Dejo a continuación el siguiente escrito, enviado por lxs compas de la revista antidesarrollista y libertaria Argelaga (quienes lo tradujeron del original en francés) de un panfleto distribuído en la ZAD de Testet tras el asesinato a manos de la policía del compañero Rémi Fraisse la noche del pasado sábado 25 de octubre.
Todo un llamado a la coherencia y a no dejarnos amedrentar, para que la brutalidad que el sistema aplica para intentar ahogar las energías revolucionarias de la gente se transforme en un motivo más para inflamar la rabia:
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La noche del sábado, en las obras del pantano de Sivens, hacia las dos de la madrugada, murió Rémi. A lxs que han estado presentes los seis últimos meses en el Testet, a quienes han estado en las batallas de la ZAD de Notre-Dame-Des-Landes, a todxs lxs que al menos una vez han estado a un palmo de los maderos, resulta evidente que esa noche no hubo ni error policial, ni “muerte sospechosa”. Se trata de un asesinato.
La noche del sábado, Rémi cayó muerto tras un largo día de enfrentamientos. La víspera, quienes se oponían a la construcción del pantano pusieron en fuga a los vigilantes de las obras, apoderándose del terreno e incendiando lo que allí había quedado. Al día siguiente, los gendarmes móviles llegaron para proteger un aparcamiento vacío. Aunque la muerte de Rémi fue constatada por los bomberos a las 2, los gendarmes siguieren disparando contra lxs manifestantes hasta entrada la mañana. Al revés de lo que dijo la prensa, numerosxs heridxs fueron atendidxs por lxs propixs manifestantes en la misma Zona A Defender. A lo largo del fin de semana, la gendarmería no dudó en disparar pelotas de goma apuntando a la cabeza, ni en lanzar casi a bocajarro botes lacrimógenos y granadas ensordecedoras. Durante las semanas precedentes de ocupación militar, los gendarmes repartieron leña a diario, multiplicando las encerronas. El domingo por la tarde, en Gaillac, el día de la primera concentración, habiéndose anunciado ya la muerte de Rémi, cuando todo el mundo esperaba que no se dejaran ver, esos mismos gendarmes cargaron y dispersaron a la gente con vehemencia.
Lo que le pasó a Rémi habría podido pasarle a cualquiera, en el Testet o en otro lugar. Eso sí, a cualquiera que ese día mostrara determinación a la hora de practicar sus ideas al respecto. Así pues, ese día murió un muchacho y poco importa que fuera “pacifista” o “radical”. La noche del sábado se hallaba en la colina protestando contra la zona militarizada tratando de hacer retroceder a los maderos y las máquinas.
El domingo por la tarde dijeron que Rémi era pacifista y que quienes participaron en los enfrentamientos eran anarquistas. Tales afirmaciones no se pueden tolerar. Decir estas cosas significa volver a las viejas divisiones y hacerle el juego al orden policial. La fuerza de los movimientos como el No-TAV en Italia o en la ZAD de Nantes y de otros sitios, consiste en ser capaces de agrupar unas prácticas que en lugar de oponerse se complementan, pudiendo de esta manera asociarse y caminar hacia victorias tangibles y materiales. La inteligencia de la lucha precisamente reside en la capacidad de transformar lo que a menudo surge como diversidad de tono o rígidas divergencias en tensiones a discutir y replantear que permitan aunar fuerzas y energías. O sea, en extraer un máximo de fuerza de una multitud de prácticas.
La idea de una Zona A Defender se nutre de lxs forasterxs, por eso el “tú no eres de aquí” o el “nunca te habíamos visto antes” son una solemne tontería. Sin el apoyo masivo de mucha gente, la ZAD de Notre-Dame-Des-Landes jamás hubiera podido resistir a los maderos y las máquinas. La ZAD del Testet, igual que las demás ZAD, no es solamente un problema local, sino que lleva consigo una idea de la vida en lucha contra el desarrollismo, la ordenación del territorio y la propia existencia de la policía.
Ahora, hay que centrarse en la respuesta.
Cuando en el 2008 Alexis fue asesinado en Grecia por la policía, la protesta se extendió por todo el país. Cuando en el 2005 Zyad y Bouna murieron electrocutados al tratar de escabullirse de la persecución policial, hubo semanas de violentas asonadas en los suburbios franceses. Opinamos pues que no reaccionar significaría una derrota. No hay que dejar que el miedo se apodere de nosotrxs y nos reduzca a la impotencia. Están en juego nuestras vidas y nuestras luchas. Aunque el proyecto de pantano se paralizase o quedara provisionalmente parado, no por ello hoy podríamos cantar victoria.
Hemos escuchado frases como ésta: “cuidado, no hay que dejarse llevar por la ira”; o esta otra: “hay que andar con tiento”; o aún: “puede que dentro de poco el proyecto sea abandonado”. Esta manera de pensar la lucha no es de recibo. Habría que recordar a quienes hablan así que una vida vale mucho más que el abandono de un proyecto de pantano. La rabia que hoy nos invade no puede disiparse trayendo a colación cálculos administrativos o echando mano del miedo a que la masa se desborde. Ningún cálculo estratégico-mediático justificará jamás la represión de la cólera causada por la pérdida de un compañero. No importa que unxs hayan participado en la lucha contra el pantano y otrxs no. La reacción que ha de desencadenarse ahora sobrepasa con mucho el carácter local de la protesta. Ayer ya hubo manifestaciones por toda Francia y esto es sólo el comienzo.
No importa lo que diga la autopsia. No importa lo que digan los medios de comunicación. La verdad la conocemos todxs y no necesitamos otra: los maderos han matado a Rémi.
No queremos hacer de Rémi un mártir; de lo que se trata es de aprovechar su muerte para impedir toda marcha atrás. Salir victoriosxs de la lucha es hacerse cargo de la situación juntxs de nuevo. Primero, dando vida a lo que empujó a Rémi y a otros miles hacia las verjas, y acto seguido, demostrando nuestra capacidad de construir un movimiento.
Ahora, en cualquier parte, organicémonos.
A la vida.
A Rémi.