Gary Yourofsky es un conocido activista que se hizo especialmente famoso después de que una de sus conferencias, la cual fue impartida a alumnes del Instituto de Tecnología de Georgia, fuese grabada en vídeo y colgada en la plataforma de vídeos Youtube. La charla fue tan impactante y elocuente que se tradujo a numerosos idiomas y su difusión en Internet fue viral, alcanzando millones de visitas, y siendo descargada e incluída en DVD’s recopilatorios de documentales y material audiovisual antiespecista. Esto catapultó a Yourofsky, si bien él ya había alcanzado previamente unas buenas cotas de popularidad por sus propios méritos ya que, debido a su activismo, fue arrestado varias veces, llegando a pasar casi tres meses en prisión en Canadá por un asalto a una granja de visones donde fueron liberados numerosos animales. Tiene la entrada prohibida a Gran Bretaña y Canadá por sus acciones como activista, y sus charlas han sufrido intentos de boicot en varios países por parte de organismos educativos, medios de comunicación y lobbies empresariales.
Dicho así, puede parecer que Yourofsky es un gran activista y compañero. No obstante, sus derivas en los últimos años resultan cuanto menos repugnantes y su actitud ante aquellas personas que señalaron sus errores, también.
A pesar de todo, nadie nace sabiendo y es cierto que fuímos muchas personas las que, en su momento, vimos y recomendamos aquel vídeo de su conferencia en Georgia y animamos a conocer su activismo, el cual nos parecía inspirador y admirable, contribuyendo así a la fama de este sujeto, antes de saber y tomar conciencia de todas sus cagadas. Ahora, escribo esto en cierto modo como una «redención» personal, buscando precisamente ayudar a extender conciencia sobre quién es realmente Gary Yourofsky y la clase de declaraciones asquerosas que realiza últimamente, con el fin de ayudar a evitar que más personas veganas quizá menos informadas o con una trayectoria simplemente distinta que no les llevase a conocerle, den credibilidad y espacio a la palabrería de este tipo en el futuro.
Gary Yourofsky ha sido en varias ocasiones señalado por las connotaciones racistas y misóginas de sus declaraciones. Ejemplos de ello son sus comparaciones entre la violación y las inseminaciones artificiales a vacas en las granjas de lácteos, reprochando a mujeres feministas el no ser veganas (a pesar de que él es un hombre cis y hetero que goza de unos maravillosos privilegios de género de los que no se ha desprendido en ningún momento y que utiliza constantemente en sus comentarios), o sus declaraciones cuando fue a dar conferencias a Israel y comparó las granjas factoría con los campos de concentración de la Alemania nazi, tildando de hipócritas a todas las personas judías que no han dejado de consumir productos de origen animal. También ha llamado hipócritas a las personas negras/afrodescendientes que no son veganas por quejarse de la esclavitud y del apartheid mientras elles esclavizan animales no humanos, y por quejarse del racismo policial contra la gente negra en EE.UU. mientras elles tratan a los animales «peor de lo que cualquier policía les ha tratado jamás a ellos» (siendo él un hombre blanco). Todo esto provocó, como es lógico, un rechazo cada vez mayor dentro de comunidades de activistas que entienden la lucha contra el especismo como una parte más de una lucha mucho más amplia contra la dominación y contra todas las demás formas de opresión, también aquellas que afectan a los seres humanos (racismo, sexismo, LGTBIfobia, xenofobia, capacitismo, clasismo…). Ahora, Yourofsky, que ha abandonado en gran medida el activismo debido al parecer a deudas económicas, sigue no obstante desencadenando hilarantes polémicas a través de Youtube, y es en concreto en uno de sus vídeos en el que me gustaría centrarme, el cual, a pesar de que fue subido ya a mediados de 2015, hace más de dos años, yo no había visto hasta estos días.
