Recibo en el correo electrónico la siguiente publicación, por parte de lxs compañerxs de Materiales por la Emancipación, y que repasa los conflictos actuales en México, donde las revueltas, saqueos, sabotajes, ataques explosivos e incendiarios a sedes del poder, boicot a los procesos electorales y resistencias indígenas, generan un escenario prometedor para la eclosión de nuevos procesos insurreccionales que vuelvan a abrir posibilidades:
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[…] Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Guerrero, Veracruz, Puebla, Baja California Norte[1]; así como otras regiones del confín territorial, han sido ejemplos claros de cómo los antagonismos se hacen evidentes cuando el despojo, la represión agudizada y el reforzamiento de los cercos de miseria, no son más tolerados por los explotados y desposeídos.
Una vez comprendido esto, la paz social ciudadanista y la sumisión, son encaradas y se extienden los conatos de rebelión. El proletariado organiza las necesidades de la lucha durante el desarrollo de la misma: acontece la toma de gasolineras e instalaciones de Pemex (la empresa petrolera en México), bloqueos a supermercados, bloqueos carreteros, expropiación de mercancías a camiones repartidores y regalo de las mismas –todo lo cual genera inmensas pérdidas económicas a los empresarios debido al freno a la libre circulación de mercancías, su sabotaje o reapropiación–, y lo que más sobresale en este acontecimiento: una movilización generalizada del proletariado cuya consigna se materializó en contra de las elecciones, abogando por el boicot a estas mismas.
Se han multiplicado en diversas regiones la quema de urnas electorales, el incendio y explosiones a sedes de todos los partidos, la agitación y la confrontación con las fuerzas represivas (que el Estado trasladó de los cuarteles militares a las calles, para asegurar el buen funcionamiento de la “fiesta democrática”); ante tal disrupción, el Estado desde sus tribunas y a través de sus orates, expone en sus medios de comunicación (con un tono chillón, patético e imbécil) la denuncia a todos los “salvajes y rijosos” que “interrumpen por la fuerza el proceso democrático que la constitución dictamina a través de la soberanía de la patria. Que nadie tiene el derecho de privar a los demás, a las mayorías de la facultad de decidir”. Todo ese conglomerado de patrañas, han sido acompañadas con el reforzamiento de las fuerzas del orden que ahora pululan patrullando todas las calles y a su vez, realizaron la labor de resguardar toda la mierda de urnas, casillas y módulos electorales.
El Estado capitalista y democrático no ha vacilado ni un momento en descargar la metralla y disparar con las tanquetas a todos los encolerizados que se han opuesto al circo orquestado donde impera la inmundicia (las decenas de detenidos, los heridos y muertos en esa jornada represiva dan muestra de ello).
Pero lo cierto es que hoy, poco a poco es más marcada la línea (o mejor dicho, sale a la luz), acerca de quiénes son nuestros enemigos de clase. Y sobre todo, cuáles son las estructuras que mantienen el sistema de dominación vigente. Se trate del PRI, PAN, PRD, MORENA, Partido Humanista, Nueva Alianza, etc. Queda claro que cualquiera de esos partidos (o alguno nuevo que entre a ese juego burgués llamado comicios), no son más que embaucadores y cretinos, simples burócratas a sueldo que buscan ocupar puestos en la maquinaría del Estado, la misma que asesina, encarcela y tortura a diestra y siniestra a todos los rebeldes que escupen en la cara del burgués y confrontan a sus perros guardianes.
Más allá de eso, se desvanece el velo que demuestra que el gobierno y todo el tinglado de ratas detentadoras de las funciones del Estado, son parte del mismo partido del orden, el cual alberga en sus filas a los empresarios, magnates y opulentos que a diario nos explotan mediante el trabajo asalariado o nos echan a patadas para deambular en la precariedad, el desempleo y la supervivencia más vil. […]
Notas:
[1] La momentánea huelga interrumpida de los jornaleros en San Quintín, no pudo ser domesticada con un barato acuerdo en la mesa de negociaciones, por lo que dicha región se mantiene en pie de lucha y lo más importante: pone de manifiesto las contradicciones de clase, desde el hecho que demuestra quienes fungen en cada bando, hasta el cómo la burguesía hace llamados por “la unidad nacional” y “la defensa de la economía”, pretendiendo defender a capa y espada sus intereses, es decir la tasa de explotación sobre su tasa de ganancia.