Recojo de Abordaxe! y traduzco del galego el siguiente artículo acerca del grave riesgo que supone para todo el ecosistema de la ría de Noia y sus alrededores el yacimiento minero de Lousame, cuya explotación ha sido retomada por la empresa «Tungsten Fins SL». A pesar de no compartir el enfoque legalista, centrándose en algunos casos en la legalidad o ilegalidad de los vertidos y no en el propio daño causado al ecosistema, me parece interesante a nivel informativo.
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La vuelta a la explotación del histórico yacimiento de estaño-wolframio de San Fins (Lousame), hoy propiedad de la minera «Tungsten Sano Finx SL» (Grupo SACYR) puede suponer una nueva amenaza ambiental para toda la ría de Noia. Ya en 2008 el reinicio de la actividad minera fue objeto de denuncia por no haber sometido a información pública el preceptivo Estudio de Impacto Ambiental. Ahora la empresa acaba de solicitar permiso a Augas de Galicia para verter en el medio alrededor de 1 millón de metros cúbicos anuales de aguas residuales mineras procedentes de las galerías inundadas y de la escorrentía de las escombreras.
Estas aguas residuales mineras, con elevada acidez y altos contenidos de metales pesados, serían vertidas (previo tratamiento) al arroyo de San Fins, que desagua en el Vilacoba y finalmente en la ría de Noia. A pesar de que la empresa insiste en que las aguas residuales que pretende verter cumplirán con los límites legales de contaminantes, las analíticas que maneja Augas de Galicia (y que figuran en la documentación del proyecto) dicen lo contrario: incluso a 1,5 km aguas abajo de la mina los niveles de Cd (Cadmio), Cu (Cobre) y Zn (Zinc) disueltos rebasan los límites máximos fijados en las Normas de Calidad Ambiental (NCA) del RD 817/2015. Y eso antes de que la mina funcione a pleno rendimiento…
Sin embargo la empresa asegura que el millón de metros cúbicos que verterá por el río abajo hasta la ría cumplirán con los niveles de calidad exigidos, para lo cual dispondrá de una balsa y de un sustrato filtrante con caliza para reducir el pH. Y el punto de vertido final llevará estas aguas hasta la vieja balsa minera actualmente llena de sedimento y con riesgo de derrumbamiento, sobre la que la empresa declina toda responsabilidad.
Hay precedentes históricos de graves daños a los ecosistemas fluviales por los vertidos de esta instalación: En los años ’50 del pasado siglo, la vieja balsa que aún existe en la actualidad y amenaza con derrumbarse en cualquier rato, quebró esterilizando la vida río abajo casi hasta Noia.
Altos niveles de metales pesados, que incluso multiplican por 8 los máximos legales
Frente a esta amenaza, en mayo de este año miembros de ADEGA se desplazaron hasta la mina de San Fins. Realizaron un muestreo de las aguas en 3 puntos: En la misma bocamina (Buenaventura), en la histórica balsa de lamas de 5 hectáreas que ya se había derribado en los años ’50 del siglo pasado, y aguas abajo del muro de esta balsa.
Los resultados son consistentes con los obtenidos por las analíticas en poder de Augas de Galicia y muestran niveles de Cd (Cadmio, sustancia peligrosa y prioritaria); Cu (Cobre, sustancia preferente) y Zn (Zinc, sustancia preferente), que incluso llegan a multiplicar por 8 (caso del zinc) los máximos establecidos en las normas de calidad ambiental (RD 917/2015).
Otros metales pesados cómo el As (Arsénico), Ni (Níquel) y PB (Plomo), muestran valores altos pero por debajo del límite legal.
Como es de esperar, se observa también una progresiva merma en la concentración de estos contaminantes desde la bocamina a la balsa y finalmente al arroyo, pero sin embargo 3 metales pesados, uno de ellos muy peligroso y de interés prioritario (Cd) siguen estando por encima de lo permitido para garantizar un buen estado de las aguas continentales. Incluso muestreos realizados por Augas de Galicia a 1,5 km aguas abajo de la mina, muestran aún altos valores de Cd, Cu y Zn.
Recordemos que estos metales pesados son bioacumulativos y tienden a concentrarse en los tejidos de los seres vivos a lo largo de toda la cadena trófica, por lo que sólo es cuestión de tiempo que acaben provocando alteraciones fisiológicas e incluso genéticas.
El riesgo cero no existe: la mina es una espada de Dámocles sobre la ría de Noia
Análisis San Fins
ADEGA reclama de la administración hidráulica galega la denegación de la solicitud de «Tungsten Sano Finx SL» para verter 1 millón de metros cúbicos de aguas residuales mineras cada año a la ría. La naturaleza de los afluentes que la explotación lleva vertiendo durante años al medio (que ahora pretende incrementar exponencialmente), y las ridículas medidas de contención, provocarán el lento envenenamiento de un ecosistema valiosísimo del que dependen millares de personas.
Y por muchas medidas de contención que se pongan, el riesgo de uno accidente nunca será cero. Teniendo en cuenta los precedentes históricos, cuando hace 60 años la vieja balsa que aún acumula millares de toneladas de lodos tóxicos quebró arrasando todo río abajo, este riesgo nunca podrá compensar los supuestos beneficios que la mina dejaría en la comarca. ¿Cuánto vale para la Xunta la seguridad y la salud de toda una ría?