Recibo y difundo en el correo electrónico este panfleto que han editado les compas de la Distribuidora Anarquista Ganzúa de Madrid, haciendo una reflexión crítica acerca de la financiación de proyectos antiautoritarios o centros sociales okupados con la venta de alcohol, y la clase de problemáticas que eso conlleva.
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Actualmente, la principal fuente de financiación de los centros sociales liberados es el alcohol, por la facilidad de ingresos que este da. Se acaba fomentando como única alternativa en lugar de ofrecer otras. Si se presenta una actividad política sin alcohol va mucha menos gente ¿Queremos cantidad o calidad? Si alguien no viene a una actividad política debido a que no se vende alcohol, me temo que no le preocupa demasiado esa actividad. Hay que analizar qué cultura de solidaridad se quiere crear en nuestras dinámicas y espacios.
Por comenzar por un punto en concreto, estaría bien analizar qué se pretende buscar con la apertura de un nuevo centro social en tu barrio o pueblo, ¿la diversión? ¿el goce? ¿la alienación? La mayoría de centros liberados, intentando dar de cara al público una alternativa tanto de ocio, como de estructura social, son los que ofrecen en cada evento seguir los parámetros que te impone el sistema, sólo que a precio reducido, perpetuando el ocio dirigido y alienante para la juventud. Buscando ser un referente de lucha y transformación social, es inconcebible la presencia de estas sustancias apaciguadoras de la lucha. Un centro que reivindique la destrucción del sistema, mientras se lucra con la destrucción del personal que acude a sus botellones, está condenado a perpetuar los esquemas y las prácticas de alienación. De nosotres depende si queremos fomentar una solidaridad activa basada en la lucha o una solidaridad pasiva basada en el consumo, principalmente de alcohol.
Por una autogestión libre de drogas.
¡MUERTE A LA DROGA Y VIVA LA ANARQUÍA!