Compas del vallisoletano Grupo Anarquista Cencellada me enviaron este texto, que difundo a continuación, y donde lxs compas reflexionan sobre la situación tras el espectáculo circense de las elecciones europeas y repasan la coyuntura actual en Europa, con el auge de la ultraderecha (y su guerra en Ucrania, auspiciada y financiada por la Unión Europea) o con los conflictos locales que trasladan la lucha a un nuevo terreno, el de la Comunidad, la transformación de las relaciones sociales y la negación de todos los instrumentos que el Estado, o las oligarquías financieras, utilizan para determinar un modelo concreto de interacción, siempre mediado y controlado por sus siervos de los partidos políticos o de los sindicatos:
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Y pasaron las elecciones. La abstención masiva ha quedado eclipsada por el inesperado reparto de votantes entre las fuerzas electorales, y no digamos ya por la noticia del recambio de Rey de España. Tertulias, editoriales, sesudos análisis en webs de contrainformación y debate, comentarios a todas horas… El parlamentarismo es un árbol que nos está escondiendo un bosque. Porque detrás de lo electoral, hay mucho más. No olvidemos que los resultados que puede arrojar una votación no es más que el reflejo borroso de las fuerzas existentes en la sociedad, y eso es lo que está cambiando.
Compartimos la opinión de que los supuestos “consensos” de la Tra(ns)ición ya no tienen ninguna fuerza como la mentira mil veces repetida que siempre han sido. Pero la ruptura del mito de la transición, en un mar de corrupción, recortes y miseria, no ha supuesto directamente una ruptura del mito de la democracia. Lo hemos visto miles de veces en los últimos años en las plazas: el fetichismo por “lo público”, el dogma pacifista, el respeto al parlamentarismo, el mito paradisíaco de la república tricolor… La ideología de quienes mandan sigue dando fuerte, aunque las grietas nos empiezan a dejar ver con luz. Las grietas en el mito de la democracia se las hemos creado con nuestras luchas, pues es la lucha lo que cambia a las personas y va creando fuerzas sociales que estén por el cambio real. Es en la lucha donde nos hemos demostrado una y otra vez que organizarse con autonomía es necesario, que la horizontalidad es la forma más justa de organizarse, que la acción directa sirve, que el Estado es un aparato de control, que el dominio hetero-patriarcal no se elimina sólo de palabra, que los medios mienten, que la propiedad es el robo… Al final, el camino de nuestras luchas es tan fundamental como sus metas, pues es ahí donde nos hacemos fuertes como pueblo, como clase y como comunidad de lucha.
Nuestras luchas están cambiando. Por ejemplo, hace unos años parecía impensable que el derribo de un centro social en una ciudad sitiada y policial como Barcelona pudiera desatar una lucha intensa, masiva y múltiple capaz de poner en jaque a sus instituciones. Después del ejemplo de Gamonal, la expansión del conflicto de Can Vies sigue el mismo patrón: una población cohesionada resiste el ataque de los intereses institucionales y privados, combinados e inseparables. Se usan todos los medios al alcance y la solidaridad se extiende, rompiendo con las mentiras de la prensa y gobierno. Al final de la lucha, la comunidad que en principio estaba unida por simple lazos de vecindad es mucho más fuerte por los lazos de compañerismo.
Este tipo de luchas locales están llevando la percepción de la política hacía un terreno en el que la población tenemos mucho más poder: nuestras vidas. Frente a la política de debates mediáticos y lejanos, parece que gana peso la política más cercana a nuestra realidad: centros sociales, desahucios, presxs, huertos urbanos, conflictos laborales… Hemos de mantener esa trayectoria y no permitir que el fantasma parlamentario vuelva a encerrar “lo público” en edificios copados por profesionales del traje y el maletín.
Sin embargo, hay que conocer las amenazas que existen más allá de lo local e inmediato. Hemos visto la historia ponerse en marcha de nuevo. Hoy podemos seguir con horror la manera en que los bloques imperiales despedazan pueblos para explotar recursos y poblaciones como la ucraniana, egipcia o siria, financiando y preparando a la peor chusma: nacionalistas, neonazis, déspotas, integristas religiosos… Nos han hablado de ruido de sables entre potencias, sin que nos digan que nuestra tierra es un blanco militar prioritario por ser toda la península ibérica un enclave militar estratégico del bloque occidental. De la misma forma que nos han llevado a la miseria económica, nos llevarán a la guerra sin pestañear. De hecho, ya empiezan a preparar el terreno. La relativa fuerza que el nacionalismo está cogiendo en Europa va de la mano del creciente autoritarismo de los Estados europeos, reforzándose el uno al otro. No nos sorprende, pero sí nos preocupa.
Nos preocupa, porque de la misma forma que hemos visto a la minoría nacionalista sembrar el caos y el terror en Ucrania, en Castilla es preocupante la presencia de estas minorías profundamente españolistas dispuestas a provocar el conflicto con nuestra gente de otros países de la península y del planeta. De momento, a nuestros caciques les va bien con el bipartidismo parlamentario – PPSOE– y sindical – CCOO-UGT– gestionando la corrupción, pero en un momento en que las luchas están desbordando a estas estructuras de control político y sindical no nos extrañaría que se decidieran a levantar una fuerza compuesta por la escoria nacionalista y sus ideas. Es por ello que consideramos imprescindible combatir estos grupúsculos – hoy insignificantes – por todos los medios, sin perder de vista a quienes les cuidan y amparan. Es por ello que aplaudimos a la gente que dio la cara activamente en Valladolid el pasado mes de mayo, del mismo modo que nos repugna una vez más la actividad de la policía, sus detenciones y su existencia.
Subrayamos entonces la importancia de impulsar las luchas en nuestra realidad local, sin perder de vista el escenario global. Entre todas ya formamos una densa red de personas activas y comprometidas en la lucha por ser personas libres, viviendo en pueblos dignos y en un planeta vivo y habitable. Hagamos parte de esa red a toda la población.
Valladolid. Junio de 2014
Grupo anarquista Cencellada