Ahora que el nombre de María del Carmen Otero ha vuelto a salir a colación después de que fuese detenida junto al compañero Gabriel Pombo da Silva en el contexto de la denominada Operación Buyo en relación a la supuesta tenencia y adquisición ilícita de armas con el objetivo de montar una presunta «célula terrorista» en Pontevedra, y sobre todo viendo que algunas personas, con buena intención pero de manera muy precipitada, han calificado a esa mujer como «compañera» por el mero hecho de ser detenida junto a Gabriel, me ha parecido necesario e importante recuperar del olvido y traducir y difundir de nuevo este artículo, publicado en su día en el blog de los compas de Abordaxe! y que habla sobre la deleznable actitud de delación, chivateo y arrepentimiento que esta mujer tuvo durante el juicio por un hecho anterior, ocurrido en 2013, por el que fue detenida (en concreto, el lanzamiento de dos cócteles molotov contra el Club Financiero de Vigo). En aquella ocasión, no sólo trató de salvar su situación acusando a sus dos compañeros de ser quienes lanzaron los artefactos, afirmando que ella se limitó a ofrecer su vivienda para alojarles esa noche y a ayudarles a redactar el comunicado, sino que además se reconcilió y posó amablemente a la salida del juzgado para las cámaras de la prensa burguesa y embustera, sonriendo junto al empresario del Club Financiero y arrepintiéndose de todo.
¿Casualidad que nadie haya vuelto a saber nada de ella hasta ahora, que reaparece en estas circunstancias tan particulares? Que cada cual saque sus propias conclusiones.
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El caso a tratar tiene vistas de superar lo imaginable en lo concerniente a juicios contra supuestas activistas antisistema. Ya hace tiempo, pusiéramos en duda el señalamiento como anarquista de otra persona envuelta en esta trama, Xavier Omaña, de quien desconocemos, a estas alturas, por qué ahora no fue juzgado ayer, pero todo huele a chamusquina en este curioso caso, como el hecho de que la joven viguesa que acaba de «reconcialiarse» con los jefes del «Club Financiero de Vigo» (ver foto) había publicado en una red social y antes de su juicio una nota reivindicativa en la que reconocía la autoría de la acción, sin daño personal alguno (ver aquí) y que finalizaba con estas palabras: «Y es por esto por lo que me veo obligada a denunciar y hacer pública mi situación hasta ahora silenciada». «Porque sólo la solidaridad puede frenar su represión». ¡MARÍA ABSOLUCIÓN! ¡LIBERTAD PRESAS POLÍTICAS! y ¡AMNISTÍA!; lo que no apuntaba a lo que los falsimedios cuentan de lo que pasó ayer en los juzgados, entre otras cosas que habían sido los otros quiénes habían lanzado los cócteles y que ella sólo ayudó a redactar la carta de reivindicación del acto. Os pegamos aquí un compendio de lo publicado en los falsimedios:
«La activista Carmen Otero, que colaboró con otras personas para lanzar dos cócteles molotov contra el Club Financiero de Vigo en el 2012, y el entonces director del foro empresarial, Jesús Bahíllo, sellaron ayer una emotiva reconciliación a la salida de los tribunales. Entre sonrisas y algún abrazo, posaron juntos en una foto cuando terminó la vista por conformidad.
La acusada, natural de Bueu y vecina de Vigo de 37 años, llegó a un acuerdo de conformidad con la fiscalía y evitó la celebración del juicio, y agradeció a los empresarios su comprensión porque rebajaron su petición de pena para evitar que ella ingresara en prisión. Se enfrentaba a 11 años de cárcel por daños y fabricación de explosivos pero aceptó una condena de dos años por un delito de daños. Con tal rebaja, su ingreso en la cárcel quedó suspendido siempre y cuando la acusada hiciera frente a las cuotas fijadas por la indemnización y no volviera a delinquir en 5 años, «no va a ver ningún delito ni en ese ni en ninguno otro plazo», aseguró Carmen ante el tribunal. Además, indemnizará con 50 euros al mes durante 5 años al consorcio de seguros por la reparación. La Audiencia le concedió plazos para pagar esos 2.687 euros porque ella sólo cobra la ayuda del Risga. La vista por conformidad fue en la Quinta Sección de la Audiencia de Pontevedra, con sede en Vigo. La sala le aplicó el código penal más beneficioso.
A su salida de los juzgados, se mostró ante los medios satisfecha por el acuerdo alcanzado, agradeció el comportamiento del Club Financiero y se declaró inocente. Según dijo, «soy inocente desde el momento en el que cómo ciudadano tengo derecho a un trabajo y techo y cuando se te arrebata todo, la cabeza te lleva a reaccionar de una forma que nada tiene que ver con mi forma de ser, pacífica y sociable». Así, reconoció que «fue un acto desesperado y ahora toca asumir las consecuencias». Otero se considera «inocente» porque, según dice, fue impulsada a actuar así por culpa de la crisis, que ella define como «estafa financiera». «Multan al que revuelve en el contenedor de basura y no a otros», se quejó. «En esa época, yo estaba desesperada», se justificó. La activista anticapitalista estaba desempleada, sufrió una ruptura sentimental y pasó por un «mal momento».
Respecto al lanzamiento de los cócteles, en cuyas imágenes de seguridad aparecían dos hombres y ninguna mujer, dijo que «no participé directamente, fueron dos personas que en ese momento estaban en mi casa y les ayudé. Asumo una responsabilidad que no me corresponde». Aclaró que cargó con toda la responsabilidad del acto y aseguró que, en realidad, quien tiró el artefacto explosivo fueron los dos jóvenes a los que ella dejó dormir en su casa esa noche y a los que ayudó a redactar una carta de reivindicación del acto. «Yo no estaba allí esa noche, estuvieron dos jóvenes que ya se marcharon del país. Yo sé escribir y me pidieron ayuda para la carta. Éramos chicos de la calle en un momento malo pero no había ninguna organización detrás. Se nos ocurrió poner ADAI, un nombre inventado. Esa organización no existía, ni existe, fue inventada en ese momento. Fue una obligación porque se le atribuía a otras personas y se anunciaban consecuencias. Lo hicimos para que los de Resistencia Gallega no pagaran por algo que no habían hecho», dijo. Contó que ella fue sospechosa porque colecciona armas legales y de fogueo.
Trabajó cómo vendedora de seguros e inmobiliarias. El arresto le perjudicó en las entrevistas de empleo. «La gente pone mi nombre en Google y salgo como una terrorista fuertemente armada. Me duele que mis vecinos retiren la cara cuando se cruzan conmigo en la calle, eso ya es bastante condena. Soy sociable, pacífica y solidaria», afirmó.»