Recibo en el correo electrónico gracias a una individualidad colaboradora a la que agradezco el aporte el texto de un panfleto repartido en el marco de la huelga estudiantil que esta semana afectó durante 3 días a este ámbito, con movilizaciones en forma de manifestaciones masivas (en unos lugares más que en otros y con unos grupos más dóciles que otros, observándose en ciertas ciudades de Galicia -es donde me encuentro y sólo he tenido constancia de acciones de este tipo por ciudades galegas como Vigo o Compostela, aunque dudo que sean las únicas- destrozos en bancos, sabotajes a cerraduras de instituto y otras acciones descentralizadas), okupaciones de rectorados, encierros en edificios universitarios, piquetes en los institutos y en fin, toda la idiosincrasia habitual en este tipo de contextos en sus distintos grados de contundencia y radicalidad.
No es mi intención hacer aquí una valoración de esa huelga porque para mí, igual que para lxs compañerxs que redactan el escrito a continuación, una huelga que lucha por una educación pública gestionada por un Estado como este dentro de un sistema como este está mal planteada desde sus bases, por lo tanto, dejo paso al panfleto y que cada unx saque sus propias conclusiones. Decir que personalmente no comparto algunos aspectos del discurso, como el empleo de conceptos como «proletariado», no obstante, me gusta (y comparto totalmente) la crítica que hacen a los métodos sindicales y su rol de recuperadores y apagafuegos, perpetuadores de una miseria que se nos impone en este mundo entre pantallas y consumismo y que trasciende lo económico: La miseria existencial, con la que el capital nos mantiene con el pensamiento y la imaginación anuladas, alienadxs bajo unas ilusiones de prosperidad que jamás alcanzaremos porque no son verdad.
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CONTRA LA EDUCACIÓN DEL CAPITAL
«Más celosas de lo suyo por la importancia de los intereses que debían defender, y por la posibilidad de reflexionar sobre esos intereses mediante el “ocio” que les aseguraba el trabajo ajeno, las clases opresoras adquirieron con respecto a las oprimidas una más clara conciencia de ellas mismas. Fue en virtud de esa máxima precisión en sus propósitos, que adecuaron a éstos su propia educación y la educación que impartían a los otros.» Anibal Ponce. Educación y lucha de clases.
“El proletariado no puede reconocerse verídicamente en un agravio particular sufrido y tampoco, por lo tanto, en la reparación de una agravio particular, ni de un gran número de estos, sino únicamente en el agravio absoluto de haber sido relegado al margen de la vida.” Guy Debord.
El sistema capitalista, así como sistemas anteriores, ha usado desde siempre la “educación”para sus propios fines. El sistema de enseñanza, sea público o privado; religioso o laico ha sido siempre una herramienta más en el adoctrinamiento de el proletariado, destinada únicamente a su propio beneficio.
No vamos a defender una educación alienante que destruye cualquier atisbo de creatividad y lo aprovecha para sus intereses de producción de mercancías, explotando las habilidades físicas o intelectuales al servicio de la cadena de montaje capitalista y formando mano de obra lo más productiva posible
No vamos a defender la “educación pública de calidad”, cuya misión es convertirnos en buenas ciudadanas que no se cuestionen este sistema de muerte, metiéndonos a martillazos su ideología desde bien pequeñas. Una educación que tiene por misión convertirnos en pasivas espectadoras de la historia de este mundo de mierda, destruyendo la conciencia crítica y fomentando la imbecilidad, el pensar lo mínimo posible y esforzarse lo máximo posible en memorizar y aceptar como naturales las relaciones sociales que crea el capitalismo, adoctrinándonos desde el principio de nuestras miserables vidas y haciéndonos interiorizar la competitividad, el pasar por encima de quien sea y dejando claro que la vida humana no es nada comparado con cualquiera de sus mercancías; castigando y reprimiendo, de la forma más clara a la más sutil, cualquier conducta “antisocial” que se salga del redil.