Antes de nada, decir que soy consciente de que, precisamente por el obvio carácter provocador de ese vídeo, lo más inteligente sería pasarlo por alto y no prestarle esa atención que parece buscar tan desesperadamente su autor. No obstante, y a pesar de que ya han surgido otras respuestas anteriormente, como he dicho, por desgracia Yourofsky goza todavía de un gran protagonismo en ciertos ambientes activistas e ignorar sus chorradas, aunque sean chorradas, no ayudará a derrumbar su mito, mientras que exponerle y señalarle sí puede hacer que más personas con buena intención pero desconocedoras de todo esto se cuestionen mejor a quién quieren dar su apoyo.
El vídeo en cuestión se titula «Palestinians, blacks and other hypocrites» (Palestinos, negros y otros hipócritas) y en resumen, lo que transmite su contenido es que las personas no veganas que luchan por lo que Gary define de forma genérica como «derechos humanos» son unas hipócritas que no se merecen ningún derecho ni respeto. Partiendo de esa base, Gary responde a las acusaciones de racismo y misoginia emitidas contra él alegando que no puede ser racista ni misógino porque él, simplemente, es misántropo (y dado que «odia a todos los seres humanos», su odio no podría reforzar estructuras de poder concretas). Este argumento tan estúpido le sirve para desplegar una vez más un arsenal de declaraciones donde Yourofsky da rienda suelta a su discurso liberal, aliñado por cierto con grandes dosis de capacitismo, usando adjetivos como «crazies» (locos), «insanity» (enfermedad mental), «lunacy» (locura, de ser lunático) y otros para referirse a las personas que le han recriminado su actitud y, en particular, a lo que él se refiere como «the apologist-pacifist-intersectionalist vegan community» (la comunidad vegana apologeta-pacifista-interseccional), donde incluye a cualquiera que se plantee la lucha desde la interseccionalidad. En concreto, su comentario es el siguiente (extraído y traducido directamente del texto que publicó en la caja de información del vídeo antes mencionado):
«Sin embargo, tengo que hacer una importante rectificación porque dije que los palestinos eran el grupo de personas más loco del planeta. Esto no es cierto, e inequívocamente lo retiro. ¡La comunidad vegana apologeta-pacifista-interseccional es la más loca de lejos! Luego están TODES les humanes «oprimides» no veganes (negros, mujeres, LGTB, palestinos, judíos, hispanos etc.) y les activistas no veganes de los derechos humanos porque apoyan orgullosamente la violación, robo de bebés, esclavitud y asesinato de animales, negándoles inequívocamente los mismos derechos de vida, libertad y la persecución de la felicidad que elles están demandando/recibiendo.»
Es cierto que resulta contradictorio preocuparse por combatir unas opresiones mientras te aprovechas de otras. Es contradictorio exigir respeto para las personas que forman parte de tu comunidad o grupo pero luego cerrar los ojos y disfrutar cuando ese sufrimiento se inflinge a otros y a ti te conviene aprovecharte de él y olvidar todos tus discursos sobre respeto, libertad y justicia. Sí, es cierto, es contradictorio. No obstante, también es contradictorio defender la libertad de los animales mientras utilizas tu posición de hombre blanco occidental cisgénero y heterosexual que vive en EE.UU. para promover discursos de odio, realizar comparaciones grotescas, innecesarias y altamente ofensivas entre las opresiones que sufren unes y otres y desearle la muerte a cualquiera que no siga un estilo de vida vegano, afirmando que su sufrimiento, sus problemas o las opresiones que puede sufrir esa persona no significan nada ni merecen solidaridad porque esa persona es una egoísta que se alimenta de animales torturados.
Para empezar, presuponer que todas las personas del mundo pueden seguir un estilo de vida vegano es obviar numerosos factores, desde los problemas económicos asociados a las clases sociales dentro del sistema capitalista, hasta las particularidades geográficas de cada cual, pasando por cuestiones sociales o culturales bastante más complejas que no me voy a poner a desgranar aquí.
