Sigue a continuación un texto (extraído desde Portal Libertario Oaca y publicado originalmente por les compañeres del blog Noticias y Anarquía) que analiza brevemente las características libertarias y revolucionarias en el pensamiento de la compañera Silvia Federici, feminista autónoma italiana conocida por sus ensayos alrededor de las relaciones de dominación, la necesidad de un abordaje interseccional y anticapitalista del Patriarcado como sistema estructural y multiforme de control y opresión y sobre todo, por su ensayo «Calibán y la bruja: Mujer, cuerpo y acumulación originaria», un trabajo en mi opinión de lectura muy aconsejable y donde la autora explora la coincidencia entre el surgimiento de las primeras formas de capitalismo originario tras el feudalismo y el aumento del interés de la clase dominante por controlar la función reproductiva y el cuerpo femenino, y por invisibilizar toda la explotación subyacente de la mujer al organizar de ese modo la vida y las relaciones sociales entre los géneros, mostrando tal explotación y opresión como algo «natural».
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Silvia Federici es una feminista autónoma que ha desarrollado una profunda crítica a las relaciones de dominación. En ciertos manuales se le define como “marxista”, sin embargo Federici critica radicalmente el machismo sistémico en el marxismo y su visión desarrollista. Cuestiona a su vez el santo intocable del marxismo económico: la noción de Plusvalía. Para Federici la generación de plusvalía no es únicamente una relación del varón en la fábrica sino una construcción social opresiva desde el hogar. Dicho de otro modo: La plusvalía no se constituye únicamente desde el momento en que se marca tarjeta y se termina el turno sino desde el momento en que el trabajo reproductivo se desarrolla, esto es, lavado, planchado, cocinar y el cuidado de niños, niñas, ancianas y desempleados en el hogar, en donde no existe descanso ni vacaciones en la infinita lista de labores domésticas. El trabajo no es solamente ir a la fábrica o a la oficina sino prácticamente todas las relaciones vinculadas en la totalidad explotadora del capitalismo, en donde el trabajo de la reproducción constituye el trabajo más importante para que funcione la máquina: la producción de vidas humanas, mano de obra para la acumulación capitalista. Para la autora entonces las relaciones patriarcales en el hogar y en la reproducción no se les puede considerar solo «opresión» de las mujeres sino que también «explotación». Explotación que debe ser subvertida por relaciones libres en donde las comunidades dispongan de lo socialmente constituido tanto en los hogares como en otros ámbitos productivos.
De este modo Silvia Federici se encuentra en una potente sintonía con un comunismo anárquico de corte kropotkiniano. Un comunismo organizado desde las comunas mediante la concreción revolucionaria de las clases explotadas y oprimidas. Un comunismo sostenido desde los hogares, barrios, comunas, campos, fábricas y talleres en el que los aportes de todos y todas son igualmente importantes, en donde el «cada uno según sus capacidades» del comunismo anarquista de principios de siglo XX se potencia con las luchas de la economía feminista defendidas por Silvia.
N&A