Lxs compas de Abordaxe! recogieron y publicaron el siguiente texto, titulado No future? y publicado inicialmente en la web de lxs compas portuguesxs que se encargan del periódico Mapa. Ahora, tras traducirlo desde el portugués, lo dejo a continuación:
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Al hojear una revista europea encontré unas «encuestas de opinión». La conclusión general de esas encuestas es que las personas ante un futuro que les parece caótico, se afirman cada vez más pesimistas y desamparadas por esta evolución que, en esencia, no fue escogida por ellas. La espera por una insurrección que no llega, aumenta el consumo de antidepresivos, ansiolíticos etc.
Todo indica que las personas se encuentran resignadas a un declinio irremediable. Cierto, si miramos un poco, nos damos cuenta de que existen personas que no se dan por vencidas, algunas minorías se meten a cultivar la tierra, a debatir, a imaginar formas de vida asociativa fuera de la lógica habitual del mercado. Pero estamos lejos de anunciar la deserción del complejo estatal-económico-industrial. El industrialismo, que se encuentra en el origen de la destrucción de la biosfera, pasó a la próxima etapa: la gestión mercantil de los estragos, con los regimientos de especialistas que se ofrecen para administrar el ganado humano, con nuevos progresos técnicos que extienden la artificialización. Y, es esta expansión constante, sin cuestionamientos, la que va construyendo este caótico mundo. La política, la economía, la izquierda y la derecha, la siguen. Constantemente sorprendidos por un estrago más que, una vez más, les desbordará.
Sin embargo, de este caos no surge necesariamente una toma de conciencia salvadora. La pedagogía no viene del derrumbe, pero se necesita arremangarse, asociarse, reencontrarse, discutir, leer, proponer, hacer. Salir de nuestra pasividad mortífera. Tenemos que volvernos individuxs de pié y no (sobre)vivir de rodillas como productores-consumidores, dar sentido a nuestras existencias, hacer prevalecer la autenticidad de nuestro ser, poner en práctica el compartir… Estamos muy lejos de tal paso colectivo. Aunque pesimistas, estamos obcecadxs por la religión del crecimiento destructivo, aun consideramos al hombre como el ser superior a su medio, el planeta como una reserva inagotable. La creencia en el progreso técnico infinito, en un futuro radiante, modela toda nuestra manera de vivir, de ser, de pensar, nuestra identidad, nuestros valores, nuestras representaciones, nuestros sueños demiúrgicos. No vislumbramos el cortejo fúnebre de la falsa abundancia. Por ahora, optamos por negarlo. Y toda la disidencia es denunciada como herejía. Muy negativa. Bastante desestabilizadora. Cuestionar el mundo impuesto es doloroso. ¿Las pulsiones de la vida ganarán por fin aliento? ¿La resistencia surgirá del estancamiento?
