Machismo en la USC. Un profesor humilla y amenaza a una alumna por llevar «un escote excesivo» y luego se justifica.

Nota: En materia de género y especialmente en lo relativo a agresiones y actitudes machistas, personalmente pienso que no es lo mismo, o que la información (o mejor dicho, lo que transmite esa información, su contenido) cambia en relación a si la escribe, transmite o cuenta un hombre o una mujer. Dado que en esta sociedad patriarcal no partimos de la misma posición ni del mismo marco, me parece importante matizar que esta noticia está escrita por un hombre cisgénero que únicamente pretende transmitir un hecho que hasta ahora sólo se ha visto reflejada en los medios hegemónicos (opacos y sin espacio para la reflexión sobre los hechos) y reflexionar críticamente sobre ello, consciente de su posición.

En el post anterior de este blog, se publicó una noticia hablando del caso de 3 estudiantes de la Universidad de Santiago de Compostela que se enfrentan a una posible pena de 5 meses de prisión por participar en un escrache contra un profesor que protagonizó una polémica que dio la vuelta a todo el territorio ibérico por sus graves y reiteradas descalificaciones hacia las personas homosexuales, donde se aseguraba de dejar patente su recalcitrante homofobia.

Pues en paralelo a estos hechos, otro profesor de la USC, Luciano Méndez Naya, fue también noticia estos días, después de mostrar graves comportamientos machistas humillando y amenazando a una alumna. El profesor, en concreto, afirmó que le costaba concentrarse «debido al ruído de los bolígrafos y al escote de María», en alusión al escote que llevaba una alumna. La joven, consternada, protestó por el comentario, ante lo cual el profesor, lejos de retractarse y disculparse, replicó con que si iba a ir así a clase, se sentase en la última fila. Cuando esta alumna junto a otras personas que decidieron dar la cara por ella increparon al profesor por su actitud machista, éste dijo, dirigiéndose a la chica, que si fuese machista la golpearía en ese momento (una vez más, vemos cómo la violencia machista se reduce, incluso por parte de los propios agresores como es este caso, a los golpes y la violencia física más evidente, invisibilizándose el machismo y el sexismo presentes en muchas otras actitudes que pasan desapercibidas y son normalizadas).

Ante este hecho, la alumna, acompañada del grupo de personas que la apoyó, presentaron una denuncia y queja en el rectorado, ante lo cual se habría abierto una presunta revisión interna del caso, que hasta ahora sólo habría repercutido sobre la alumna, que ha sido cambiada de grupo, mientras que el profesor habría enviado un comunicado «pidiendo perdón a la alumna» pero que más que una disculpa, parece un patético e hilarante cúmulo de excusas con el que continuar justificando su deleznable comportamiento. El profesor habría pedido perdón a la alumna por amenazarla con darle una bofetada, pero ha atribuído su actitud «a la tensión del momento», debido a que según él la alumna no le llamó machista a secas, sino que le llamó «machista asqueroso», algo que el profesor explica que fue lo que le puso especialmente nervioso. Me pregunto si existe matiz más adecuado para complementar la palabra «Machista» que el de «asqueroso» aunque tal vez a este profesor los machistas no le den asco, y por eso se comporta como ellos, y reacciona tan agresivamente cuando alguien se lo señala.

Junto a esto, el profesor misoginia habría explicado su comportamiento y su comentario expresando su voluntad de abrir un debate sobre si la vestimenta de la alumna a la que agredió, por suerte, sólo verbalmente (aunque la amenazase con la violencia física) es o no «apropiada» para ir a la universidad. Pasando por alto el absurdo que supone que a estas alturas haya quien siga cuestionando la idoneidad de un determinado tipo de vestimenta femenina, tal vez para el profesor Méndez Naya sería mucho más adecuado que la chica llevase un vestido de la época colonial, bien apretado, discreto y recatado, para no desconcentrar al pene del profe (¡ups, qué confusión más tonta! quería decir a su cerebro). El profesor continuó su alegato reconociendo que no tiene inconvenientes en decir que un «escote excesivo» (sic) va a seguir «alterándole». Ante esto me surgen dos dudas; la primera, ¿qué es un «escote excesivo»? ¿quién define ese límite?, ¿existe una definición objetiva y general de «excesivo» que marque qué cantidad de escote puede llevar una alumna a las clases de este señor?; y la segunda, ¿es apropiado que ejerza la docencia una persona, por llamar de algún modo a semejante baboso de mierda, que reconoce su propia incapacidad para controlar sus impulsos debido a la excitación que le producen los atributos físicos de una mujer, pero que no sólo no la considera un defecto o un problema personal suyo, sino que aun por encima se reafirma en ella y la justifica?

Que cada cual saque sus propias conclusiones. Yo soy un tío cisgénero, no soy el apropiado para dar lecciones de nada ni para marcar los parámetros y condiciones que debe seguir la respuesta a este hecho, que por ahora se encuentra circunscrita a las autoridades académicas correspondientes, pero la absoluta indiferencia y tolerancia de la USC ante los comportamientos misóginos y homófobos de su personal docente no deberían ser pasadas por alto. Una comunidad que educa en valores como esos, ¿por qué se lleva las manos a la cabeza cuando se producen feminicidios, violaciones, y otras expresiones especialmente atroces y palpables de la violencia machista que nos rodea todos los días, a todas horas, sin ser noticia ni escandalizar a lxs hipócritas? ¿qué esperáis si las personas encargadas de la educación (y aquí no quiero entrar a exponer mi repulsa personal al sistema educativo y a todo lo que este implica, porque me parece que ese es otro tema) transmiten valores reforzando el Patriarcado y la Heteronorma?

El comunicado del profesor, de todos modos, finaliza con un alegato donde niega ser machista (el machote cishetero niega ser machista, ¡cómo no!, y tampoco vivimos en una sociedad patriarcal, ¡todo es mentira!), y dice confiar en que este tipo de hechos «no se usen para hacer espectáculo con temas tan serios como el machismo y la violencia machista», ya que considera que esto le haría perder credibilidad a una lucha feminista que considera «respetable y profunda». Negando su propio sexismo, y pretendiendo sentar cátedra sobre la gravedad de su actitud y sobre si esta debe o no ser tenida en consideración como una agresión machista y repelida como tal, el profesor termina de perfilar en mi opinión el cuadro estándar del típico machirulo.

No obstante, lo peor no es el machismo reincidente de este bocazas, sino la relativa inmunidad de la que, seguramente, acabará gozando cuando los trámites administrativos se resuelvan, puesto que un Estado como el «nuestro» prefiere a una caterva de misóginos y homófobos dando clase, a que las personas sean capaces de superar todas las falsas divisiones que marca la maquinaria del género y su terrorismo patriarcal y crear comunidades sanas, donde relacionarse de otra manera y no seguir alimentando la opresión y la discriminación arbitrarias.

¡Ninguna tolerancia al machismo!

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