Fomentar el antiespecismo y el veganismo como ideas y como prácticas de desobediencia y resistencia activa al especismo es necesario y urgente, y es consecuente con una lucha que dice pretender acabar con toda autoridad, pero a menudo nos encontramos con un planteamiento de dichas ideas lleno de relaciones de poder de naturaleza neocolonial e imperialista, como si nosotres, personas blancas del «mundo desarrollado» tuviésemos que ir por el mundo en plan misionero diciéndole cómo tienen que vivir a los mismos pueblos que nuestra cultura occidental desposeyó de sus propias raíces e historia, de su libertad y dignidad, reduciéndoles casi a la extinción, tratándoles, sí, como «animales de feria» (perdonadme por las connotaciones especistas de la expresión, espero que entendáis a cuento de qué viene). Cabe señalar, de hecho, que algunos de esos pueblos hoy oprimidos cultural y racialmente por la cultura blanca occidental, y cuya defensa Yourofsky considera hipócrita y desprecia porque no son veganes, tenían originalmente un folclore muy ligado al respeto y consideración hacia los animales, siendo precisamente los colonos blancos occidentales quienes acabaron con esa cultura y exportaron allí su especismo y su antropocentrismo (sirva como ejemplo el pueblo M’ikmaq, del cual podéis leer más en el texto «Veganismo y leyendas M’ikmaq: Las nativas feministas comen tofu» de la activista indígena vegana y feminista Margaret Robinson, traducido y editado en castellano por la Distribuidora Anarquista Polaris de Pontevedra, Galiza). Por lo tanto, que un blanco de clase media se atreva a acusar de hipócritas a esos pueblos y a despreciar sus luchas contra la desaparición por no ser veganes, es otro ejemplo de lo presentes que están el neocolonialismo y el racismo dentro de ciertos discursos «antiespecistas».
Respecto a las declaraciones comparando los campos de concentración nazis con las granjas factoría, cabe señalar que, en mi opinión, y partiendo del hecho de que yo no soy judío ni de origen semita, aunque no fueron las personas semitas las únicas que sufrieron el holocausto, sino también personas gitanas, homosexuales, eslavas o simplemente disidentes polítiques contraries al nazismo ( y a menudo cuando se habla del holocausto se suele dar visibilidad únicamente a las víctimas judías y prioridad a sus puntos de vista, lo que me parece también bastante desafortunado), el problema ahí no está en identificar y mostrar los paralelismos existentes entre ambas atrocidades. Desde el libro «¿Por qué maltratamos tanto a los animales? Un modelo para la masacre de personas en los campos de exterminio nazis» de Charles Patterson hasta el documental «La sangre de las bestias» de Franju, fueron muchos los materiales que más o menos de soslayo trataron de insinuar o hacer ver a las claras el hecho de que igual que los nazis aprendieron de la industria cárnica a la hora de deshumanizar y posteriormente organizar la explotación y asesinato a escala industrial de todes sus enemigues, también la industria cárnica moderna posterior a la 2ª Guerra Mundial tomó referencias del nazismo a la hora de organizar su atroz funcionamiento. Sin embargo, lo que hace Gary Yourofsky no se limita a mostrar paralelismos, sino que llama hipócritas a las víctimas del holocausto y a su descendencia (y a cualquier persona no vegana sensibilizada con la tragedia) porque. según él, no pueden quejarse del holocausto nazi mientras elles «toman parte diariamente en un holocausto mucho peor». La cifra de víctimas, la crueldad de los métodos empleados, la duración en el tiempo… en ningún caso deberían servirnos para restar importancia a una catástrofe con el fin de dársela a otra. El holocausto nazi tuvo un contexto, y la explotación animal tuvo y tiene otro, muy distinto. Que existan conexiones no debería llevarnos a mezclar las cosas, y mucho menos si es a costa de comparar el sufrimiento desde una posición de poder como la que ocupa Gary Yourofsky (que por cierto, nació en una familia judía, aunque eso no parece impedirle hacer cierto tipo de comentarios).
