Recibo en el correo electrónico esta crónica de la marcha de antorchas en solidaridad con las personas presas que se realizó en Zaragoza el pasado viernes 9, como una de las convocatorias previstas en el marco de las jornadas del Marzo Anarquista:
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El pasado viernes 9 de marzo en el barrio zaragozano de Torrero tuvo lugar una marcha de antorchas en solidaridad con las personas encarceladas en prisión.
La marcha comenzó en la Plaza de las Canteras ante la atenta mirada de cientos de vecinas del barrio, alrededor de unas 60 personas fueron por la carretera principal hasta el tercer grado al lado del CSO KIKE MUR.
Durante el recorrido se repartieron octavillas informativas en contra de las cárceles, se gritaron consignas y se pudo sentir el estruendo de los petardos, asi como el calor de las antorchas y las bengalas. También se vieron algunas pintadas por los muros de las calles.
Lo más curioso es ver algunas vecinas sumandose a la marcha y hacer suyas las mismas proclamas ¡Abajo los muros de las prisiones!.
Al finalizar en el tercer grado, se leyó el comunicado a lxs presxs y se dio por conluida la marcha sin ningún incidente con la policía.
Marzo Anarquista Zaragoza 2017.
Este es el comunicado que se repartió en el barrio:
CONTRA LAS CÁRCELES
En los últimos años hemos sido testigos de cómo el Estado Español ha dado un salto cualitativo y cuantitativo en lo que se refiere a la represión de cualquier lucha que amenace los intereses del capitalismo. Encarcelaron a los anarquistas (operación columna, pandora piñata, ice…), a las jóvenes de resistencia galega, a las vecinas de Gamonal, a los titiriteros, a los jóvenes de Alsasua, y a muchas otras, todas ellas con la etiqueta de “terroristas”. ¿Terroristas? Precisamente este es el nombre con el que nosotras, las personas amantes de la libertad, nos referimos a los políticos, a los empresarios, a la policía, a los medios de comunicación y, por supuesto, a los carceleros. Pero si ser terrorista significa luchar por, en un futuro, acabar con cualquier tipo de autoridad, gritaremos bien alto que sí. ¡somos terroristas!
Pero tampoco podemos olvidar que el capitalismo también reprime con firmeza a quienes viven en una situación de exclusión socio-económica, y que por ello se ven abocados a buscarse la vida al margen de lo establecido. Por eso la mayor parte de la población que vive el infierno penitenciario (en cárceles, en CIES o en centros de menores), lo hace por delitos contra la propiedad (uno de los pilares básicos de la injusticia social), lo hace por ser inmigrante sin papeles, lo hace por ser dependiente de las mismas drogas que el poder introduce para adormecernos y que no luchemos… en definitiva, lo hace por haber nacido con menos suerte.
El sistema penitenciario es un negocio que, como tal, alberga tantas presas como pueda mantener. Las cifras respecto a esto son escalofriantes. Hemos pasado de tener una población reclusa de 18.583 personas en 1980 a 76.771 personas presas en la actualidad. Los números también confirman que éste es el país europeo con más presas y con menos delitos. Pero, aparte de un negocio, también es una máquina de exterminio mental y físico, padeciendo un 48% de las presas algún tipo de enfermedad psiquiátrica y muriendo 80 personas al año bajo custodia en España.
Además la cárcel, es una herramienta muy útil para quienes nos condenan a una vida de trabajo y consumo, de obediencia y sumisión… a una vida de miseria. Por un lado les sirve para esconder los errores de una sociedad basada en la desigualdad, y por el otro para amedrentar a quienes se rebelan contra ello. Es decir, los huéspedes de este macabro invento son elegidos en base a la criminalización de la pobreza y de la protesta. Por ello queremos dejar una cosa bien clara: si ser criminal significa luchar por ser libre, gritaremos bien alto que sí. ¡somos criminales y lo seguiremos siendo! Tanto dentro como fuera de los muros. Hoy hemos salido a la calle para mostrar amor y odio. Amor hacia todas las personas privadas de libertad, y odio hacia quienes nos la arrebatan.
¡NI SUS LEYES NI SUS REJAS NOS PODRÁN PARAR