El siguiente texto corresponde a un panfleto que fue repartido en Latina, Italia, tras la revuelta del 1 de mayo en Milán, en el contexto de las movilizaciones contra las desorbitadas inversiones que el Estado italiano había realizado para la organización y desarrollo del macroevento (un escaparate más para su globalización y sus políticas neoliberales disfrazadas de diplomacia), mientras que con la excusa de la austeridad aumentan la precariedad y la miseria.
El escrito, titulado «Las palabras y las cosas» pretende responder a todas las voces ciudadanas, democráticas, cívicas y «pacíficas» (les gusta llamarse así, aunque con su pasividad, su indiferencia, su conformismo y su obediencia ciega a la autoridad y sus leyes, maten a diario mucho más que cualquier disturbio) que pusieron el grito en el cielo para condenar los hechos, criticando los disturbios y los destrozos causados a bancos, comercios de grandes firmas, símbolos del Poder y vehículos de alta gama, y pidiendo «mano dura» para lxs revoltosxs.
A continuación, os dejo el texto, si bien se trata de una reflexión que hemos escuchado y leído muchas veces, y que hace referencia a un debate más que manido y trillado. Confieso que, para mí, la violencia antagonista ya no necesita ser justificada. Por supuesto, como cualquier otra acción, necesita y debe ser sometida a crítica, debatida, y hay que pensar si de verdad nos ayuda a acercarnos a nuestros objetivos o si por el contrario es puro espectáculo, pero en cuanto a su justificación, creo (y lo digo sin tapujos) que quien a estas alturas continúe condenando la contraviolencia y la autodefensa contra un sistema como éste, es sencillamente imbécil.
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Carta abierta a los ciudadanos indignados por las devastaciones de Milán:
Querido ciudadano honesto y democrático, estas líneas están dirigidas justamente hacia ti.
A ti, quien tuviste que asistir, espectador asombrado e indignado, al derrumbe que ha demolido el centro de Milán aquel fatídico 1 de mayo recién pasado.
Durante días y días, tú y tus amigos los periodistas, los policías y los políticos habéis dispensado desde vuestros rimbombantes y poderosos medios de información una oración rellena de bellas palabras: “Black Block”, “matones”, “vándalos”, “idiotas”, “delincuentes”. Habéis hablado de “destrucción ciega y nihilista”. Habéis elogiado la “gran profesionalidad de las fuerzas del orden”. Habéis gritado al ataque en equipo hacia vuestra democracia, vuestro orden, vuestro bienestar, vuestra paz. Habéis pedido “castigos ejemplares” para los responsables de aquella “intolerable violencia”…
Bien. Ahora, si nos lo permites, nosotrxs también querríamos intentar explicarte nuestra opinión acerca de lo ocurrido ese día.
Vamos a empezar por una premisa: nosotrxs hablamos idiomas muy diferentes, querido ciudadano. Lo que para ti puede significar una cosa, para nosotrxs puede significar otra. Las palabras son importantes porque, según el uso que se haga de ellas, se puede determinar el sentido de las cosas. Así con las palabras se puede construir la realidad. Pero si es verdad, como dice el filósofo, que “no existen hechos sino sólo interpretaciones” y la realidad se construye a partir de la perspectiva en la que nos ponemos, queremos que tú conozcas nuestro punto de vista.
Lo que tú llamas vandalismo nosotrxs lo llamamos conflicto social.
Lo que tú llamas destrucción ciega y nihilista nosotrxs lo llamamos revuelta.
Los que tú llamas Black Block nosotrxs lo llamamos insurrectxs, y lxs reivindicamos como nuestrxs cómplices y compañerxs de viaje.
Las que tú llamas fuerzas del orden, para nosotrxs sólo son aporreadores, asesinos, violadores y torturadores en uniforme.
Lo que tú llamas orden, nosotrxs lo llamamos control y represión.
Lo que tú llamas bienestar, nosotrxs lo llamamos explotación, alienación y devastación ambiental.
La que tú llamas democracia, nosotrxs la llamamos servidumbre voluntaria.
La que tú llamas paz, para nosotrxs tan sólo es la guerra permanente del Dominio para cada una de las formas de vida no esclavizadas.
¿Te ha quedado claro?
Nosotrxs nos damos cuenta de cuán difícil puede ser para ti tan sólo entender nuestras palabras. Te lo hemos dicho: los nuestros son idiomas diferentes. El tuyo lo conocemos hasta demasiado bien, lo escuchamos desde que nacimos, pero lo hemos desaprendido. Nos hemos vuelto Bárbarxs. El idioma del Imperio nos da horror: es el hierro con el que, desde siempre, se forjan las cadenas de la humanidad.
Nosotrxs no podemos ni queremos convencerte con nuestras razones. Si quieres seguir “tomando por buenas las verdades de la televisión”, si crees en el “milagro económico”, si piensas que, a pesar de todo, este es el mejor de los mundos posibles, si estás convencido de que la violencia siempre está equivocada y es inútil, y que las tortuosidades de este sistema se pueden solucionar por el “buen gobierno” y las reformas, pues hazlo.
Sigue con tu existencia dócil y tranquila, sigue bienpensando y tartamudeando el idioma de la sumisión. Continúa produciendo, consumiendo, votando, para luego palmarla como un ciudadano honesto y democrático.
Si tú a esto le llamas vida, nosotros le llamamos supervivencia.
En lo que a nosotrxs respecta, no podemos hacer otra cosa que seguir siendo lo que siempre hemos sido: lxs enemigxs de este existente. Para tu opinión seremos matones, pero vamos a ser honestxs, nosotrxs sabemos muy bien en qué lado posicionarnos… ¡y sin embargo no es el tuyo!
No sé si habrás escuchado a ese periodista que, en un famoso programa de la tele, afirmó, cono tono preocupado y perentorio, que “la guerrilla urbana será el futuro de la guerra en nuestra Europa”. Que sepas que esto es precisamente nuestro mayor presagio. Si así será, puedes estar seguro de que nos encontrarás en las barricadas, con toda nuestra carga de rabia y odio hacia este mundo podrido.
Vengativos saludos.
Lxs enemigxs internxs de siempre