Lo que sigue a continuación es una crítica de intención constructiva dirigida contra el espectro general de los movimientos sociales y más concretamente a aquellos anti-autoritarios o anarquistas, por ser estos donde más presencia encuentro de la problemática a abordar.
Quien esto escribe, pese a no ser muy amigo de las etiquetas, se reconoce a sí mismo como anarquista y vegano, a pesar de las incoherencias y contradicciones en las que nos hace caer este mundo a quienes tratamos de liberarnos de toda relación de poder y explotación, incluyendo las que afectan a lxs animales no-humanxs. Tras una buena temporada observando lo siguiente, me decido a escribir algo al respecto con la sana ilusión de que alguien lo lea, se replantee lo que comento y tome cartas en el asunto.
Hace no tanto tiempo que el veganismo era algo residual, anecdótico, y encontrarse un comedor vegano en un centro social o espacio libertario era tan «sencillo» como encontrarse a un neonazi cotilleando la biiblioteca. Con el tiempo, esta realidad fue cambiando y el veganismo fue encontrando más aceptación, más presencia en el discurso y práctica de los colectivos y la liberación animal y la crítica antiespecista se convirtieron en temas de interés de los que se hablaba en gran cantidad de fanzines, textos y panfletos; a quienes vivieron aquellos años les costó mucho llegar a ese punto. Dentro de esta expansión lenta pero real, uno de los pasos importantes y punto de inflexión destacables para muchas opiniones fue el momento en que una mayoría inmensa de los centros sociales okupados o autogestionados, ateneos libertarios, bibliotecas y locales anarquistas etcétera determinaron que todos los comedores, cenadores, kafetas con picoteo y demás ofertas culinarias que realizasen entre sus paredes u organizasen en las calles no incluirían en sus menús productos procedentes de la explotación animal. Muchxs vieron esto como una prueba de que las personas que gestionaban esos colectivos o esas herramientas habían entendido que rechazar la autoridad mientras incitaban al consumo de productos que la implicaban para animales no-humanxs no era consecuente y extendieron su rechazo a la autoridad especista. Bien, puede ser cierto, y de hecho lo es en gran parte de los casos, no obstante, es necesario, en mi humilde opinión, detenerse, matizar más y analizar el modo en que esta reforma se ha asentado.
Una pregunta al aire: ¿Por qué se hacen comedores veganos?, o planteado de otro modo más claro, ¿Por qué los comedores, cenadores y demás en las okupas, ateneos etc etc son veganos? Podemos apelar a lo anteriormente explicado, una ampliación del rechazo a la autoridad y el respeto a lxs animales no-humanxs, pero la verdad creo que no estaríamos siendo honestxs.
Creo que en gran cantidad de espacios lo que se ha dado es una dinámica de asimilación, casi forzosa, de esa rutina, definiendo el veganismo en esos lugares como complemento estético con el que aparentar un compromiso por la liberación animal en realidad inexistente o muy precario, apenas respaldado y demostrado por una minoría de lxs compañerxs de esos CSO. Algunxs pensarán que estoy siendo injusto al decir esto, y quizá sea así, pero mi experiencia en diferentes CSO me ha enseñado a no valorar el contenido del paquete por su envoltorio. Personas que se llenan la boca con el sufrimiento animal y afirman estar planteándose el veganismo mientras hablan con veganxs durante el comedor / cenador / poner aquí cualquier otro evento de degustación de productos veganos, pero que luego son pilladas in fraganti comiendo churrasco, chorizo y demás a escondidas en espacios presuntamente libres de especismo; gente que acude al comedor vegano por cumplir pero que se pasa todo el rato haciendo comentarios burlescos para reírse con sus amiguitos; convocatorias relacionadas con la liberación animal (charlas, proyecciones, debates, manifestaciones y concentraciones en la calle, mesas informativas, pegadas de carteles…) a las que acude sólo un 10% de la gente que va al comedor (es decir, el porcentaje de peña que también es vegana los días de la semana en que no hay comedor en la okupa)… son algunos ejemplos y todos han sucedido repitiéndose en el tiempo y espacio en no pocas ocasiones.
