[Texto] ¿Y a ésto le llamáis vivir?, extraído de Machete #1

Tras traducirlo del inglés desde la web Anarchy in Italy, dejo a continuación este texto, tomado del número 1 de la publicación anarquista Machete, y titulado «¿Y a ésto le llamáis vivir?»:

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¿Y A ESTO LE LLAMÁIS VIVIR?

Levantarte al amanecer. Ir rápidamente a trabajar, usando algunos medios de transporte rápidos; en otras palabras, encerrándote en un lugar más o menos espacioso, generalmente con falta de aire. Sentado enfrente de un ordenador, tecleando sin descanso para transcribir las letras, la mitad de las cuales no habrían logrado ser escritas si lo hubieses hecho a mano. U operando en algún artefacto mecánico, fabricando objetos que siempre son idénticos. O sin moverte nunca más de unos pocos pasos alejados de un motor cuyo movimiento necesita ser garantizado o cuyas necesidades de funcionamiento necesitan ser monitorizadas. O, finalmente, permanecer frente a un telar, repitiendo los mismos gestos, los mismos movimientos, mecánicamente, automáticamente. Y esto durante horas y horas, sin cambiar, sin tomarse ningún descanso, sin un cambio de atmósfera. ¡Todos los días!

¿Y A ESTO LE LLAMÁIS VIVIR?

¡Producir! ¡Seguir produciendo! ¡Siempre produciendo! Igual que ayer, e igual que el día antes de ayer. Igual que mañana, si la enfermedad o la muerte no te ponen fuera de juego. ¿Produciendo el qué? Cosas que parecen inútiles, pero cuya superfluidad no estás autorizada a cuestionar. Objetos complejos de los que sólo tienes una parte, tal vez la más pequeña, en tu mano. Tan complejos que no tienes ni idea de todas las fases necesarias para producirlos. ¿Producir? Sin conocer el destino de tu producto. Sin tener la capacidad de rechazar el producir para alguien que no te gusta, sin poder mostrar ni la más mínima iniciativa individual. Producir: Rápidamente, velozmente. Ser una herramienta de producción que es estimulada, pinchada, sobrecargada, desgastada hasta el punto del agotamiento total, hasta el punto donde ya no puedes aguantar más.

¿Y A ESTO LE LLAMÁIS VIVIR?

Comenzar la caza de consumidores por la mañana. Perseguir, atrapar al “buen cliente”. Saltar del metro al coche, del coche al autobús, del autobús al tranvía. Hacer quince visitas al día. Teniendo una gran cantidad de problemas para sobre-estimar tu mercancía y gritarte a ti mismx el ronco desprecio de lxs demás. Rumbo a casa tarde en la noche, sobreexcitadx, hartx, sin descansar, entristeciendo a todxs lxs que te rodean, careciendo de cualquier vida interior, de cualquier impulso hacia una mejor existencia ética.

¿Y A ESTO LE LLAMÁIS VIVIR?

Pudrirse en las cuatro paredes de una celda. Sentir el desconocido futuro que te separa de los tuyos, o de aquellos que, al menos, tú consideras los tuyos, a través del afecto o de la comunidad de riesgos. Si te condenan, tener la sensación de que tu vida se te escapa, que no puedes hacer nada más por determinarla. Y así durante meses, durante años enteros. No ser capaz de luchar nunca más. No ser más que un número, una burla, un trapo húmedo, algo regulado, monitorizado, espiado, explotado. Todo ésto a un grado mucho mayor que el de las consecuencias del “crimen” cometido.

¿Y A ESTO LE LLAMÁIS VIVIR?

Llevar un uniforme. Durante uno, dos, tres años, repitiendo sin final el acto de matar a otros individuos. En la exuberancia de la juventud, en la explosión plena de virilidad, ser encerrado en inmensos edificios donde sales y entras en determinados tiempos que tú no controlas. Todo ésto para enseñarte cómo manejar herramientas entendidas para quitar la vida de otros seres completamente desconocidos para ti. Con el objetivo de prepararte para caer un día, asesinado por algún proyectil llegado desde muy lejos. Entrenarte para morir, o para causar la muerte, una herramienta robótica en manos de los privilegiados, de los poderosos, de los monopolistas, de los acaparadores. Cuando tú no eres privilegiado, ni poderoso, ni el poseedor de nada.

¿Y A ESTO LE LLAMÁIS VIVIR?

No ser capaz de aprender, o de amar, o de encerrarte en ti mismx, o de dedicar el tiempo a tu placer. Teniendo que permanecer bajo techo cuando brilla el sol y las flores esparcen sus fragancias en el aire. No poder buscar el sol del mediodía cuando el viento del Norte sopla helado y la nieve golpea los cristales de tu ventana; ni buscar el viento del Norte cuando el calor se hace sofocante y la hierba se seca en los campos. Siempre y en todas partes, golpeándonos con leyes, en limitaciones, en moralidades, en convencionalismos, en reglas, en jueces, en talleres, prisiones, barracones, en hombres y mujeres de uniforme que protegen, mantienen, defienden y ordenan cosas que humillan, y se interponen en la expansión del individuo. Y vosotros, sí, vosotros, “amantes de la vida”, portadores del incienso del «Progreso», todxs vosotrxs que hacéis girar las ruedas del carro de la «Civilización»…

¿A ÉSTO LE LLAMÁIS VIVIR?

Erick Drooker

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