El pasado 7-N tuvo lugar una manifestación feminista masiva en Madrid (acompañada por otras convocatorias más minoritarias pero no por ello menos importantes en otras muchas ciudades y localidades del Estado español) con el objetivo de seguir luchando contra el terrorismo machista que domina la sociedad patriarcal en la que vivimos, y de identificar dicha problemática como una cuestión de Estado, algo que, si bien sería discutible (pues muchxs creemos que el Patriarcado y el Estado capitalista son instituciones inseparables y simbióticas, y por lo tanto convertir la lucha contra el Patriarcado en una cuestión de Estado es una contradicción en sí misma), contribuye a visibilizar el Patriarcado como una forma de terrorismo sistemática, constante, y que se encuentra protegida, legitimada y organizada en torno a las normas y leyes misóginas que el Estado crea y defiende. Que el Estado y el Patriarcado sean instituciones interrelacionadas no quita la necesidad de que se hable de la violencia machista en los términos correctos.
Sin entrar a analizar dicha mani, pues yo, al no ser de Madrid y encontrarme bastante saturado, no pude asistir (y por Internet se pueden encontrar varias crónicas y valoraciones de las mujeres asistentes), me gustaría dejar un texto publicado en Eldiario.es y firmado por Barbijaputa (cuyo blog personal podéis consultar aquí, por cierto), y que en clave irónica, reflexiona sobre la manera en que muchas mujeres, y personas en general, tienen de entender la violencia de género como una cuestión exclusivamente centrada en las mujeres que la sufren en forma de golpes o de otras agresiones físicas más o menos visibles, pero que no la perciben en cuanto a sus formas más «sutiles» o normalizadas socialmente. Un texto que a mí personalmente me ha parecido brillante, y que plantea una reflexión necesaria que todxs deberíamos tener presente a la hora de revisar nuestros comportamientos y en palabras de Criss Crass, acabar con «esas partes de nosotrxs que nos asustan».
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¿Por qué no voy al 7-N?, por Barbijaputa
¿Por qué tengo yo que ir a una manifestación así? Es algo lejano, no conozco a nadie a quien haya matado su marido. Sé de alguna maltratada, pero también te digo que ella aguanta, ¿eh?, tan mal no estará. Que vaya ella. Es un problema sólo de algunas. Setenta asesinadas al año es terrible, yo no digo que no, pero ¿qué son 70 personas de 48 millones de españoles? ¿En serio una manifestación multitudinaria por 70 personas? ¿Y qué hay de los niños? ¿Y de los hombres? ¿Y de los linces ibéricos que se están extinguiendo? Es que hay que pensar más globalmente también.
Y apoyo el feminismo, ¿eh? porque creo en la igualdad, pero tampoco soy de ponerme intensa. Hay cosas más importantes y yo también tengo mis problemas. A mí me parece muy bien que se manifiesten, pero si van es que tienen el sábado libre. Yo, por ejemplo, no. Los niños no se cuidan solos, ni van ni vienen solos al parque. Tengo que trabajar diez horas al día fuera de casa para llegar y seguir trabajando dentro. Lavadoras, comida, plancha. Y eso que yo tengo a mi marido, que me ayuda. La suerte que yo he tenido ojalá la tuvieran muchas. Él llega después de todo el día trabajando y se pone a jugar con los críos y así yo puedo hacer las tareas tranquila. Hoy hasta me ha hecho la cena. Otras no tienen tanta suerte; sus maridos llegan a casa y se tiran en el sofá, yo no sé cómo aguantan.
Y lo de la violencia de género a mí es que gracias a Dios me queda lejos. Porque a mí no me ha puesto nunca la mano encima nadie, y que lo intenten, vamos. Algún novio he tenido que me ha humillado en público o que me ha hecho chantaje emocional, sí, pero ¿la mano encima? No, eso no. Eso sólo le pasa a las que son inseguras o qué sé yo. A mi marido nunca se le ocurriría, él de los gritos nunca pasa. Además también es que yo sé qué decir y qué no para que no vaya a más. Yo controlo muy bien la relación. Hay que saber. Hay que conocerse a una misma y al otro, y los límites de cada uno. Todos tenemos un límite. Yo el de mi marido nunca lo paso.
Pero vamos, que yo luego veo que a alguna la ha quemado o acuchillado el marido o el ex y digo, madre mía, cómo están las cabezas, cuánto loco. Me sobrecoge, lo paso fatal. Es más, me enfada. Siempre que el presentador dice en el telediario “el marido luego se ha suicidado” yo digo muy cabreada: “y no se podría haber suicidado antes, no”. Y mi marido igual, porque él es muy de estar en contra de las asesinadas… Alguna vez pregunta “pero, ¿por qué ha sido? ¿Ella qué hizo para tanta ira, por dios?” y yo le digo: “Qué más da lo que haya hecho, la pregunta es ¿por qué aguantaba?”. Vamos, que concienciada estoy.
Una cosa es que cuando somos pequeñas los niños nos tiren del pelo en la guardería, que eso es cosa de chiquillos, y otra cosa es matar a la gente. Es que he escuchado a mujeres decir que es violencia patriarcal y mira, no. A mi hija cuando se queja de estas cosas yo se lo digo, que si un niño le tira del pelo es que le gusta. Y se le pasa el enfado, por algo será. Hasta se pone contenta. Porque hay que saber también relativizar las cosas. Los hombres ya desde niños demuestran que sienten de manera diferente a nosotras, se comportan de otra forma, porque biológicamente es que somos distintos. Ellos son más de peleas y fútbol, y nosotras somos más sentidas, más cuidadosas y prudentes.
A mí lo que me preocupa es cuando mi hija crezca. Mis hijos menos, porque los chicos saben defenderse mejor, pero mi hija… Eso me da un miedo… porque hay mucho desaprensivo y se puede enamorar de cualquier loco, que locos hay muchos. O que la fuercen a hacer cosas que no quiere. Que yo he pasado muchos disgustos con ese tema. Muchos toqueteos que no quería y besos que no me apetecía dar y es muy desagradable. Hasta en el trabajo, ya de adulta y todo. Un compañero loco que tenía, que se enamoró de mí de tal forma que me hacía la vida imposible. Es que cuando te toca un plasta… eso sí es verdad, hay muchos hombres plastas. Y yo lo llevo bien, pero imaginar que esto también lo tengan que pasar mi hija, me puede. No lo aguanto. O que la violen. Tú imagínate. A una amiga mía la violaron de adolescente en una fiesta estando borracha. Bueno, esa amiga mía es que nunca supo beber, también te lo digo. Cuando nos lo contó, otra amiga dijo que a ella también, pero de ésa no estoy segura porque no denunció ni nada, además nos contó que fue su novio. A ver cómo puede violarte tu novio, si es tu novio. Nos dijo que ella no quería pero que él insistía e insistía. Y que acabó quedándose muy quieta y cerrando los ojos hasta que él acabó. Hombre, eso violar, violar, no es. ¿Quién no ha cedido a tener relaciones sin ganas con su pareja después de que él insista mil veces? ¡Anda que si yo denunciara a mi marido todas las veces que he cerrado los ojos al hacerlo mientras pienso “a ver si acaba ya y me deja en paz”! Pero lo que tampoco se puede negar es que ellos tienen más necesidad que nosotras de tener sexo, está en su biología, no es una construcción social ni nada.
Pero aun así, yo no tengo nada en contra de que haya manifestaciones, lo que no sé es por qué debería ir yo porque, como te digo, no conozco a ninguna mujer a la que haya asesinado su marido.