Según informaron varios medios de la prensa comercial y oficial, así como también numerosos posts publicados en redes sociales de forma independiente por les usuaries, el bus transfóbico de Hazte Oír, que levantó una gran polémica debido al mensaje que pasea impreso en sus laterales («Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva; Que no te engañen») recibió una «agradable bienvenida» a su paso por Asturias. No es la primera vez que el autobús sufre ataques o es objeto de protestas que intentan frenarlo, y ahora le ha tocado al Principado hacerles saber el desprecio que provocan.
Primero, durante una parada en una gasolinera en la zona de Pola de Lena, el vehículo fue recibido por un grupo de manifestantes que con banderas multicolor representando tanto la diversidad sexual como la diversidad de género no binaria intentaron impedir su marcha, además de increpar y transmitir a sus ocupantes que no eran bienvenidos en Asturias y que por culpa de sus discursos transfóbicos de odio y censura, muches jóvenes acaban con serios trastornos y en algunos casos suicidándose debido a la falta de aceptación y la represión que sufren por colectivos que continúan extendiendo pensamientos como éste. Cuando el bus se disponía a arrancar, un grupo de personas encapuchadas atacó lanzando piedras y tratando de arrancar los limpiaparabrisas, logrando al final dañar uno de los limpias y romper un cristal. Debido a esto, el bus no pudo seguir circulando.
Al final, la escoria que iba dentro del bus tuvo que desplazarse en coche hasta Oviedo donde escoltados por la policía (cómo no, no podíamos esperar menos de semejantes cobardes que buscar el cobijo de sus amiguitos de uniforme) llevaron sus documentos a las instancias correspondientes del ayuntamiento para luego lloriquear y hacerse las víctimas un ratito delante de la prensa, entre los abucheos e insultos de una concentración a favor de las personas LGTBIQ y de la diversidad sexual y de género que también les esperaba allí.
El portavoz de Hazte Oír ha dicho que le sorprende que «se responda con violencia a un mensaje de respeto». Nos preguntamos dónde considera el cinismo de este señor que está el respeto en dictarle a la gente cuál es su identidad de género y en fomentar ideas que trastornan, enferman y destrozan a las personas inculcándoles roles, impidiéndoles crecer libres y con una identidad y un cuerpo que sientan suyos y poniéndoles más y más obstáculos para acceder a los tratamientos que necesitan algunas de esas personas para su transición. En cuanto a la violencia… mientras algunes insisten en condenar la «violencia» contra un autobús, los discursos que fomenta esta gente siguen matando. Violencia no es romper unos cristales de un autobús porque el bus es un objeto inerte, una máquina que ni siente ni padece (igual que los podridos corazones de las bolsas de basura con patas que lo tripulan), pero las que sí sienten y padecen son todas aquellas personas cuyas vidas están destrozando los mensajes transfóbicos y homófobos que colectivos como Hazte Oír están difundiendo y extendiendo. Porque esas personas sí están sufriendo, y los y las responsables de ese sufrimiento tienen nombre y dirección, y autobuses que circulan por ahí como Pedro por su casa, y que pueden ser recibidos de esta forma en más sitios, para que se les vaya quitando de la cabeza la idea de seguir extendiendo su odio tranquilamente, porque que el bus de Hazte Oír sea atacado debería hacer sonreír a cualquiera (excepto a aquelles que insisten en mantener sus ideas transfóbicas y asesinas y que, por supuesto, no merecen ningún respeto).
Por mi parte, aplaudir tanto a las personas que se manifestaron en Oviedo como a quienes esperaron en la gasolinera, y a quienes dieron un paso más y decidieron apedrear el bus.
La transfobia mata. Que el miedo y la vergüenza cambien de bando.