Desde el blog de lxs compas de Argelaga, publicación libertaria contra el desarrollismo y por la defensa del territorio, recojo esta carta firmada por «Unos ocupantes de la ZAD de Notre-Dame-des-Landes» y dirigida a lxs compañerxs que llevaron a cabo la experiencia de ocupación en el bosque de Sivens y también en el área de Roybon.
En el escrito se reflexiona sobre la represión concreta que viven en las ZAD francesas, donde no son sólo los maderos y los militares quienes tratan de desmontar los proyectos en defensa del territorio, en nombre de un capitalismo industrial que avanza sin medida ni control hacia el abismo y arrastra con él a innumerables formas de vida, sino también aquellos «pobrecitos» granjeros, agricultores y campesinos (muchas veces victimizados desde algunos movimientos sociales) que también atacan a lxs activistas, explotan animales y ordenan el territorio a sus propios intereses pues, al final, ellxs son como lxs grandes empresarixs, y sólo ven el territorio como una fuente de beneficios económicos, en un mundo enfermo que gira en torno a ellos.
Cualquier visión comunitaria, donde se tenga en cuenta el valor intrínseco de la naturaleza y sus entornos, y se respete a otrxs animales, es por tanto incompatible con los planes de esta gente, con la cual, llegadxs a este punto, sólo resta el conflicto:
———————–
Una cosa es creer que las ZAD que proliferan en Francia desde hace meses luchan contra proyectos de infraestructuras más o menos importantes y más o menos públicos. Otra cosa sería constatar que tras cada ZAD transcurre un conflicto más profundo relacionado con la cuestión del territorio y de su uso. Ahora, y desde hace meses, escuchamos en Notre-Dames-des-Landes noticias sobre la mal avenencia de las ZAD de Sivens y Roybon con parte de su vecindario. En ambos casos, dos concepciones del mundo parecen enfrentarse. Una, la que se experimenta a diario mediante la ocupación de un espacio destinado a la destrucción con el fin de repoblarlo, cultivarlo, habitarlo y transformarlo. La otra, la que persigue, en nombre del empleo y de la tranquilidad, preservar y profundizar la marcha forzada del mundo hacia el control, la aseptización y la ordenación del territorio.
“¡Apártense! Terreno en vías de ordenación” era el título del primer opúsculo sobre las luchas de Notre-Dame-des-Landes. Tal cabecera señalaba la penosa evidencia de la destrucción acarreada por la ordenación del territorio en tanto que relación con el mundo. De acuerdo con ella, las granjas se convierten en explotaciones agrícolas, los setos se transforman en aeropuertos, los bosques se vuelven parques o “center-parcs”, los barrios se visten de eco-barrios y si es preciso albergan palacios de congresos, y en fin, el territorio se convierte en un recipiente de flujos que enlazan las metrópolis.
En Roybon se lucha a favor del proyecto de “center-parc” ante todo en defensa del desarrollo de determinados intereses locales; en Sivens, tenga que ver con el proyecto de pantano o no, lo que algunxs combaten es el concepto mismo de ZAD y su potencial subversivo. Desde el pasado 25 de octubre, fecha del asesinato de Rémi Fraisse, la policía necesita que alguien la releve en la represión de las ZAD antes de que éstas contaminen toda Francia.
Y la milicia de la FNSEA –Federación Nacional de Sindicatos de “Explotadores” Agrícolas– actuando con violencia desde hace meses, prepara el terreno a las autoridades para que recobren su prestigio, bastante malparado a causa de las macabras intervenciones de la fuerza pública de todos conocidas. Tanto en Sivens como en Roybon, los asesinos de zadistas se convierten en árbitros de un conflicto territorial, una especie de cascos azules de las nuevas formas de lucha. Árbitros en las palabras y cómplices en los hechos; cómplices en todo lo que de un modo u otro sirva para acabar con las ZAD, comenzando por el bloqueo de los accesos a las mismas.
