Jornadas Antirrepresivas en el restaurante La Mandrágora para recaudar fondos para joven multado con 8000 € por asistir a una manifestación (Valencia)

Mañana comienzan unas Jornadas Antirrepresivas en Valencia organizadas por las Juventudes Libertarias que constarán de varias fechas con comida o cena vegana en el restaurante La Mandrágora, con el fin de obtener fondos para ayudar económicamente a un joven que debe pagar una multa de la delirante cuantía de 8.000 euros por su participación en una manifestación hace 4 años, donde él no sólo no participó en acción alguna que motivase (para la policía, quiero decir) la imposición de semejante cuantía (que en caso de impago se traduciría en una sentencia de prisión), sino que de hecho fue apaleado, maltratado, amenazado y humillado por los maderos.

Sigue el cartel con la información de las jornadas y a continuación el testimonio del joven acusado. Desde aquí, un saludo para él. Del miedo quédate con el dolor y la rabia… Suerte, fuerza y ánimo.

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Todo empezó hace 4 años, cuando mi madre se quedó sin trabajo. Así daba comienzo un período de 2 años largos, en los que cada día las cosas en casa iban a peor. En casa vivíamos cuatro personas, la pareja de mi madre trabajaba en una fábrica y esta cerró y envió a todos los trabajadores a “mejor vida”… La chica con la que estaba en ese momento buscaba con su familia que, a través de la PAH, les concedieran la “dación en pago” de la casa, si no, serían desahuciados. Llegó el día en que, con 19 años, abrí la despensa de mi casa y no había nada. Así repetidas veces, estaba vacía. Entonces, ¿qué cojones podía hacer yo? No me quedaba nada. No teníamos nada. Sólo podía hacer eso que leíamos en los libros de Historia de España en Bachiller, tirarme a la calle a gritar y a manifestarme como el miserable que era.

Así que, si no recuerdo mal, un 18 o 19 de julio, la PAH (Plataforma Afectados por la Hipoteca) convocaba una concentración delante de la sede del PP en Valencia. Me pasaron la info por Whatsapp, mi novia iba, yo decidí sumarme también (con un amigo). Al llegar a la concentración, la gente estaba animada y, después de un buen rato, se cortaron las calles y la gente se marchó hacia el paseo de la Petxina, sin ningún incidente ni altercado, eso sí, bien rodeados de policía. Me quedé fuera de la multitud y, por no dejar sólo al amigo con el que fui, crucé el cordón policial con beneplácito de esta, y ahí fue cuando todo se complicó. Tuve unas palabras, sólo unas palabras, con un hombre policía, por estar desesperado, le dije que si las leyes eran injustas había que cambiarlas… No le gustó demasiado.

Al rato de estar hablando con él, apresaron a una mujer de la edad de mi madre, estaban golpeándole en las piernas. Justamente cuando yo estaba empezando a gritar por los golpes a la mujer, el policía se puso delante de mí con una libreta, diciendo que ahora iban a proceder con mi detención, y sin darme tiempo a reaccionar ni a hacer nada, tenía a dos hombres el triple de grandes que yo, uno cogiéndome por el cuello, pasándome el brazo por detrás, pegándome puñetazos en la cara, otro haciéndome una llave de defensa en el brazo izquierdo (todo esto por detrás de mí) y un tercero tirando del pañuelo que yo llevaba el cuello y que me hacía mucho daño. Entre golpes me llevaron detrás de las furgonas, donde me tiraron al suelo. Estando yo boca abajo, me pegaron patadas y se tiraron encima de mí unos 6 o 7 policías, golpeándome con las rodillas la espalda y las piernas, recuerdo que uno sólo me cogía la cabeza y que me tenía bien apretado contra el suelo, recuerdo el asfalto asfixiante y sus rodillas demoledoras encima de mí, sobre mi cara deshecha. Estaban intentando esposarme y yo no me resistía, recuerdo decirles muchas veces: “estoy tranquilo, estoy tranquilo, me ahogo, dejadme respirar por favor”, quería morirme, sentía como si me quemara el pecho por dentro. Cuando me esposaron, me sentaron, y ahí fueron pasando todos mirándome y riéndose. Se burlaban de mí.

Me levantaron los antidisturbios y me pusieron contra el furgón, y yo miraba en dirección a la manifestación. Un policía vino y se puso a gritarme que me iba a matar si no miraba hacia otro lado. Me subieron al coche con otro chico detenido y de ahí a la comisaría, el poli que iba de copiloto tenía ganas ya de acabar su turno. Al policía que iba de conductor se le veía bastante responsable, atento y preocupado por nosotros. Dentro de comisaría estuvieron haciéndonos preguntas (otros policías), nos vacilaban y después iban de amigos, nos tenían mareados. No dije demasiado. Tenía un dolor de cabeza impresionante. Nos desnudaron, nos hicieron fotos ya vestidos y sacaron todas nuestras huellas dactilares.

En el médico, nos inspeccionaron siempre con un policía delante, mirando el parte y lo que nos examinaba. A las 4 de la mañana fuimos a declarar y al forense. El forense no me hizo demasiado caso, me decía que los dolores que tenía en la espalda se irían en unas semanas durmiendo sin cojín… Le decía que la tenía deshecha… El forense me ofreció un ibuprofeno que cogí pero que no me tomé, quería recordar el dolor que tenía. Al salir del juzgado, esposado, vi a mi madre, se le deshizo el corazón. No me dejaron acercarme, le grité: “¡Te quiero, mamá!”. Otra vez a comisaría.

Ahora, cuatro años después, solo me queda decir que este sufrimiento que han sembrado en mí, esta mierda de castigo, yo no me lo merezco. ¿Qué culpa tengo yo de haber nacido de familia pobre? No tengo paz. No la encuentro en nada, sólo en el activismo político encuentro una forma de luchar. No tengo dinero para pagarle al abogado, pero es un tío que se porta muy bien. No soy capaz de tirar adelante sin el apoyo de la gente que quiero. ¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer? Necesitaba escribir esto. Contarte las mil noches que he pasado en vela porque el corazón me iba tan rápido que no podía dormir, pensando en aquellos gritos. Me despierto pensando en aquellos policías pegándome y riéndose de mí, es el miedo quien me ha dominado.

Tengo que pagar una multa de 8000 euros en los próximos dos meses, en caso contrario, me enfrentaré a la pena de prisión. Si mi historia te ha llegado dentro, por favor hazla tuya y difunde este escrito, ayúdame a ser libre.

¡¡¡Muchas gracias, salud y libertad!!!

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