Ayer fallecía de un infarto Pastora González, dejando en muches de nosotres una sensación de vacío, de pérdida y dolor. Madre del compañero Xosé Tarrío, asesinado por la hidra penitenciaria tras pasar más de 15 años recorriendo todos los penales del Estado y sobre cuyas vivencias, fugas, motines y dignidad leímos en «Huye, hombre, huye: Diario de un preso FIES«, libro en el cual nos acercó y relató las brutales condiciones de les preses FIES (condiciones que, por supuesto, se mantienen en la actualidad, si cabe de forma todavía más duras, mientras los miserables carceleros se manifiestan para pedir más derechos porque, al parecer, «se sienten desprotegidos y amenazados»), Pastora también fue una luchadora, activa contra el sistema penitenciario, contra los maderos y picoletos, los jueces, los fiscales y los burócratas que se encargan de llenarlos, y contra la lógica de explotación y la desigualdad de clase que a través de la pobreza y la represión despedaza personas y comunidades y origina el delito.
Para aquelles que la conocimos, Pastora no solo fue una compañera, una amiga, también un abrazo y una inspiración para continuar peleando contra el monstruo penitenciario y los valores y discursos punitivos sobre los que se sustenta. Siempre con la puerta de casa abierta, cuidó y acogió, además de dar varias giras por Europa para presentar el libro de Xosé, traducido a multitud de idiomas, y de participar en las iniciativas que pudo, además de colaborar en la fundación de Nais Contra a Impunidade, asociación que sirvió de plataforma y lugar común para muchas madres que, como ella, habían perdido a sus hijes a causa de los malos tratos carcelarios o en cuarteles y comisarías, o cuyes hijes, si bien no habían muerto, se encontraban sufriendo una situación así. Fue precisamente a causa de su militancia en dicho colectivo que fue encausada, junto a otras madres, por interrumpir una jornada de fiesta de la patrona de la Guardia Civil en Arteixo para gritarles a la cara lo que habían intentado tapar y encubrir, que eran unos asesinos y denunciar junto a su madre la muerte de Diego Viña, asesinado por los picoletos en el cuartel de Arteixo. Finalmente, y tras un largo periplo de varios años cargado de trámites, negligencias, abusos, todas fueron absueltas. La lucha de Pastora, por supuesto, continuó… hasta ayer.
Mujer coraje, refugio y afecto, de gran corazón y al mismo tiempo de gran carácter, decidida e incansable, Pastora, como tantes otres, se fue sin poder ver cumplidos los sueños de ver envueltas en llamas prisiones, comisarías y demás centros y símbolos de represión y tortura, pero aquí continuaremos abriendo camino para que algún día todas las malditas jaulas no sean más que un asqueroso recuerdo. Todo continúa…
Aprovechamos para recordar que el próximo 1 de mayo, varias personas presas iniciarán una nueva huelga de hambre con una tabla de demandas y exigencias que se puede revisar haciendo click aquí. La solidaridad es fundamental. Que no se sientan solas.
Te vamos a echar muchísimo de menos, Pastora, gracias por todo y hasta siempre…