Campaña contra las casas de apuestas, la religión y el patriotismo en el barrio de Vallecas (Madrid)

Recibimos en el correo y difundimos los siguientes materiales de una campaña que se está llevando a cabo en el barrio de Vallecas, en Madrid, pero que puede (y debería) extenderse a otros territorios.

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La religión esclaviza

Siempre al servicio del poder, del orden establecido. Al lado de dictaduras y democracias, bendiciendo los cañones de los Estados. Insertada en lo más profundo de la sociedad, la religión se edifica como una institución que pretende controlar la sexualidad, los cuerpos, las mentes, el proceso de aprendizaje. Inyectan en los oprimidos discursos afines al Poder: las religiones imperantes son aquellas que reproducen el discurso de los amos, de los ricos, de los opresores. Poseedoras de ingentes cantidades de capital económico y parte del mercado, como recompensa por su papel en los engranajes de la dominación.

Porque una idea abstracta como Dios se impone a través de los distintos curas de cualquier pelaje, de la estructura de cualquier Iglesia, que sirve como mediadora y como cuerpo de especialistas que elabora los códigos de conducta y de moralidad al que los fieles deben postrarse. La idea de Dios, como cualquier abstracción impuesta por encima de los individuos, es un instrumento de este sistema, infectada por el virus de la autoridad.

Las nuevas religiones, sectas y demás esoterismos son más de lo mismo: fórmulas de consumo de lo sagrado nacidas de un capitalismo globalizador que busca nuevos mercados. De esta manera, la religión se recicla para buscar nuevos adeptos en los sectores de la población que desconfían de las religiones monoteístas imperantes, como el cristianismo en Europa. Todo discurso religioso se construye con cadenas.

Contra los pastores, contra los rebaños. Ni dios ni amo.

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El patriotismo esclaviza

El patriotismo es un sentimiento inyectado por los Estados (o las clases dominantes que pretenden la formación de un nuevo Estado) entre la gente, entre los oprimidos, para sumarles a sus causas y servirse a las “masas” para legitimar sus intereses. Toda forma de nación implica la conformación de un Estado, antes o después: es el lugar de llegada del camino de cualquier idea atravesada por la lógica de la autoridad; un Estado que se construya en torno a una cultura, una tradición y una serie de simbologías que convierten toda forma de saber colectivo en algo estancando, monolítico, cerrado que solo busca encerrar a los explotados y oprimidos en identidades ficticias que les vinculen con los intereses del Poder y enfrentar a los oprimidos entre sí. Toda nación es enemiga de la libertad.

Las banderas ondeando en los colegios y en los balcones, las selecciones nacionales, los carnés de identidad, el relato del pasado y la historia transformados en justificación de la nación… El racismo y la xenofobia, el orgullo de pertenencia, los políticos, la prensa, los uniformes del ejército, la policía…. El patriotismo de izquierdas, el patriotismo de derechas, el patriotismo catalán, gallego, vasco, español, castellano, andaluz. Todo esto que en nuestro día a día circula tiene tras de sí la idea del sometimiento del individuo a una abstracción como la nación y ser diluido en imposiciones de identidades colectivas, como la nacionalidad. El patriotismo llega incluso a servir como instrumento movilizador de los pobres en las guerras de los ricos, haciéndonos olvidar a nuestro auténtico enemigo: los ricos y los poderosos.

DESTRUYE LO QUE TE OPRIME

VALLEKAS INGOBERNABLE

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LAS CASAS DE APUESTAS ESCLAVIZAN

Aquellos barrios donde el poder confina a los explotados, conocidos como barrios obreros, al igual que el conjunto de la ciudad, son espacios generados por el Poder, en constante cambio según intereses económicos de los explotadores –la especulación capitalista en forma de procesos como la gentrificación, la turistificación y en general todos los procesos de mercantilización que convierten la ciudad en una marca suculenta para los grandes inversores- y la necesidad de generar control social –la videovigilancia, la policialización de las calles, los controles racistas…- Estado y capitalismo operan una vez más en perfecta armonía.

Las casas de apuestas son solo una muestra más de cómo el capitalismo obtiene beneficios a costa de los pobres. Un ejemplo más de lo anteriormente dicho. Sus deslumbrantes luces, sus promociones en paradas de metro, radios, televisiones, eventos deportivos, ofertas en bebidas y famosetes en anuncios tienen tras de sí el hedor de la ruina de los explotados: obtienen sus millonarios beneficios anulando a los individuos y arrastrándoles a la dependencia y al servilismo, a perder sus hogares, a la desesperación e incluso a la muerte.

DESTRUYE LO QUE TE OPRIME

VALLEKAS INGOBERNABLE

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