Recordemos que tras los hechos del 22-M, la periodista Ana Terradillos («aterradillos» nos tienen a nosotrxs sus mentiras) afirmó en uno de sus artículos, como buena portavoz de la policía, que existían certezas casi irrefutables de que los disturbios en Madrid el pasado 22-M habían sido organizados por una supuesta escisión de Resistencia Galega, inexistente grupo independentista radical al más puro estilo ETA que la policía se sacó de la manga para criminalizar al independentismo galego y justificar la aplicación de medidas antiterroristas mucho más severas contra militantes y activistas no sólo de ese ámbito, sino de cualquier otro frente de lucha social, además de para crear un nuevo enemigo interno que justificase los gastos en material represivo y las reformas como la llamada Ley de Seguridad Ciudadana (popularmente más conocida como «Ley Mordaza») o el nuevo código penal que pretenden aprobar a espaldas del pueblo al que, supuestamente, dicen «proteger».
Así, nos decían sin pelos en la lengua y sin que les temblase el pulso al escribir, que esta «escisión», sería «mucho más radical que el EGPGC» (Exército Guerrilleiro do Pobo Galego Ceibe, Ejército Guerrillero del Pueblo Gallego Libre en castellano, organización armada de carácter marxista-leninista e independentista existente entre 1985 y 1991) y que estaría formada por unos 250 miembros (curioso, dado que en los primeros juicios contra las personas acusadas de ser miembros de esta supuesta organización, los propios informes policiales y judiciales informaron de que el número de militantes de esta supuesta organización no llegaba a 20, ¿cómo es posible que de un grupo de menos de 20 personas se escindan 250?). A esta «escisión» la acusaban de «dirigir» a todxs lxs demás participantes de los enfrentamientos (o sea, que 250 personas de un supuesto grupo terrorista galego se desplazaron a Madrid para dirigir la acción de más de 1000 activistas).
Esperaban quizá que su montaje colase, pero la diversidad en el tipo de personas que, hartas de desahucios, suicidios, manipulación informativa, ostias y precariedad, respondieron a la brutalidad policial con ganas y con rabia, hizo que muchxs se percatasen de lo estúpido de éste e ignorasen por completo las falsas informaciones de los maderos.
Ahora, como no han conseguido lo que querían (centrar la atención en un único movimiento social peligroso para el actual status-quo para así criminalizar y alejarlo de las protestas masivas para que éstas sigan mansas y obedientes, alejadas de toda propuesta radical y, por lo tanto, de cualquier cambio real), chillan y patalean como un niño de 2 años que no obtiene su caramelo y señalan a un nuevo objetivo a ver si esta vez les da resultado, y le ha tocado al anarquismo insurreccionalista.
Según ha informado la prensa burguesa (que reconoce abiertamente que la información procede de fuentes policiales), Ignacio Cosidó, descartaba hace unos días la presencia en los incidentes de «integrantes de Resistencia Galega» y señalaba que «expertos de la policía» habrían detectado sin embargo a «grupos de carácter anarcoinsurreccionalista que actúan de manera organizada» y que tendrían un «perfil similar al del Comando Mateo Morral» (¿?).
Este nuevo giro no es algo que deba extrañarnos en absoluto. Ante el recrudecimiento de las protestas, motivado por unas condiciones de existencia cada vez más miserables e intragables para tratar de salvar las últimas migajas de los bancos, los medios de comunicación cumplen su labor ya de forma descarada, mintiendo de manera sistemática cada vez que la rabia popular desborda los cauces institucionales y mediados por el pacifismo y la izquierda burguesa para, sea de manera organizada o, como en Madrid, totalmente espontánea y caótica (no hace falta ser un hacha para darse cuenta de que la organización y preparación previa brillaban por su ausencia en lo sucedido el 22-M en Madrid), asaltar por fin el cielo de sus posibilidades.
Cada vez que una lucha con perspectivas radicales (entendiendo por «radicales» que analizan la raíz misma de las miserias cotidianas, sin perderse en cuestiones secundarias puestas ahí para distraernos) analiza con acierto la realidad y se posiciona activa e irreverentemente sobre ella, se vuelve necesario contrarrestar su potencial de radicalización de conflictos mediante mentiras. Esto ha sido así siempre y no va a cambiar, por lo que no hay nada de lo que extrañarse. Sin embargo, no deja de ser importante revelar esta información, sobre todo de cara a futuros golpes represivos que esta nueva artimaña policial parece estar preparando…
Por ahora, que no cunda el pánico y que la solidaridad y el apoyo mutuo sean más que palabras. No olvidemos ni por un momento que hay dos chavales entalegados en preventiva por aquellos disturbios, y muchxs más en la calle pero con serios cargos pendientes de juicio. Esos dos chavales podríamos ser cualquiera de nosotrxs, lxs que estuvieron en los disturbios del 22-M y lxs que no estuvimos pero igualmente sentimos en la distancia los ojos llorosos y la complicidad golpeándonos el pecho al ver las imágenes y los vídeos, lxs que, en otras ocasiones, en algún otro lugar, también hemos sentido en el corazón la rabia y la adrenalina al romper un cristal de sus bancos o apedrear a sus mercenarios. Por eso, que no se sientan solos. Escribámosles, llevemos su caso a las calles con pancartas, panfletos y pintadas que rompan el silencio de los medios cómplices, y quienes les tengan cerca, que apoyen a sus familiares y amigxs, para que nadie se quede atrás.
¡¡Isma y Miguel a la calle!!