Con una desagradable mezcla de asco y rabia traduzco desde Act For Freedom Now! el siguiente escrito de compañeres de la ciudad italiana de Génova acerca de las acciones de boicot y protesta que llevaron a cabo en contra del rodaje de la película «Amor y Anarquía» el cual se está llevando a cabo allí después de que se trasladase desde Turín, debido a intervenciones similares por parte de les compañeres turineses.
«Amor y Anarquía» es una película acerca de la vida de les compañeres Soledad Rosas y Edoardo Massari «Baleno». Soledad Rosas fue una anarquista argentina que se mudó a Italia donde estuvo viviendo como okupa en Turín, participando de numerosas instancias anarquistas, y donde conoció a su compañero, Baleno. Tras su detención en relación a unos sabotajes a las obras del TAV reivindicados por un grupo llamado Luppi Griggi (Lobos Grises) y de los cuales se acusaba a Sole, Edoardo y a otro compañero también detenido llamado Silvano Pelissero, Edoardo se suicidó en la cárcel. Poco después, le siguió Soledad, quien se encontraba bajo arresto domiciliario en ese momento, al no soportar la pérdida de su compañero de vida. Sobre Sole y Edo se ha escrito mucho, y yo creo que sólo quienes les conocieron y compartieron con elles sus vidas y sus luchas pueden hablar sobre quiénes eran y sobre cuáles eran sus sueños. Por eso, no me voy a extender más.
El problema de la película es que la directora es nada menos que Agustina Macri, hija del presidente argentino Mauricio Macri, que bajo su fachada izquierdosa continúa encabezando la represión contra el pueblo mapuche y contra cualquier expresión popular de rabia o de lucha que no acepte los cauces impuestos, y que es el responsable del asesinato del compañero Santiago Maldonado y del guerrero mapuche Rafael Nahuel. Parece que la hija le ha salido «hippie» y ha querido hacerse famosa contando la «emocionante» historia de Soledad y Edoardo, sin conocerles, sin saber nada sobre sus vivencias ni sobre sus sentimientos o su manera de entender la libertad, el amor o la anarquía, y mientras su padre continúa reprimiendo a otres compañeres que luchan por lo mismo por lo que Soledad y Edoardo dieron sus vidas.
La memoria de nuestres compañeres muertes está muy por encima de cualquiera de vuestros patéticos y cínicos intentos de recuperación o apropiación.
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En los últimos días, cuando se rodaba la película «Amor y Anarquía» en Génova, tras la mudanza de la producción de Turín después de un boicot, se llevaron a cabo varias acciones disruptivas para evitar que la película se hiciera y para abrir la cuestión para quienes quieran saber más.
Aunque algunes ingenuamente creen que incluso en una sociedad donde todo se reduce a mercancías puede haber intentos neutrales de transferir eventos históricos al «cine», la industria del espectáculo, por el contrario, se ha convertido en un campeón del proceso de banalización cultural que quiere reducir y someter cualquier aspecto de la vida cotidiana a los intereses del capital, sacándolo de la realidad. Entonces, lo que se llama «arte» es un mero producto comercial, que cumple con las reglas comerciales y se calibra de acuerdo con las peticiones de los espectadores y las opiniones de la clase dominante.
Esto debería ser suficiente para entender por qué “Amor y Anarquía” no puede ser más que un producto de este mecanismo y cómo sus contenidos se adaptan a la lógica del mercado, a su ciega y codiciosa fruición, a la cual nos estamos volviendo cada vez más adictes. El arte de verdad debería hacer añicos las convenciones, no inclinarse ante ellas o fortalecerlas.
La directora, Agustina Macrì, es hija del presidente argentino Mauricio Macri, promotor de políticas de reconciliación nacional basadas en el borrado de las masacres y atrocidades cometidas por los regímenes que le precedieron, y responsable del genocidio del pueblo mapuche, un pueblo desalojado gradualmente con la fuerza de las tierras en las que siempre han vivido, independientemente del gobierno al cargo. Estos territorios se han convertido en propiedad de los nuevos conquistadores, Benetton los primeros, una bien conocida compañía de Treviso que desde los ‘90 se las ha arreglado para tener en sus manos 900.000 hectáreas de terreno distribuídas entre la provincia de Buenos Aires, la cordillera, la estepa de la Patagonia y la costa argentina.
Probablemente, Agustina Macri alimenta el fervor del arte, y ciertamente cree que es una directora de cine. Quizás Agustina tenga buena intención cuando cree que para emanciparse de un padre tan omnipresente, nada mejor que contar un pequeño y moderno romance, una historia de jóvenes llenes de amor, un poco de aventura e idealismo. En realidad, ¿qué podría ser más útil para apoyar la política de su padre que desviar a la opinión pública nacional con un producto ingeniosamente construido de acuerdo con las necesidades del momento, contando una historia atractiva e «izquierdista» que tuvo lugar lejos de la Argentina, y desde el clamor siempre vivo de las víctimas, conocidas y desaparecidas?
¿Puede Agustina Macri no saber realmente que su padre mintió, encubriendo y engañando sobre el asesinato de Santiago Maldonado, quien fue encontrado muerto en el río Chubut 78 días después de la incursión de la gendarmería argentina en el pueblo de Cushamen, donde Santiago participaba en la resistencia contra el enésimo desalojo y la expropiación de tierras? ¿Realmente no recibió noticias sobre la reciente muerte de Rafael Nahuel, acribillado por las balas de las fuerzas de seguridad federales junto con otras mujeres y hombres que resultaron gravemente heridos cuando intentaron bajar una montaña a la que escaparon cuando las fuerzas del orden allanaron su comunidad?
Al cosificar y mercantilizar la vida en detrimento de aquelles que la han vivido, Agustina Macri desea que su primera película sea la historia de Sole y Baleno, dos compañeres anarquistas que murieron por suicidio mientras estaban prisioneres porque habían actuado por la libertad. Su afectación burguesa la empuja con extrema arrogancia más allá de lo que nunca podrá entender, y mucho menos contar.
También es remarcable que una película llamada “Amor y Anarquía” tiene que ser rodada bajo la protección de los maderos de la DIGOS y de la policía antidisturbios. ¿Alguien todavía cree que un esfuerzo tan especulativo podría sensibilizar a las personas que no conocen los hechos? Lo que pasará es siempre la visión estética unilateral de quién con amor y anarquía hace pequeñas películas en la piel de aquelles que en cambio vivieron el amor y la anarquía con tanta pasión que murieron en ello.
¡TAL VEZ LA PELÍCULA SALGA PERO ESTO NO ES EL FINAL, SOLE Y BALENO NO ESTÁN EN VENTA!
Compañeres de Génova