Recibo en el correo el siguiente texto sobre los incendios forestales en Chile y su uso oportunista por parte del poder para sacar provecho recuperando el descontento (manejable e ingenuo) generado entre la población para afianzar sus propios intereses y aumentar el rechazo a las formas de resistencia y acción mapuches y/o antiautoritarias presentes en la región.
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Una mirada anárquica sobre los incendios forestales en la zona centro-sur de Chile y sobre los intentos del poder por sacar provecho apuntando a la subversión mapuche y anarquista.
Desde hace un par de semanas ha sido noticia en Chile la expansión de diversos focos de incendios en plantaciones del negocio de la industria forestal,en la zona centro-sur del país. Estos focos de incendio fueron extendiéndose por diversos territorios y han tenido como consecuencia un daño irreparable de diversos ecosistemas naturales y bosques nativos, alcanzando viviendas y produciendo la muerte de personas y un gran número de animales en lo que ya es un verdadero ecocidio que aun no se detiene.
Estos incendios forestales y sus consecuencias se han transformado en el tema que ha copado la agenda noticiosa de las últimas semanas, con la clase política, empresarial y la prensa (des)informando e imponiendo una versión sobre el origen de los incendios que omite –o deja en último lugar- cualquier responsabilidad por parte de las empresas forestales. A su vez, ante la magnitud de la catástrofe, varios grupos y organizaciones buscan apoyar a los territorios devastados y critican desde diversas posiciones la forma en que el gobierno ha abordado la problemática.
Como anárquicos, enemigxs de esta y cualquier sociedad, pero parte de un contexto que no podemos eludir con nuestro silencio, queremos propagar unas cuantas ideas para agudizar la crítica práctica contra la dominación hacia la tierra y quienes la habitamos.
I. Sobre lxs verdaderxs responsables
A pesar de la campaña comunicacional desplegada desde el poder, es un hecho que la responsabilidad de la catástrofe ecocida producida por estos incendios recae, principalmente y sin ninguna duda, en las forestales y su monocultivo de pinos y eucaliptos, protegidos y promovidos por el Estado para el enriquecimiento empresarial que devasta ecosistemas y comunidades.
Algunas organizaciones ambientalistas, con quienes coincidimos sólo en algunos análisis y datos -como la Red por la Defensa de los Territorios- sostienen acertadamente que los principales responsables de la catástrofe que enfrenta la región chilena están relacionados con el modelo forestal (neoliberal) que sustenta el Estado chileno a favor del oligopolio de las multimillonarias empresas, el cual se ha mantenido por más de 40 años. Esto ya que los focos de incendios, en su mayoría, han tenido su origen en plantaciones de monocultivos.
En un artículo, estas organizaciones señalan que “los efectos de las plantaciones de eucaliptos sobre las reservas de humedad del suelo comienzan a aparecer a la edad de 4 a 6 años, después de la cual el déficit de agua durante el año es similar al observado para un bosque maduro (FAO, 1987). Las tasas de transpiración difieren entre las especies de eucaliptos, fluctuando aproximadamente entre 20 y 40 litros/árbol/día (…) Las plantaciones forestales requieren una gran cantidad de agua para su desarrollo,por lo que, su impacto sobre la disponibilidad del recurso agua es especialmente importante en las zonas menos lluviosas de Chile”.
Señala la misma Red que «en Chile se estima que hay tres millones de hectáreas de plantaciones forestales en el centro sur, de las cuales unas setecientas cincuenta mil hectáreas (750.000) corresponden al holding CMPC cuya empresa principal es Forestal Mininco, controlada por el grupo Matte. La otra, concentra más de un millón doscientas mil hectáreas (1.200.000) que corresponde al Holding Copec – Antar Chile cuya principal empresa del rubro forestal es Celco – Arauco de Angelini, (…) Desde la Dictadura Militar hasta los gobiernos civiles, todos han defendido este empresariado, llamando desarrollo a la apertura de nuevos focos de extracción y servicios para la industria forestal, a las plantaciones forestales como bosques y llamando estado de derecho a la imposición de la voluntad empresarial a través de la represión y el terrorismo de Estado.»
