Entrevista a Juan Manuel Bustamante Vergara «Nahuel», por el periódico anarquista Todo Por Hacer (Madrid)

Les compas de Todo Por Hacer han aprovechado la salida de Nahuel de prisión para realizarle una entrevista y saber más cómo ha vivido este proceso de paso por la cárcel y otras cuestiones. Aquí os la dejo:

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El 4 de noviembre de 2015 amanecimos con un nuevo golpe represivo a los movimientos sociales. Esta vez le tocó al colectivo Straight Edge Madrid, un grupo de jóvenes que participaban de las luchas sociales desde una perspectiva libertaria, antiespecista y contra las drogas, por ello dedicaban grandes esfuerzos en la organización de actividades de ocio alternativo donde normalmente los conciertos de música hardcore amenizaban la jornada. Este golpe recibió el nombre de Operación Ice y 8 jóvenes fueron detenidos/as en sus casas acusados/as de pertenencia a organización terrorista a la par que se les impusieron fianzas de miles de euros si querían evitar la prisión preventiva, excepto a Nahuel -Juan Manuel Bustamante- que fue ingresado en prisión sin opción a fianza.

Desde el Todo Por Hacer ya hemos hablado en otras ocasiones de este caso, pero ahora estamos de enhorabuena. Tras 16 meses en prisión preventiva Nahuel fue puesto en libertad, por fin. Una libertad vigilada y a espera de juicio junto con el resto de miembros de Straight Edge Madrid. El día 8 de marzo familiares, amigos/as y compañeros/as solidarios/as acudieron a la prisión de Aranjuez donde se encontraba Nahuel para recibirle a la salida. Justo cuatro días antes había tenido lugar una manifestación a las afueras de la cárcel que tuvo una gran repercusión dentro de la misma, con decenas de presos/as sacando sábanas por las ventanas y alegrándose por la solidaridad con ellos/as. Ese día Nahuel vio desde la lejanía de su celda a sus compañeros/as que se manifestaban fuera.

Aprovechando esta nueva situación de Nahuel hemos querido entrevistarle para poder tener su testimonio sobre distintos asuntos relacionados con su estancia en prisión y la Operación Ice.

Empezando cronológicamente. ¿Puedes contar en un par de frases qué era SxE-Madrid y cual era vuestra actividad cotidiana?

La idea principal era crear un grupo hardcore straight edge e ir poco a poco creando una pequeña escena straight edge dentro de la escena hardcore antifascista y anarquista, creando un espacio libre de humos y drogas, abriendo a la posibilidad de que así, junto a las entradas a precio libre, más gente joven pueda tener acceso a la música. La mayoría quiso aprovechar la situación para llevar a debate el uso de las drogas en los CSO o en el movimiento anarquista, es por ello que se postergó la idea principal y se hizo más difusión sobre una vida libre de drogas. Al final, poco a poco fuimos recuperando la idea principal y sirvió para apoyar a otros colectivos. Creo que lo más sonado fueron los conciertos y cenadores vegan para santuarios animales o la que sirvió para ayudar a las personas refugiadas. En resumen: Un grupo de jóvenes straight edge anarquistas que vieron en los conciertos algo más que pasar el rato.

¿Qué recuerdas del día de la detención? ¿Pensabas/áis que algo así podría sucederos? ¿En qué momento fuiste consciente de la magnitud de los hechos que os estaban sucediendo?

De la detención recuerdo que estaba enfadado y algo despreocupado. Me molestó que arrestaran a mi compañera el día que habían operado a su madre de una mastectomía y encima cínicamente preguntasen por ella. Los policías armados en tu casa durante la madrugada, mientras la destrozan para buscar lo que sea, llevándose cartuchos de videojuegos, consolas o los tornillos de mi cama -por lo cual ahora duermo con el colchón en el suelo-, crean una sensación de indefensión y a la vez te muestra la impunidad que tienen a la hora de construir sus “operaciones”.

Al principio no piensas que algo así te va a pasar, pero cuando leí las acusaciones de las personas de la Operación Piñata crees que puede pasarte, pero no me lo esperé.

Cuando me dijeron que iba a ingresar a la prisión ya me lo esperaba, sobre todo cuando mi abogado me dijo, por informaciones de los medios de comunicación, que yo era el líder, así que en los calabozos me fui haciendo a la idea.

¿Cómo afronta una persona joven y activista el hecho de entrar en prisión? ¿Qué puedes contarnos acerca del proceso de entrada?

Cuando entré a prisión recuerdo que, tras estar unos días en los calabozos sin ver la luz del día, al salir de la furgoneta de la guardia civil lo que vi fueron enormes paredes con una alambrada de metal. Me chocó el primer contacto. Tras verme todos los datos y tomarme las huellas y fotos, me hicieron desnudarme en unas duchas y me echaron una especie de jabón y me dieron un mono blanco para vestirme. Fui trasladado al módulo de aislamiento. En la celda había un plato de plástico con pescado, coliflor y pan. Los días en el calabozo no había comido nada más que pan galleta, así que tiré el pescado y comí coliflor como si fuera lo más delicioso del mundo. ¿Cómo afronte el entrar en prisión? Sinceramente, lo tomé como muy a la ligera. A veces me avergüenza decirlo porque parece que menosprecio el sufrimiento de otras personas que han vivido y siguen viviendo el daño de la cárcel, pero le perdí el miedo. Evitaba preocupar a la gente que ya estaba sufriendo por mí, lo que implicaba hacerme responsable de cómo les pueda afectar. A la persona que más le afecto mi estancia en prisión fue a mi madre.

