El pasado martes 30 de mayo el CSOA Escárnio e Maldizer, ubicado en el emblemático número 11 de la calle Algalia de Arriba del Casco Viejo compostelano, fue desalojado por las fuerzas represivas del Estado español, tras un fallo judicial a favor de la denuncia de la entidad «legítima» propietaria, que prefiere un edificio vacío y pudriéndose como producto de la especulación inmobiliaria antes que abierto, convertido en un espacio cultural y de auto-organización y lucha social, de conspiración y de intercambio fuera de las lógicas y los valores miserables del Mercado que fundamentan este triste mundo.
Durante el desalojo, las activistas no pudieron recoger el material (biblioteca, futbolín, enseres de cocina, y muchas otras cosas…), y el edificio fue tapiado (el Ayuntamiento habría denunciado a los propietarios por tapiar sin permiso, debido al carácter histórico y patrimonial del edificio). Decenas de solidarias se fueron concentrando en la plaza próxima a la okupa controlada por grilleras, donde expresaron su indignación y rabia por la actuación policial gritando contra la especulación, el capitalismo, el Estado y la represión. Aquí se produjeron las primeras muestras de violencia, repartiendo los maderos palos y porrazos hasta quedarse a gusto. Luego dijeron en el periódico El Correo Gallego que lo hicieron para «restablecer el orden» (el civismo convertido en eufemismo para la brutalidad).
Una vez desalojado, en la memoria revoloteaban imágenes de las charlas, los debates, las proyecciones, los talleres, los cursos gratuítos de multitud de cosas, la biblioteca o las cenas y comidas entre amistades y conversaciones informales. Entonces lágrimas, rabia, impotencia llenaban nuestros cuerpos y nuestras miradas. La mala noticia corría de boca en boca, de mensaje de móvil en mensaje de móvil, en redes sociales y en la calle. 3 años de autogestión, de lucha, de alternativas y de sueños habían sido de nuevo convertidos en silencio y había que dar una respuesta a la altura, aun estando con los ánimos destrozados.
A las 20:00 se convocó una concentración en Porta do Camiño de rechazo al desalojo. No autorizada, la protesta se transformó pronto en manifestación espontánea por el Casco Viejo entre nuevos gritos por la okupación, contra la especulación y contra la autoridad y el capital, y fue seguida muy de cerca por un buen número de maderos con equipación antidisturbios, que al poco rato de comenzar, habiendo recorrido apenas 300 metros, realizaron una primera carga cuando la marcha se dirigía hacia Preguntoiro, empujando hasta la plaza de Cervantes, rompiendo el bloque de la mani en 3 y dispersando a golpes a las activistas por diversas calles. Una vez la policía dejó claras sus intenciones, la respuesta no se hizo de rogar, la cólera acumulada explotó y unas calles más adelante, contenedores de la basura eran volcados y prendidos como barricada junto con vallas. Entre consignas de «¡Desalojos son disturbios!» se da también la vuelta a un contenedor de vidrio. La manifestación cambió entonces a enfrentamientos entre la policía mercenaria de los especuladores y grupos de activistas encapuchades que realizaron varias escaramuzas con lanzamiento de botellas, tornillos y piedras, mientras la policía respondía con porrazos y pelotazos de goma, por varias calles de los alrededores.
Tras aproximadamente hora y media de ataques y contraataques, y teniendo que lamentar una persona detenida (un chaval que en la primera carga fue golpeado por los maderos con tal fuerza que quedó inconsciente y tuvo que ser arrastrado sin sentido hasta el furgón mientras los maderos se negaban a dejar que fuera trasladado por la ambulancia, llevándolo ellos al hospital enseguida no se fuera a notar demasiado que habían dejado inconsciente a un chaval a ostias*) y varias compañeras con heridas de diversa gravedad (las más graves fueron dos compas que tuvieron que recibir sutura y grapas, respectivamente, por las brechas que mostraban en la cabeza), la protesta fue dispersada tras una última carga que embistió con los furgones policiales y rompió las barricadas provocando nuevamente huidas en desbandada.
Al día siguiente, el miércoles a las 9 de la mañana, se realizó una concentración solidaria con el joven detenido en la comisaría de la policía nacional, al lado de la Alameda de Compostela, y tras un buen rato gritando y exigiendo su liberación inmediata, la protesta derivó en manifestación espontánea por el Casco Viejo, por donde transcurrió sin incidentes hasta los Juzgados de Fontiñas, donde tiempo después era puesto en libertad con cargos el detenido, arropado y recibido por las compañeras.
Como no podía ser de otro modo, todos los periódicos de la prensa comercial condenaron al unísono la violencia (la de las activistas, claro, la de la policía cuenta con el sacrosanto beneplácito de la democracia y su bien guardado monopolio de la fuerza) y el «esperpentísimo» alcalde de la ciudad, señor Noriega, sacó a relucir su doble moral «progre» diciendo apoyar por una parte «la protesta en defensa de un espacio cultural» y condenando por la otra que esa protesta fuera «aprovechada por algunas personas para la violencia». Lo que no entiende (o finge no entender, mejor dicho) es que nadie aprovechó nada, que esa división que tanto él como la policía y los mass-media pretenden establecer como una línea divisoria con la que romper la solidaridad no existe, que no hay activistas «buenos» que pasean y lloran y activistas «malos» que aprovechan las manis «de los buenos» para romper cristales de bancos y defenderse de la brutalidad policial. Las ideas, las inquietudes, los proyectos y todos los deseos que nacieron y crecieron en el CSOA Escárnio e Maldizer hablaban de una cultura libre y sin dueños, de un intercambio horizontal y coletivo de conocimientos y experiencias, hablaban de apoyo mutuo y creación común, pero también hablaban de resistencia, de revuelta, de combate y acción directa, y del valor y la dignidad de quenes no aceptaron callar ante las ostias y el miedo, e hicieron de las calles su campo de batalla. Por eso, no le vamos a pedir disculpas a los contenedores usados como barricada (eso sí, expresamos nuestras condolencias a sus familias) ni tampoco al Ayuntamiento. De hecho, nos preocupa cómo para el ayuntamiento y para los periódicos, con su peculiar sentido de la empatía, tiene más importancia el daño sufrido por un par de contenedores de basura que el daño sufrido por todas las personas cuyas vidas arruínan día a día y que no son noticia ni parecen importar.
Como decían algunas voces, «violencia es no llegar el fin de mes» y muchas otras cosas que vivimos obligadas a aceptar. Violencia es, en resumen, salir a la calle cada día que transcurre sin que algo reviente, rodeadas por esta asquerosa paz perfumada que no es más que la imagen publicitaria, el márqueting de la guerra que la economía libra diariamente contra la vida, contra nuestra vida, contra la vida de todas…
¡Adelante los espacios okupados! ¡Adelante la autogestión! ¡Adelante la revuelta!
¡Por la recuperación de nuestras vidas! ¡Por el fin de la obediencia!
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* Nota: El chaval detenido ya se encuentra en libertad con cargos desde el miércoles por la mañana, acusado en principio de atentado a la autoridad y desórdenes públicos. Nos preguntamos, ¿qué atentado a la autoridad es ese supuestamente?, ¿cómo pudo participar este chaval en los ataques a la policía si la propia policía lo dejó inconsciente nada más comenzar la mani, en la primera carga?