Grecia – «Sobre el 6 de diciembre», por el colectivo Queer Ntekapaz

Graffiti y flores en memoria del activista LGTBI Zak, en el lugar donde fue apaleado por los maderos que luego le llevaron a comisaría en Omonia de donde ya no volvió a salir.

El siguiente texto lo hemos recogido de Act For Freedom Now! en inglés (que a su vez lo recogieron de Indymedia Atenas) y nosotres lo hemos traducido a castellano para su difusión, ya que nos parece una aportación crítica muy interesante y digna de tener en cuenta en todas partes, no solo en Grecia. Por nuestra parte, nos sentimos interpelades a la autocrítica.

En el escrito, les compañeres de Queer Nτεκαπαζ reflexionan sobre los motivos por los cuales, mientras que el asesinato de Alexis Grigoropoulos a manos de la policía el 6 de diciembre de 2008 desencadenó amplios procesos de autoorganización multigeneracionales y multisectoriales y revueltas que acabarían por convertirse en la que posiblemente fue la insurrección social más potente desde el mayo francés, otros asesinatos policiales, como el de personas migrantes, adictas o LGTBIQ, no encuentran la misma respuesta, ni son enfrentados con la misma vehemencia o reciben la misma solidaridad por parte del «movimiento», y desde este punto dan algunas pinceladas de su crítica hacia el movimiento anarquista, al que acusan de no cuestionar sus privilegios y perpetuar situaciones de discriminación y opresión estructural contra todas las personas que no sean varones blancos heterosexuales y normativos.

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El asesinato de Alexis Grigoropoulos en 2008 fue para algunes de nosotres nuestro primer contacto con las prácticas insurreccionales y el discurso anarquista, libertario, independientemente de nuestro grado de participación en la insurrección. El asesinato ocurrió dentro de la erosión generalizada del primer año de la crisis financiera. En general, se aceptaba que estas condiciones históricas, combinadas con el asesinato de Alexis como punto de partida, conducirían a una insurrección masiva; sin embargo, se repitieron con formas diferentes pero con las mismas características en su núcleo (por ejemplo, el período del referéndum, la apertura de campos de prisioneres para migrantes y la continua represión estatal), sin, sin embargo, conducir a una insurrección similar.

Así, tras la apertura de diciembre, quizá los sectores politizados de la sociedad griega se dieron cuenta de que ésta es estructuralmente conservadora y que el llamado social no es respondido, especialmente cuando el peligro fascista se convirtió en normalidad como la forma más reaccionaria de la kiriarquía, la intersección de los sistemas de opresión, pero también después de que la lucha fuese confiscada por los “guardianes de la izquierda”. Lo que hemos experimentado en el movimiento-espacio político más amplio después de 2008 es decepcionante: los movimientos no inclusivos, con percepciones de superioridad y que niegan la existencia de privilegios no pueden coexistir con una resistencia masiva estable.

En pocas palabras, estamos observando el intenso contraste la violencia generalizada del Estado y la solidaridad selectiva según las identidades de las personas asesinadas. Por un lado, el Estado asesina y oprime sistemáticamente a animales humanes y no-humanes, en las ciudades, los lugares de trabajo, los bosques, los campos prisión, los mataderos. Por otro lado, no todos los casos encuentran la misma recepción y solidaridad del movimiento. Específicamente, cuando Zak Kostopoulos fue asesinado por los maderos, los fascistas y los jefes, muches de nosotres estábamos esperando que tuviesen lugar actos masivos de resistencia, si no otro diciembre. Sin embargo, desde los primeros días después del asesinato quedó claro que no había oportunidad de experimentar una nueva insurrección, ni de resistir masivamente en las calles.

Mucho se ha escrito sobre las asambleas abiertas que siguieron al asesinato, pero quizá el punto más importante que no deberíamos olvidar nunca es que se percibió totalmente que la mayoría del espacio antiautoritario no tiene interés en abordar como sea tales asuntos de manera significativa y solidaria cuando se trata de sujetos que han decidido luchar desde espacios políticos diferentes y que poseen identidades que no le interesan al análisis manarquista*. Al afrontar otro asesinato quedó expuesto que los movimientos en Atenas son cómplices de normalizar procesos de misoginia, islamofobia, negación de la existencia de privilegios, transfobia, homofobia y narcofobia**. La resistencia murió antes siquiera de alcanzar las calles y el hueco que dejaron los movimientos antiautoritarios fue cubierto por las ONG y los grupos pseudo-autoorganizados que trabajan con ellas. Peor todavía fue la reacción del espacio antiautoritario tras el asesinato de Ebuka Mamasubek, quién fue apaleado por los maderos en Monastiraki y trasladado a la comisaría de Omonia, donde fue asesinado, mientras los maderos intentaban durante 2 días encubrir y silenciar su asesinato. No hubo reacción sustancial en las calles por ello, excepto por un par de acciones fuera de Atenas, donde de todos modos solo se leyeron unos textos. Hay muchos casos similares de asesinatos de sujetos migrantes negres encarcelades que fueron asesinades por la policía, que intenta etiquetarles como suicidas o como muertes accidentales (como el caso de Oury Jalloh en Alemania) y más que nunca tendrán justicia. Ejemplares son los esfuerzos y las luchas de otros movimientos a escala global para no permitir que los asesinatos de cuerpos negros sean olvidados.

