La semana pasada, compañeres de Brasil escribieron un e-mail a la bandeja de correo electrónico de este blog proponiendo enviar una contribución escrita sobre la contrainformación anarquista para su lectura en el marco de un debate sobre ese mismo tema dentro de la Feria del Libro Anarquista de Sao Paulo. Tras escribir y compartir nuestra aportación, queríamos dejarla a continuación para que pueda también ser recogida por compañeres de otros territorios.
Desde algún lugar del maldito estado español queremos saludar la iniciativa de la Feria del Libro Anarquista de Sao Paulo y en particular a les compas por invitarnos a participar en la conversación sobre contrainformación que se propone, a través del presente escrito.
Aquí entre grupos de afinidad que venimos participando de diferentes maneras en la contrainformación anarquista en los últimos años, hace tiempo que tenemos debates sobre la viabilidad de esa herramienta. ¿Podemos realmente hablar de contrainformación?
Cuando hablamos de contrainformación, algunes compañeres entienden una intención de contraponer esa información “antagonista” y “rebelde” a la de los grandes medios y corporaciones de la información que son las agencias de noticias y los grandes grupos empresariales que controlan periódicos o cadenas de televisión. No obstante, ¿acaso podemos siquiera plantearnos comparar nuestro alcance con el de esos gigantes, cuyos mensajes, anuncios y visión de las cosas llenan el espacio social, las calles y los pensamientos de la población en las ciudades? No, y tampoco creemos que ese deba ser el objetivo. No podemos competir, pero creo que tampoco debemos aspirar a ello. Nuestros canales, nuestros mensajes, nuestros valores, nuestros desafíos, son otros.
Cuando hablamos de contrainformación tal vez no nos refiramos, entonces, a una competición entre nosotres y los grandes medios de masas en la que estábamos destinades a perder antes incluso de empezar, sino en la producción y desarrollo colectivos de herramientas para difundir acciones e iniciativas antiautoritarias y para compartir y articular redes de comunicación que permitan la expansión de los proyectos y que éstos puedan nutrirse de otras realidades en otros territorios del mundo pero donde se dan contextos o escenarios de conflicto de los que podemos aprovechar cosas o aprender. Quizá no se trate de enfrentar comparativamente las capacidades de los medios del enemigo, sino de dotarnos de medios propios que se complementen con las acciones y prácticas de resistencia y ataque que se dan en la calle. Y es aquí donde también podemos hacer hincapié. Puede que no podamos tener su poder de manipulación y control sobre la realidad de las cosas que les permite encerrar las subjetividades y hacer dudar al individuo de sus propias percepciones para lograr que crea que sus sentidos le fallan y que lo que tiene que creer es lo que le dice una maldita pantalla con elegantes mentirosos hablando en los telediarios, pero sí podemos, y deberíamos, potenciar nuestras propias estructuras comunicativas y amenazar todo cuanto hace funcionar esa estructura del engaño masivo. Las infraestructuras de telecomunicaciones, las sedes de los medios, las vallas publicitarias, las cámaras de vigilancia, los lacayos de la prensa que van como buitres (que nos disculpen las aves carroñeras) a buscar carnaza a las movilizaciones, huelgas y otras protestas colaborando luego en la represión y seguimiento de activistas y compañeres y no respetando la intimidad, la seguridad ni el espacio personal de nadie, son objetivos de nuestra rabia y son soportes para la creatividad de quienes salen a dejar sus eslóganes y plasmar su ira en la calle. Les situacionistas franceses ya nos enseñaron a aprovechar los soportes publicitarios e “informativos” del enemigo alterando el contenido. Se trata simplemente de tener imaginación y decisión.
La contrainformación como una propuesta más allá del intercambio virtual de noticias y comunicados, como una oportunidad para crear lugares comunes donde encontrarnos pese a las distancias físicas/geográficas, conocer diferentes experiencias y compartir herramientas, debates y aprendizajes, conscientes siempre de que Internet es territorio enemigo y de que su uso para este tipo de asuntos requiere de cautela y prudencia.
Para terminar, también nos parece importante reflexionar sobre la facilidad de los medios contrainformativos (sobre todo aquellos que funcionan en Internet como blogs, páginas webs, perfiles en redes sociales…) para caer en la lógica del espectáculo y perder su esencia, proporcionando informaciones que redundan en círculo sin construir nada, o que se pierden en la profundidad de debates para los cuales, tal vez, Internet no sea el lugar apropiado. Que cada cual lleve a cabo su propia autocrítica y que del intercambio fraterno/sororo surjan unos medios de comunicación anarquistas que sean espacios seguros y peligrosos para el poder y sus valores.
Saludos, ánimos y fuerza a todes les compas actives en el miserable Brasil de Bolsonaro y sus secuaces.
¡Viva la anarquía!