Lo que está ocurriendo desde hace semanas en la ZAD del Testet testimonia suficientemente este giro estratégico, premeditado o no, en la ofensiva de la autoridad contra las luchas. Y la amenaza que pende sobre una ZAD en ese terreno, pende necesariamente sobre todas.
Desde el final de la operación “César” de otoño de 2012, en Notre-Dame-des-Landes nos defendemos con regularidad de toda clase de ataques, realizados por los partidarios del aeropuerto en diversos escenarios: manifestaciones de obreros pagados por empresarios de la construcción, incendios de cabañas o de vehículos, amenazas de muerte, palizas, etc. Los ejemplos abundan. Sin embargo, los ataques no han alcanzado el nivel de violencia de Sivens y Roybon. Las relaciones entretejidas los últimos años con los campesinos y los habitantes de la región proporcionan el mejor baluarte contra tal clase de hostilidad. Más persistentes resultan las maniobras orquestadas por AGO Vinci con una parte de los agricultores. Una nueva batalla, de la que todavía apenas se han hecho eco los medios de comunicación, tiene lugar entre ocupantes de la ZAD y los campesinos en lucha contra las explotaciones que se han percatado del actual cambio de aires y empiezan a centrar sus objetivos en las mil doscientas hectáreas de tierras agrícolas de la zona. A día de hoy cada cual actúa por su cuenta y no se vislumbra ningún movimiento unido en el horizonte, por más que AGO insista. En la región de Nantes, los agricultores de la FNSEA también hacen todo lo posible por ampliar sus explotaciones, cuando no protestan contra las reglamentaciones ambientales ante la prefectura, por ejemplo, maltratando nutrias roedoras (hecho acaecido el pasado 6 de noviembre). Aquí, como en cualquier otra parte, las granjas van desapareciendo desde hace cincuenta años y ser campesino o cultivador es un calvario.
Lo que sucede actualmente en el Testet no es más que la deplorable perspectiva que tendremos en Notre-Dames-des-Landes si se abandona el proyecto de aeropuerto: una doble ofensiva llevada conjuntamente por las autoridades y por todos los conservadores de la región.
Que la FNSEA vea con malos ojos la presencia de las ZAD no tiene nada de extraordinario; por el contrario, que se convierta en la principal correa de trasmisión de las mezquindades del poder no deja de ser preocupante. No sólo hay que desconfiar de las granadas ensordecedoras y de las pelotas de goma; también hay que protegerse de las milicias que actúan sin contemplaciones ante la mirada complaciente de los gendarmes. Si bien estos últimos tienen un estrecho margen de maniobra desde la muerte de Remi Fraisse, nada les impide mirar hacia el otro lado cuando determinados energúmenos de la FNSEA vapulean a los que protestan contra el pantano, quemando sus cabañas y destruyendo sus vehículos. Los gendarmes se van a erigir en defensores de la engañosa neutralidad de la República al interponerse entre los “dos extremos”.
En realidad, la pasma no hace más que controlar desde lejos la simetría del conflicto frontal entre los que protestan contra el pantano y los que protestan contra la ZAD, puesto que no puede intervenir de lleno sin arriesgarse a provocar muertes.
Este viernes 6 de marzo de 2015 sonará como un mazazo para el movimiento de las ZAD. Tendrá el mismo efecto que el golpe del 16 de octubre de 2012, cuando las autoridades dieron la orden de desalojo de la ZAD de Notre-Dame-des-Landes. Tras unas horas de escaramuzas, el prefecto anunció el fin de la operación por el control de la zona. Un mes más tarde, eramos cuarenta mil quienes reconstruíamos los campamentos y hacíamos fracasar una de las mayores operaciones policiales de los últimos años. Nuestra fuerza estuvo en desplazar los términos del conflicto y volverlo simétrico.
Por tanto, nos hacemos eco de los llamamientos hechos en el Testet para organizar concentraciones de solidaridad en todas partes donde sea posible y realizar acciones contra las prefecturas, la FNSEA y el partido socialista.
Y ante todo, estamos preocupados por los amigos detenidos esta tarde; nuestro corazón está con ellos.
Unos ocupantes de la ZAD de Notre-Dame-des-Landes