Por su parte, el portal informativo «Resumen» señala que «las plantaciones de pinos y eucaliptos, las plantas de celulosa y toda la infraestructura vial y portuaria a su servicio son elementos que, a la vez de constituir el engranaje de un sustancioso y exclusivo negocio, representa la explotación de los territorios que ocupan y el empobrecimiento de sus comunidades.”
Con todo esto, a pesar de sus esfuerzos por desviar la atención, es claro quiénes son lxs verdaderxs y principales responsables. Pero aun hay más.
II. El poder y sus esfuerzos por sacar provecho a la situación.
En medio de este contexto, junto a los tradicionales llamados a la unidad nacional y el alineamiento social de las personas y el Estado bajo un mismo interés, desde sectores ligados al poder político y económico se ha intentado propagar la tesis de que los incendios forestales y sus consecuencias han sido causados por grupos mapuches o anarquistas “terroristas”, dirigiendo el foco de atención lejos de las empresas forestales y apuntando a los ya no tan nuevos enemigos internos del Estado Chileno. Los medios de comunicación masivos, fieles a su rol de cómplices del poder amplifican tales tesis. El gobierno ha descartado públicamente la participación de tales grupos luego de investigar, pero se refuerza de todos modos la idea del “fantasma del terrorismo” como forma de explicar los problemas sociales y como modo de justificar la represión hacia la subversión mapuche y anarquista.
Ejemplo de esto ha sido la reciente detención de un comunero mapuche y de una persona de Santiago acusados de ser parte de una “escuela de guerrilla”. También han aparecido noticias en la prensa hablando sobre vínculos entre mapuches, anarquistas y ex miembros de organizaciones político militares de izquierda en relación a investigaciones sobre atentados explosivos/incendiarios y asaltos a camiones transportadores de dinero en el sur de Chile.
Por estos días también en el parlamento chileno discuten propuestas para la modificación de la Ley Antiterrorista, buscando ampliar las facultades para encerrar insumisxs e incorporando la figura del “terrorista individual”, evitándose así los acusadores tener que discutir si la persona inculpada pertenece o no a una organización catalogada como terrorista.
De esta manera, el poder busca sacar ventaja aprovechándose de la situación cuando las miradas de las masas enajenadas están puestas en los incendios y en aplaudir la acción de los aviones privados anti-incendios y a los burgueses que hacen sus hipócritas donaciones en medio del ecocidio socioambiental.
III. Por la necesidad de propagar la crítica y la acción radical contra la civilización y el poder.
Por nuestra parte, como anárquicxs-antiautoritarixs no nos interesa exigir ingenuamente al Estado que rompa con los intereses empresariales de grupos como Matte y Angelini, o que fiscalice, regule, limite o ponga fin al negocio de las forestales. Lo que nos interesa es propagar la crítica radical en torno a que el problema tiene raíces más profundas que el neoliberalismo, siendo consecuencia de la relación de poder sobre la naturaleza y la tierra entendida como una mercancía al servicio de los intereses humanos antropocéntricos, civilizados y capitalistas, visión que a lo largo de siglos y milenios ha intervenido, modificado y destruido ecosistemas y comunidades nativas, salvajes y ajenas a la mercantilización de la naturaleza bajo el nombre del “desarrollo” o “progreso”
No nos interesa exigir un cambio de modelo económico hacia uno menos «invasivo», de «menor impacto» o «sustentable», como se plantea desde el reformismo ciudadanista y legal.
Nos interesa destruir al Estado y toda relación de poder, volver a sembrar bosques nativos al mismo tiempo que potenciar prácticas de vida autónoma que no dependan del mercado, ni del Estado, ni de nadie que intente beneficiarse de nuestras vidas. Esto siempre de la mano del ejercicio de la acción directa en todos sus modos, incluido el ataque directo a las estructuras de la dominación, de la explotación y la devastación, sus responsables y cómplices en la sociedad.
No peticionismo. No legalismo. No delegación.
A deslegitimar los discursos del poder.
A responder el llamado de guerra contra el proyecto IIRSA
A potenciar las redes de autonomía y acción directa contra la civilización y toda forma de autoridad y dominación.
Algunxs anárquicxs.
Región chilena. Febrero 2017