La crítica a plantear, entonces, es si el veganismo y el discurso antiespecista se toma como una verdadera conciencia o por el contrario se reduce a un dogma, un código que asimilar acríticamente para mantener unas apariencias, un status, al fin y al cabo, un sello comercial que certifique que estamos en un espacio ¿libre de autoridad?
Este escrito viene al caso de una conversación con un compañero recientemente en la que ambos llegamos a la misma conclusión: De nada sirve tener un comedor vegano en tu espacio si luego no existe un trabajo por el fin del especismo, cotidiano, de base y dinámico. La pregunta a formular, sin más rodeos, es la siguiente: ¿Qué sentido tiene un comedor vegano en un espacio anarquista donde NADIE es veganx? Conozco varios casos y no acabo de entenderlo.
Poner en los carteles de tus jornadas que el comedor será vegano está muy bien, y joder, por supuesto que preferimos que sea vegano a que esté lleno de carroña, huesos triturados, secreción mamaria de vaca y menstruación de gallina, pero si más allá no existe un cuestionamiento de nuestro estilo de vida, de nuestros hábitos de consumo y alimentación, y del impacto que tienen dichos hábitos sobre las vidas y hábitats de incontables criaturas inocentes con las que compartimos este planeta, entonces todo se reduce a la instrumentalización del discurso antiespecista para reforzar un disfraz y eso no nos gusta nada. Si vas a hacer un comedor vegano para parecer más sensibilizadx con una causa que en realidad te importa una mierda, casi prefiero que no trates de engañarnos y pongas una buena salsa bolognesa con la pasta llena de trocitos de carne picada, acompañado de un postre con lácteos y huevo y de un buen entrante en forma de, por qué no, embutidos variados. Al menos seréis honestxs, y no vengáis con que esto, al menos, sirve para promover el veganismo porque la mejor prueba de que esa promoción no es tan real como puede parecer a simple vista es que, en muchos casos, ni siquiera con el tiempo las personas que lo organizan y preparan se veganizan, tomándose por el contrario como un ataque las críticas al considerar que «bastante hacen ya» poniendo comedores veganos ¡como si tuviésemos que agradecérselo o algo!
Si decides hacer un comedor vegano, que no sea por contentar a lxs cuatro anarcovegetas pesadxs de siempre (o sea, nosotrxs), sino por verdadero interés, por preocupación y cariño para con lxs animales no-humanxs, por empatía y por respeto. Sólo así será posible que esos encuentros se transformen en conversaciones y debates informales que originen nuevos proyectos y conspiraciones, nuevos colectivos e individualidades activas organizando su rabia para devolver a lxs asesinxs todos los golpes. Si los comedores veganos siguen siendo lugares donde juntarse para tener las mismas conversaciones superfluas que se tienen en el bar de la esquina mientras comes el bocata de tortilla con jamón, entonces algo va mal y desde luego no es real la contribución a la lucha contra el especismo sino más bien autocomplacencia pura y dura para evitar analizar y pensar en una cuestión incómoda.
Es preciso lanzar una crítica al viento que sea recogida por aquellxs que se sientan aludidxs por la misma (no caeré tan bajo de citar espacios o personas, pues esta crítica es y pretende ser impersonal). Queremos rejuvenecer la labor de base antiespecista en las calles, pues creemos que dicho trabajo se encuentra en gran medida monopolizado por los sectores más reformistas del llamado «movimiento animalista / movimiento por los derechos de los animales», un entorno que, si bien tiene sus aspectos positivos, no consideramos afín ya que enfoca la cuestión de la liberación animal desde un enfoque equivocado al no cuestionar en absoluto la sociedad y el sistema en que nos encontramos, causa y motivo de todas las miserias conocidas incluyendo las que explotan, torturan, desnaturalizan, mercantilizan y asesinan a nuestrxs amigxs no-humanxs, limitando su práctica a una estéril a la par que recuperable propaganda en pos de una suerte de «capitalismo vegano» en el que las conciencias bienpensantes de la mayoría domesticada recién «veganizada» puedan sentirse cómodas sin renunciar a las «delicias» del sistema. Esta gente fagocita las luchas, vacía su contenido potencialmente subversivo y las incorpora a los parámetros del mismo proyecto de dominacion del que se derivan los problemas que se pretende (presuntamente) combatir y erradicar. Crear una dimensión de la lucha realmente crítica y radical que desenmascare a estxs «capita-listos verdes» y replantee el fin de la explotación animal desde una perspectiva de liberación mucho más amplia es nuestro cometido como anarquistas y como enemigxs de la autoridad y la opresión en cualquiera de sus formas.