Las dicotomías pública-privada , religiosa-laica no existen más allá de la mente de las funcionarias del sistema. No vamos a defender bajo ningún concepto la religión, pero tampoco se nos ocurriría clamar contra la religión en las escuelas sin combatir la única religión, la monoteísta religión laica del capitalismo, cuyo único dios es la mercancía.
Pública o privada, laica o religiosa, la única educación es la que nos impone este sistema de muerte para sus propios fines.
¿Educación de calidad es encerrar desde la más tierna infancia a niñas en aulas en las que representar los valores del capital lavándoles el cerebro con su ideología mercantil? Pues bien, nosotras también queremos acabar con la educación de calidad.
Queremos aclarar que puesto que nos imponen formarnos para mejor vendernos en el mercado laboral, es necesario luchar contra los recortes que ahogan económicamente a las familias de los proletarios que estudian, exigir mejores becas o al menos que no empeoren las que hay. Aunque es necesario ir mas allá, puesto que si únicamente reclamamos esto solo reclamaremos la posibilidad de ser esclavos mejor formados, algo que de todas formas ahora mismo da igual, pues por mas que nos hayan metido en la cabeza que hay que estudiar una carrera para acceder a mejores puestos de trabajo, la mayoría vamos a engrosar las filas de la cola del paro.
Ni que decir tiene que apoyamos a cualquiera que luche por defender su forma de subsistir y sobrevivir en este sistema, lo que no podemos apoyar es la separación que fomenta el sindicalismo, tanto mayoritario como minoritario, entre sectores laborales, con el único fin de crear cordones sanitarios en los sectores en lucha y aislar al resto del proletariado, en iguales o peores condiciones.
La vieja táctica sindical del “divide y vencerás” se nos impone.
Estudiantes, trabajadoras de la enseñanza, de tal o cual empresa o sector, paradas, etc… todos somos el proletariado, todos tenemos los mismos intereses, pero nos sacan a pasear separadas, cada una con sus reivindicaciones particulares, haciendo que nos identifiquemos por las etiquetas que ellos nos han impuesto, nos organizan según nuestro puesto en la producción capitalista.
Aislar al proletariado de esta forma consigue que no nos constituyamos como una sola clase con un mismo interés.
De nada sirve organizarse por sectores laborales o no laborales si hoy eres trabajadora de la enseñanza y mañana puedes estar en el paro, o ser estudiante de derecho para mañana servir copas en un bar. Separándonos de esta forma, el sindicalismo y demás estructuras del capital hacen de primer dique de contención para evitar que nos unamos como una sola clase contra nuestro único enemigo, que no es tal o cual gobierno, tal o cual reforma laboral o de la educación, tal o cual empresaria, sino un sistema que nos roba la vida y que nos impide realizarnos como seres humanos.
Es ese aislamiento la misión que cumple el sindicalismo como instrumento represivo al servicio del capitalismo. Si este no funciona, vendrán la policía o el ejercito si es necesario.
Organizarnos de forma autónoma contra las condiciones de vida que nos imponen y salvando los obstáculos que nos ponen en el camino el capital y sus lacayos, luchando por no caer una vez más en las mismas derrotas, de las que parece que no queremos aprender, impulsando la ruptura con todos ellos es la única froma de comenzar una lucha por tomar el control de nuestras vidas, imponiendo nuestras necesidades por encima de las de la economía
CONTRA LA EDUCACIÓN DEL CAPITAL
CONTRA EL AISLAMIENTO DEL PROLETARIADO
CONTRA EL CAPITALISMO, SUS DEFENSORES Y SUS FALSOS CRÍTICOS
POR LA AUTONOMÍA DEL PROLETARIADO.
POR EL COMUNISMO. POR LA ANARQUÍA
Coordinadora Anticapitalista Asturies
Vertedero asturiano. Octubre de 2013