enseña la violencia
no debe culpar a la violencia.
Ay, amigos.
Ustedes que están asegurados,
¿por qué tanta hostilidad?
¿Acaso somos vuestros enemigos los que somos enemigos de la injusticia?
Cuando los que luchan contra la injusticia están vencidos,
no por eso tiene razón la injusticia.
Nuestras derrotas lo único que demuestran
es que somos pocos luchando contra la infamia.
Y de los espectadores, esperamos que, al menos se sientan avergonzados.