Repito: Este escrito no debe tomarse como un ataque personal ni a nivel de tu colectivo o espacio. Tampoco quiero que os ofendáis, mi objetivo no es ése, es simplemente haceros recapacitar y que cada cual saque sus propias conclusiones. Sé que muchxs sí lleváis a cabo esos esfuerzos, poniéndolo todo y más de vuestra parte para promover el veganismo desde vuestros espacios, aguantando insufribles debates, mordiéndoos la lengua para intentar mantener la calma mientras refutáis por enésima vez el mismo argumento ridículo (ya sabéis, cosas del tipo de «Comer carne es necesario ¿sino las proteínas animales de dónde las sacas…?» o «No respetas que yo coma carne», respetando de paso que los neonazis apaleen migrantes o que en las cárceles se torture porque total la cuestión es respetar las «decisiones personales» de lxs demás aunque impliquen sufrimiento y agonía para muchxs). Sé que os lo curráis poniendo dinero muchas veces de vuestros propios bolsillos para sacar panfletos y carteles y tratando de ampliar el aforo de vuestras asambleas. A todxs vosotrxs, mi más sincero y afectuoso respeto y apoyo, porque somos la última esperanza de esas miradas aterrorizadas que observan tras los barrotes los retales de un mundo que no comprenden pero que les ha condenado a muerte sin cometer delito, un mundo donde los sentimientos mueren de hipotermia congelando los corazones y las vidas son simple mercancía. También os diré que si a pesar de la intención constructiva de esto alguien se molesta por lo que ha leído, reconozco que me la trae al pairo. Hay verdades que duelen ¡pero si escuece es porque cura!
Queremos caminar por calles repletas de carteles denunciando la crueldad especista, queremos oír noticias de acciones y ataques a empresas y establecimientos especistas más a menudo, de repartos de panfletos, de concentraciones ante los circos y plazas de toros, espontáneas e incontrolables, queremos esto y más, y queremos saber que muchas de esas iniciativas no han salido de lxs de siempre, que hay más gente atacando y desapareciendo. Queremos, en definitiva, la difusión virulenta de algo tan básico y elemental como es el respeto a una forma de vida inocente, su no menoscabo y su no sometimiento, sea cual sea el motivo de los mismos y queremos ser parte de ello. Porque nada nos hace más felices que ver en las calles el reflejo de la venganza contra el especismo y sonreir tímidamente mirando al suelo sabiendo que no hemos sido nosotrxs, y que alguien más está perdiendo la paciencia y para esto os necesitamos.
La libertad colectiva florece del conjunto de libertades individuales establecidas en armonía y hasta que todxs nos hayamos liberado no sólo de las cadenas que nos oprimen a nosotrxs sino también (¡y sobre todo!) de esas partes de nuestras mentes que actúan como cadenas sobre lxs demás, la anarquía seguirá siendo algo imposible. Porque como ya dijo Bakunin en su día, una persona no puede ser libre mientras aquellxs que la rodean no lo sean así que si de verdad odias la autoridad y el sometimiento, salta la reja de tus comodidades, rompe el candado de tus prejuicios, abre la jaula de tu empatía y libérate, libéralxs.
¡Hazte Veganx!