Te movieron hasta 5 veces de cárcel y estuviste tiempo en aislamiento y bajo régimen FIES ¿Cual es tu lectura acerca de la magnitud represiva a la que has sido sometido? ¿Pudiste lograr llevar a cabo actividades cotidianas en la cárcel que te permitieran tener una rutina? ¿Cómo era tu día a día?

Según el Art. 6.4 del Reglamento penitenciario “La administración penitenciaria podrá establecer ficheros de internos” para garantizar la seguridad y “el buen orden del establecimiento”, sin embargo, habla de que en ningún caso el estar incluido en dicho fichero determinará “un régimen de vida distinto de aquel que reglamentariamente corresponda”. Ahí puedes darte cuenta que ni siquiera sus propias normas son respetadas, así que era evidente que lo que iba a venir sería algo frustrante. Al llegar a Soto de Real se me aplicó el Art. 75.1 RP, ello no implica estar en aislamiento, pero automáticamente se me envió al módulo de aislamiento. Al pasar poco más de una semana y media me enviaron a Navalcarnero. Al llegar no me dejaron llamar a mi familia – Al llegar a una nueva prisión tienes derecho a informar a tu familia mediante una llamada que el centro debe cubrir- y el director vino personalmente para decirme que dejara de insistir y me mandaron al módulo de aislamiento, otra vez. Al mes y algo, por un problema en las tuberías del módulo de aislamiento, se me envió a módulo, pero prohibiéndome salir del módulo o acceder a la biblioteca, así que sólo tenía acceso al módulo y al salón del módulo, que por lo general servía de fumadero. Un día sin venir a cuento me llaman a la hora de comer y sin dejarme terminar me envían a aislamiento porque se me aplicaba el Art. 10.2 LOGP que se aplica a los/as presos/as más “peligrosos/as” o “inadaptados/as” al régimen de vida ordinario, por ello sería trasladado a una cárcel de máxima seguridad a vivir en régimen cerrado que es como el aislamiento común, pero más restrictivo y con mayor seguridad, apenas tienes contacto con otras personas, salvo los/as presos/as, o preso/a, con el/la que salgas al patio. Lo peor fue la comida, ya que allí el concepto de dieta vegan era ridículo. Me daban arroz blanco con espárragos apenas escurridos, a veces me daban arroz y dos patatas mal cocidas con piel, o dos tomates con rama y todo. Una vez llegaron a darme arroz blanco y arroz blanco. A veces les mostraba a mi familia y amigas lo que me daban para reírnos, pero eso les preocupaba así que dejé de hacerlo.

Antes de cumplir cuatro meses en Estremera me avisan que me envían a Sevilla, Morón de la Frontera, por cuestiones de “tratamiento”, lo cual es absurdo ya que no estoy condenado y técnicamente soy inocente así que no se me puede “tratar” de nada. El modelo de la cárcel y tratamiento era el mismo. Curiosamente, fue el lugar donde me llegó una resolución judicial que me daba la razón en que no debía estar en aislamiento, algo que enfadó al departamento de seguridad de la prisión. Se me movió al módulo más conflictivo de la prisión donde durante más de un mes no pude salir de él y se me prohibía realizar actividades. Finalmente, se me envió a Aranjuez donde estuve en módulos conflictivos y a la hora de poder acceder a estudios se me ponían obstáculos burocráticos de todo tipo. Aunque, para mí, lo peor han sido los traslados. Una vez estuve en un pequeño habitáculo del autobús de la guardia civil con los brazos en la espalda esposado durante más de 5 horas. Fue cuando me llevaron a Sevilla. Terminé con la espalda destrozada, pero me decía a mí mismo que ya pasaría y pronto estaría acordándome de ello como una anécdota, y bueno, ahora lo puedo contar y reírme.

Una cosa que me sirvió muchísimo es crearme una rutina extremadamente estricta, ya sea correr en el patio, leer o escribir cartas. Ahora siento la falta de rutina que me afecta en los horarios fuera de prisión. Necesito dormir…

Sabemos que tuviste problemas para seguir tu dieta vegana ¿Podrías detallarnos acerca de este tema? ¿Como te cuidabas dentro?

