Recojo de Abordaxe! y reproduzco esta noticia informando sobre el ataque con pintura realizado contra el restaurante Casa Olga situado en la localidad galega de A Guarda y que se ha hecho «famoso» estos días en redes sociales después de que una vez más un cliente grabase en vídeo a la propietaria del local entonando el Cara al Sol mientras ondeaba banderas con el aguilucho en medio de una comida.
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Según informaron medios «alternativos» como el Sermos Galiza, esta noche desconocidas visitaron y atacaron con pintura de color rosa el restaurante Casa Olga (A Guarda), que desde hace algún tiempo (y especialmente en esta última semana) es famoso en las redes sociales por las continuas apologías franquistas hechas por su propietaria, que por lo visto gusta mucho de sacar a relucir «viejas glorias» entonando el «Cara al sol» y ondeando banderas y simbología fascista durante comidas y cenas en su establecimiento, cuyas paredes están además cubiertas de adornos relacionados con el enaltecimiento del régimen de terror del dictador Francisco Franco. Las desconocidas visitantes dejaron además una pintada, también de color rosa, que gritaba «1936-2016 Galicia no olvida».
Conviene recordar las declaraciones de Fernando Souto, presidente de la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica da Comarca da Coruña, y de las que el Sermos también se hacía eco recientemente en esta otra noticia, en las que lamentaba que la Ley de Memoria Histórica no haga alusión alguna a las expresiones públicas o privadas que enaltezcan el franquismo. A nosotrxs no nos sorprende, sabemos que el Fascismo y la Democracia son dos caras de la misma moneda, son el palo y la zanahoria con los que el sistema capitalista perpetúa su dominio, alternando el totalitarismo con la «permisividad» y la represión más sutil (pero igualmente atroz).
El propio Fernando Souto añadía en su declaración la siguiente pregunta: «¿Qué vamos a esperar de un Estado en el que la Fundación Francisco Franco es legal y en el que la Falange se presenta a las elecciones?». Nosotrxs respondemos: no esperamos nada. Son muchos los ejemplos en los que la permisividad del Estado español con respecto a elementos fascistas fue absoluta. El fascismo no se combate en las urnas ni se combate en los parlamentos, se combate en la calle, con la acción directa y la intransigencia como herramientas.