Para más información, ver también: Boicot contra Dimensión Vegana · Contra el machismo y los privilegios en el antiespecismo
Después de que las compañeras del bar vegano La Oveja Negra de Madrid hiciesen público un comunicado en su perfil dentro de la red social Facebook donde señalaban y denunciaban las actitudes machistas y de desprecio de Javier Guarascio (conocido por su proyecto de cocina y recetas Dimensión Vegana), fuimos muchas las personas que desde entornos libertarios, anarquistas y/o antiautoritarios, nos solidarizamos con ellas, difundimos sus palabras y en algunos casos añadimos palabras propias de apoyo y de rechazo hacia este sujeto y su comportamiento.
En respuesta a ello, se ve que Javier, obcecado como de costumbre en su inexpugnable egolatría, en lugar de sentarse a recapacitar y a intentar ver por qué todas esas críticas dirigidas contra su persona, ha optado, de nuevo, por el insulto fácil (y misógino), llamando a las compañeras de La Oveja Negra «piojosas patas sucias» (me pregunto si Javier habrá comprendido ya que es misógino y machista cuestionar la higiene de una mujer en relación a la cantidad de pelo que tenga en su cabeza o en otras partes de su cuerpo), además de aprovechar para atacar también a les anarquistas, a los que se refiere con lindezas como «perrosflauta magufos y anarquistas», «reverendos pelotudos», «anarcoidiotas» o «kilomberos tirapiedras». A continuación, siguen algunos pantallazos de sus perlas que he recibido por e-mail.
También se añaden otros donde le dice a una compañera que difunde los comunicados señalando sus actitudes «ay que pesada nena chupamela» (envía a chuparle la polla a las chicas que le señalan sus actitudes pero si le llamas machista se ofende, ¿Sabes?).
A mayores, a otres dos compañeres que le increparon por su misoginia en el tablón de comentarios de un post donde Guarascio difundía una de sus recetas, también les insultó, en concreto a él le dijo «tú lo que quieres es que te llene de leche pero te vas a quedar con las ganas» y a ella, a continuación, la insultó llamándole «fea» (sí, fea, así, a secas, por si no nos parecía ya lo suficientemente patético).
De todos modos, para ser honesto, no es mi intención comentarlas una a una porque aunque argumentos sobran me parece un poco contradictorio considerar banales e insignificantes sus lloriqueos por Facebook y al mismo tiempo seguir parándonos a responderle. Ya se le ha respondido y su actitud sigue siendo la misma, agresividad, insulto y prejuicios machistas, clasistas, capacitistas, etc. A estas alturas, creo que lo que nos queda es el veto inmediato en cualquier espacio afín o que comprenda la liberación animal con un enfoque interseccional y que contemple y combata también las demás formas de opresión. Todo lo demás, cualquier esfuerzo de réplica, aunque totalmente respetable según la paciencia y el ánimo de cada cual, me parece, sinceramente, una pérdida de tiempo. Lo que sí quisiera es visibilizar y mostrar estos comentarios, que me parecen graves, y lo suficientemente reveladores como para que las personas que todavía no han decidido retirar cualquier respaldo a este sujeto y su proyecto, lo hagan de una vez (o si no lo hacen, asuman que están apoyando deliberadamente a un misógino, maltratador, prepotente y autoritario).
En fin, Javier, simplemente nos reiteramos en lo que alguien ya te expresó por vía Facebook. Das asco, no sólo porque des cobertura a otros agresores, uses lenguaje misógino y antifeminista para referirte a las compañeras cuando te señalan tus privilegios y te instan a que revises tus actitudes, colaboras con la policía ejerciendo de chivato de la situación de indocumentado de tu ex-compañero y colaboras, dentro de tu trabajo de azafato de vuelo, con aerolíneas que deportan personas migrantes después de torturarlas en los CIE (y no vengas con que el azafato no elige en qué vuelos le embarcan porque eso no siempre es cierto y lo sabes), y ni siquiera por tu ego desmesurado y tus amenazas de muerte a las compañeras, sino sobre todo por la contradicción esencial de todo tu discurso y práctica, que te lleva a rechazar una opresión mientras potencias y te aprovechas y beneficias de otras. ¿Cómo puedes exigirle autocrítica y revisión de sus privilegios a las personas que comen carne o que participan de la explotación animal conscientemente cuando ni tú mismo eres capaz de hacer ninguna autocrítica ni de revisar los privilegios de los que disfrutas en muchos otros aspectos de tu vida? Eres escoria, debería darte vergüenza y nos alegramos de que cada vez más espacios antiespecistas te cierren la puerta en las narices. Porque ¡nosotres tampoco nos sentimos a gusto con tu presencia!
En fin, una consecuencia más de la falta de politización y de posicionamientos claros dentro del denominado «movimiento animalista» y del antiespecismo en general. Tal vez nosotres también debamos hacer algo de autocrítica y preguntarnos por qué esta clase de actitudes de mierda siguen encontrando su lugar dentro de una lucha que se supone que lo que persigue es un mundo libre de jaulas y libre de esclavos.
¡Guarascio, pardillo, tu boca en un bordillo!