En cuanto a las declaraciones sobre la violación y las vacas, dado que soy un hombre cis no voy a extenderme demasiado. Simplemente decir, parafraseando a muchas otras compañeras que en su momento me señalaron también que no debía hacer según qué comparaciones entre la violación de mujeres y la inseminación artificial de vacas y otras hembras no-humanas (y matizo, para que Yourofsky no llame «hipócritas» a esas mujeres, que hablo de mujeres veganas, aunque este dato debería ser irrelevante para lo que nos concierne aquí), que la violación como práctica cuyo objetivo principal y central son las mujeres, y que se encuentra ligada al sistema patriarcal y sus estructuras de poder, está claramente marcada por una carga de género, que le da unos atributos, un poder y marca y define el modo en el que se desarrolla y agrede. Esa carga de género no existe en las prácticas de inseminación artificial que se dan en las granjas, las cuales, si bien constituyen, efectivamente, un acceso no consentido a los genitales de esas individuas, no tiene como finalidad la sumisión sexual, ni conlleva una carga de género (básicamente porque los animales no-humanos tienen sexo pero no identidad de género). A las vacas no las inseminan por ser mujeres, sino porque pueden gestar y parir. Si esa capacidad fuese de los toros, se lo harían a ellos, porque el fin no es mantener y reforzar unos esquemas patriarcales (con los que, una vez más, pueden existir sin embargo paralelismos muy concretos) sino aumentar unas ganancias en un ciclo de producción y consumo cruel y horrible.
No es mi intención seguir mucho más, porque creo que el texto ya se ha alargado más de lo que debería y de lo que yo tenía en mente, y no queda mucho más por decir, así que para ir terminando, decir que Yourofsky escribe: «One struggle, one fight: Animal liberation, fuck human rights!», que significa «¡Una lucha, una pelea: Liberación animal, que se jodan los derechos humanos!» y con esto, sienta las bases de nuevas formas de dominación que se perpetúan en algo tan bonito y tan fuerte como las ideas antiespecistas, cuyo potencial debería ser aprovechado para combatir y destruir toda forma de opresión, y no para alimentar las formas de opresión que no nos afectan y de las que nos aprovechamos todos los días, porque efectivamente, todes lo hacemos, vivamos en ciudades, como es mi caso, o en el campo o el monte, seamos veganes o carnacas, vivamos pagando alquiler u okupando, compremos, robemos o reciclemos la comida, hayamos asumido en menor o mayor medida el ataque a la dominación como una de nuestras prácticas… Da igual lo que hagas, todes formamos parte de este sistema enfermo de dominación y explotación, y vivimos con ello, conscientes de nuestras muchas contradicciones, intentando superarlas poco a poco, con tropiezos, mientras tratamos también de que nuestras palabras no sobrepasen la magnitud de nuestros actos. Todes somos unes hipócritas si nos ponemos a mirar con lupa los actos de cada cual y las ideas que supuestamente estamos defendiendo, pero lo suyo no está en destacar las contradicciones de otres sino en aportar herramientas positivas para superarlas. Esa es nuestra lucha. La de esta pandilla de misántropos de pacotilla, que usan su supuesto «odio a la humanidad» para justificar su opresión, ni tiene ni queremos que tenga nada que ver con nosotres.
Y por si acaso alguien utiliza el status o el pasado activista de Yourofsky de forma falaz para intentar contrarrestar lo aquí expuesto, simplemente decir que ni siquiera una vida entera de activismo y acción autoriza a nadie a reforzar y perpetuar de esa manera las estructuras de dominación existentes. Me parece muy valiente y muy admirable la trayectoria activista de Gary Yourofsky, pero sin embargo él, como persona, y sus valores, me parecen repugnantes.
Hasta abrir la última jaula y romper la última cadena.
Contra la opresión dentro del movimiento antiespecista.