Para muches de nosotres la pregunta sigue siendo la misma: ¿Por qué el asesinato de Alexis condujo a una insurrección mientras que otros asesinatos del Estado, como el de Zak, el de Ebuka y los de muches migrantes y refugiades no? Especialmente cuando vemos que las condiciones son las mismas y que solo cambió su manejo. Para nosotres, en concreto, esta condición es la represión violenta y el ataque organizado por la kiriarquía contra los grupos desamparados durante una crisis que afecta a todas las facetas del tejido social. Como se mencionó antes, nosotres creemos que no hay diferencia, que esta condición es de permanencia, ya que las crisis son un hecho y estructurales al tecnocapitalismo y al Estado. No obstante, los sujetos antes mencionados tienen muchas diferencias con Grigoropoulos. Ebuka era una persona negra adulta, refugiada que fue asesinada en la comisaría de policía de Omonia. Un par de metros más allá fue asesinado Zak, adulto blanco, activista y conocido miembro de las comunidades LGTB+. Creemos que las diferencias relativas a la identidad, como la edad, jugaron un gran papel en la emotividad social y fueron un factor que afectó a la movilización masiva de la insurrección. Las muertes adultas son siempre más normalizada, mientras que les niñes están rodeades por elementos simbólicos de inocencia y, así, es más fácil invocar a las emociones. Otro factor importante fue también la geografía urbana, lo que significa que mientras Grigoropoulos fue asesinado dentro de Exarchia, en un área que hizo más fácil para el espacio antiautoritario afrontar el asesinato como un ataque, las otras 2 muertes ocurrieron en Omonia, en una zona “degradada” donde existen aquelles que caen por las grietas de la “normalidad”. Uno de los factores más importantes fue también la jerarquización racista y el contraste entre cuerpos blancos y negros, individues con nacionalidad griega y sin ella. Otras razones que condujeron a la solidaridad “modesta” con Ebuka y Zak fue el perfil “ilegal” construido por los medios de comunicación griegos, la policía y el Estado: Zak fue etiquetado como un ladrón y un “yonki”, Ebuka como un vendedor callejero ilegal. También encontramos importante mencionar el asesinato generalizado y organizado de animales no-humanes desde el tecnocapitalismo y el Estado, en mataderos, en las ejecuciones de aquelles que se las arreglan para escapar, en la destrucción sistemática de los bosques y a continuación el asesinato directo o indirecto de aquelles que vivían allí. A pesar de esta forma diaria y sistemática de asesinatos patrocinados por el Estado y el Capital, y los múltiples casos «aislados» de violencia y abuso de animales no humanes por parte de «hombres de familia», casi no hay, de manera sistemática, ninguna reacción en absoluto. Igual que en 2008, hoy el Estado y el Capital continúan propagando que están en crisis, continúan amenazando con que si no se cumple lo que dicen habrá castigo. Los medios de la propaganda capitalista desinforman y engañan igual que entonces con el asesinato de Alexis, hoy nuevamente con el asesinato de Zak, de Ebuka y de muches más, con las noticias falsas y el discurso material, de odio y fobia, en una furia sin precedentes por acusar a les asesinades con delitos y crímenes. Desatan la misma retórica contra las okupas que han sido recientemente objetivo del Estado en un intento de implementar de manera ejemplar el dogma de la ley y el orden. Así, las okupas son etiquetadas como refugios de ilegalidad, un peligro para el estilo de vida del hombre de familia pacífico y para la normalidad, mucho más que todos los asesinatos que mencionamos antes. En efecto, nuestras okupas son espacios de ilegalidad, de autoeducación, de insurrección contra su normalidad que apesta a muerte. Para nosotres todo asesinato es una razón para la insurrección.

Ninguna paz con los maderos, los jefes, la TV, los jueces ni los ciudadanos pacíficos y pequeñoburgueses.
Hasta que las calles les pertenezcan a todes, hasta el fin de toda represión, por una insurrección diversa por la liberación total.

Lo anterior fue escrito desde nuestras perspectivas como sujetos queer, trans, pobres, blanques, residentes y antiespecistas, en la intersección de privilegios y desventajas que supone. Nuestra crítica empieza, pero está también limitada, desde esta posición, y por lo tanto al mencionar posiciones menos privilegiadas que la nuestra propia no pretendíamos hablar en su nombre ni por elles.

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Notas de Traducción de La Rebelión de las Palabras:

* Hemos querido ser fieles a la escritura original del texto y por eso hicimos una traducción lo más ajustada posible del concepto, pero “manarquista” no existe en castellano, se trata de una palabra de “jerga” en inglés (manarchist) que viene de unir “man” (hombre) y “anarchist” (anarquista), y que se usa dentro de espacios interseccionales para referirse al «anarquismo» reaccionario que solo contempla o da prioridad a lo relacionado con el sujeto varón cis, heterosexual, blanco y normativo, niega la existencia de privilegios de género, etc. y las experiencias de otras personas atravesadas por el heteropatriarcado, y ocupa todo el espacio invisibilizando a mujeres, trans, etc…; podríamos traducirlo por “anarcomachos».
** Con «narcofobia» (en el texto en inglés «narcophobia«) el texto se refiere a los prejuicios clasistas o capacitistas hacia las personas toxicómanas o adictas.

«Revuelta transfeminista y anormal · Odio Antipolicial-Antiespecista · Tu normalidad apesta a muerte»

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