Sigue a continuación, no sin cierto retraso (disculpas a les compas que enviaron el texto por la demora), un artículo de compas del blog «Con el fuego en las pupilas» y que contiene reflexiones sobre los hechos vividos durante las jornadas de disturbios y enfrentamientos callejeros de los días 14 y 18 de diciembre de 2017 en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.
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Todo nos motiva, nada nos satisface
Algunas palabras acerca de las revueltas del 14 y 18 de Diciembre en Buenos Aires
Y la rabia desbordó…
Y cabe aclarar que muchas de las que nos encontramos en la revuelta del jueves 14 y lunes 18 de diciembre no estábamos para frenar la reforma jubilatoria sustentando medidas legalistas, mucho menos defendiendo derechos ciudadanitas. Estábamos por todo, estábamos por nada.
No estuve ahí rechazando la reforma jubilatoria porque rechazo las reformas, porque rechazo toda ley. No estuve ahí por los jubilados, porque detesto que una vida sin trabajo y de derecho al ocio se dé cuando las arrugas pesen y los huesos crujan.
Estuve ahí porque quise. Por odio a la policía y a toda autoridad. ¿Hace falta decir todo? ¿Que busco romper las formas de relaciones normativas para crear otras? ¿Que busco expandirme y potenciarme en la auto-determinación de mis deseos? ¿Hace falta más? La miseria, el dinero, el hambre, el humo, las fábricas, el aburrimiento, los dogmas, las drogas, la política, los políticos, las deudas, los deberes, el trabajo, la escuela, en resumen: el Estado, el capital, la autoridad… ¿Hacía falta decirlo?
A la misma hora y en el mismo lugar.
Estos dos días nos vimos cara a cara, capucha a capucha, enfrentando a la policía, armando barricadas, sabiendo que al otro día todo será igual que antes pero que el momento que se vivía era de esos que aparecen en las mentes insurrectas al dormir.
Entre compañerxs y personas autónomas, autoconvocadas y de fuerte odio a la policía, se enfrentó, corrió y resistió el ataque policial, se encendieron autos y contenedores, se rompieron baldosas, vidrios y fachadas; se pintaron paredes con frases contra el Estado, el Gobierno y recordando también a Rafael y al compañero Santiago; se coordinaron ataques espontáneos, se improvisaron barricadas y se lanzaron molotovs; se agredió a la prensa lacaya del Estado; lxs asfixiadxs por las lacrimógenas y también lxs heridxs fueron ayudadxs por lxs mismxs disconformes; hubo robos en algunos edificios; saltamos y cantamos contra la policía, también para que se vayan todxs lxs gobernantes y que no vuelvan; vimos excelentes formas de combates y una excelente capacidad insurreccional no premeditada. Se vislumbró vida al desobedecer y ver la rabia desbordar.
Siempre a un costado y no al lado de la izquierda partidaria vivimos momentos que quedarán como los más hermosos e intensos de nuestras vidas, y no una hermosura color de rosa, una hermosura con todos sus complejos, con llantos y tristezas, con salvaje alegría y tensión, mucha tensión.
Hoy como ayer estuvimos ahí, agudizando el conflicto.
Sin generar un análisis comparando las revueltas del 2001 con lo sucedido ahora en el transcurso de este diciembre de 2017, y sin buscar los pros y los contras para agudizar este conflicto o proponer ciertas formas de organización para no recaer en lo fracasado en tiempos pasados, reavivamos la memoria y aceptamos los fracasos.
El fracaso del 2001 probablemente se replicará en este pseudo proceso de destitución (si es que acaso no lo fue la inacción del “pueblo” al ver aprobada la reforma) pero es más, tal vez toda rebelión o toda insurrección, hasta la mejor orquestada, de cimientos firmes y proyectualidad acentuada, que tenga como fin organizar la vida social, fracasará.
No ponemos expectativas en la sociedad y su capacidad de rebelarse, ni siquiera en la falsa esperanza de que el pueblo podrá vivir sin gobierno, tampoco buscamos consolidaciones ni nuevas condiciones de organización popular como las que se pretendían en aquel 2001.
Nos sobran los motivos para buscar y generar el conflicto a la sociedad. Proponemos la destrucción y propagamos el caos en todos sus destellos. Queremos la rebelión hacia lo establecido aún sabiendo que ésta no traerá consigo respuestas o soluciones a la miserable forma de vida que enfrentamos.
Sin esperar la próxima gran manifestación, la rebelión anárquica puja por ser constante.
El combate hacia la policía es uno de tantos hechos consumados si queremos vivir nuestras vidas lejos de los engranajes de la Dominación. Estar ahí en ese conflicto, además de ser divertido, es necesario tanto como demostración de fuerza colectiva como satisfacción individual.
Pero la invitación vino por otro lado, un lado que simpatiza con lxs anárquicxs solo cuando le conviene. Y no es grato motivarnos o ser motivado por propuestas ajenas, más aún cuando tenemos la creatividad y la determinación de nuestro lado.
Puede ser preocupante no tener la capacidad decisiva e incisiva para agudizar momentos de tensión pero cuando la multitud no coincide el grupo afín se hace presente, sin olvidar que siempre podemos contar con nuestra capacidad individualidad.
No hay respuestas ni solución, sólo palabras que pretenden ser acción.
Este pequeño e incompleto análisis es un rápido y carente descargo por lo sucedido en estos días y lo que no. Mientras el peso de la angustia se hace presente por lxs compañerxs que siguen presxs por esto mismo, nos tomamos unos instantes para reflexionar, porque la revuelta necesita de todo pero sobran los análisis fundamentalistas en torno a la anarquía, sobran quienes hablan y no hacen; pero que nunca sobre la rabia… que siempre desborde, que siempre estalle.
Y nuestra proyectualidad seguirá siendo mantener nuestras convicciones sin caer en fundamentalismos deprimentes o populismos baratos, y sepan: lxs anarquistas estuvimos ahí sabiendo que transitamos un Diciembre Negro, con nuestrxs compañerxs caídxs siempre presentes, estuvimos por todo. Por todo lo que anhelamos, sin pedir nada.
¡Que la rabia se expanda y siga desbordando!