Bueno, pese a que en Febrero un auto judicial me daba el derecho a tener una dieta vegan eso se respetó de manera aleatoria. El auto no sólo obligaba a la cárcel a darme una dieta vegan, sino que añadía que exista un control médico y suplementos vitamínicos. Estas últimas dos cosas sólo se respetaron en Sevilla; algo raro ya que fue una de las cárceles más restrictivas, pero en ese aspecto cumplieron con ello. Antes de que se me concediese ese derecho lo que hacía era comer el 50% de la bandeja si estaba en aislamiento o intercambiaba carne animal por legumbres o arroz, lo que me ofreciesen. En Aranjuez, les importó nada el auto judicial y me ofrecieron de dieta dos tomates cortados a cuadros y un poco de lechuga. Ni siquiera había dieta vegetariana, ni para los musulmanes. Allí empecé a “trapichear” con la comida e intercambiarla por otras cosas. Muchos presos salen a la escuela de la cárcel y tienen contacto con presos que trabajan en cocina que son conocidos suyos y me ayudaban a la hora de conseguir algo con que tirar. En la cárcel están prohibidos los tuppers, así que usaba un bote de Cola-cao vacío para que me llegase comida. A veces lo pienso y me da risa, pero todo ese proceso de transporte “clandestino” de comida era usado para transportar otras cosas (hazte una idea…) y a mí me servía para transportar garbanzos, papas al horno o alguna comida apta para mí y que me sirva para completar la ausencia de comida. Lo cierto, es que sí me proporcionaron multivitamínicos como b12, pero eso no te calma el hambre.

La vida dentro de las cárceles está muy mediada por las drogas, siendo tú una persona SxE ¿Qué reflexión haces acerca del uso de las drogas dentro de la cárcel?

Para mí el straight edge y el anarquismo son dos cosas distintas, para algunas personas va de la mano, pero para mí el straight edge es algo que me acompaña desde los 13 años. Los valores de autocontrol y de sentir orgullo de no caer en el consumo de cualquier tipo de droga durante tanto tiempo, me sirvieron para continuar firme en mi postura contraria a las drogas. En la cárcel, la presión por consumir es más fuerte y el ambiente no ayuda, pero quería ser la excepción; y esa rectitud sirvió para que otros presos decidieran hacer lo mismo. No soy de hacer proselitismo en lo referido al straight edge, yo lo soy porque para mí es lo que más me define, pero a veces sin darnos cuenta nuestras acciones individuales influyen en otras personas, y en ese aspecto me llevó a conocer a gente leal y solidaria. Desde la perspectiva del anarquismo podría decir que se nota la pasividad de los presos y lo vulnerables que son a endeudarse por las drogas, ya sean ilegales o las pastillas que se dan en la cárcel como seroquel, tranquimazin, lyrica, entre otros. El tabaco no sólo es una moneda de cambio, sino que se consume de manera descontrolada; podías ver la nube de humo al entrar a la sala de estar.

Fuera de la cárcel tus amigos/as, familiares, compañeros/as y personas solidarias se han organizado para difundir tu situación, así como la del resto de SxE-Madrid, y sacarte cuanto antes de allí ¿Como valoras el movimiento de solidaridad? ¿Cuáles crees que son las cuestiones más necesarias a la hora de llevar a cabo una campaña antirrepresiva como la vuestra? ¿Cómo pueden los colectivos apoyar desde fuera de los muros?

Creo que las cuestiones necesarias a la hora de llevar a cabo una campaña anti represiva son la lealtad y convicción a la hora de defendernos, como colectividad, de un proceso duro y largo. Saber apoyarnos y dividir el trabajo de la manera más organizada, sino acaba cayendo la responsabilidad en unas pocas personas, lo cual puede crear desgaste. Creo que cada colectivo mostró su apoyo de mil maneras, al salir he visto el apoyo de grupos antifascistas que ni me conocían ni habían compartido espacios conmigo. Fue increíble ver, que pese al trabajo diario que suelen hacer, decidieron no olvidarse de mí. En respecto al anarquismo fue increíble a la hora de apoyar constantemente de mil maneras. Es cierto que al principio por estar desconectado del exterior o porque comunicarte en la cárcel es como jugar al “teléfono escacharrado”, no podía ver el trabajo que hicieron y que al salir pude verlo. Creo que en ese aspecto es bueno hacer llegar a la persona presa, a través de cartas, el trabajo voluntario que se hace, ya sea por imágenes de a lo mejor un comedor, una concentración, una manifestación o una simple pintada, eso te anima mucho. Ver imágenes de fuera ayuda mucho en general.

Tras tantos meses dentro, ahora en la calle y aun con el juicio en el horizonte ¿Qué ha supuesto esta experiencia para ti como activista político? ¿Y más allá de la actividad política?

Para mí estar en la cárcel me ha servido para perderle temor. Si hubiera durado 3 o 4 meses quizás hubiera salido con el susto bajo la piel y quizás no hubiera dicho eso, pero pasar ese tiempo y el ser enviado a primer grado me sirvió para afrontarlo como un camino duro que debía afrontarlo de la manera más fuerte posible o lamentarme cada día. Solo. La presión que sentía y la violencia diaria que se vive allí no me permitieron centrarme en otras cosas que no fuesen adaptarme y regirme por esa rutina autoimpuesta. Estaba en mis manos escoger que camino elegir ante el sufrimiento. La cárcel no es el final del camino, sino que la vida continúa allí y, evidentemente, la lucha.

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