Recogemos de Act For Freedom Now!, traducimos y dejamos a continuación el texto de un cartel publicado por les compañeres de la Biblioteca Anarquista Disordine (Lecce, Italia) en torno a las medidas tomadas por el Estado italiano tanto en las cárceles como en su sociedad del cuarto grado a raíz del denominado «Coronavirus»:
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INTERRUPCIONES…
No hay nada nuevo en la vida social teniendo lugar a distancia. De un largo tiempo a esta parte, la gente ha sido persuadida de la mejor manera a comunicarse y relacionarse a través del uso de un dispositivo. Prótesis del ser humano, el smartphone y similares han transformado la manera de estar juntes, de estar informades, de aprender, de comunicarse, de escribir y leer.
El siguiente paso es la robotización de la vida, la técnica pervirtiendo cada lugar, cada aspecto de la vida cotidiana. Una superación de la naturaleza y de lo natural a favor de seres y lugares artificiales. Un escenario así no necesita vida social, no necesita relaciones, sentimientos, pensamientos, solo necesita orden, disciplina, regulación, máquinas. Quizá la dominación está intentando dar un paso adelante y usar un problema de salud, la propagación de un virus, para alcanzar al menos una reglamentación generalizada, el resto se encargará luego de sí mismo. Viene a la mente la ciencia ficción, pero los Estados tienen instrumentos centenarios que empuñar sin tener que recurrir a lo desconocido.
El distanciamiento social impuesto por las leyes que prohíben los besos y los abrazos y la supresión de la mayor parte de las actividades socdiales, recuerda a los estados de emergencia en los que las reglas de la vida social son impuestas y deben ser obedecidas para no correr el riesgo de ser acusades o arrestades. Y de hecho, el establecimiento de zonas rojas y checkpoints, la limitación de la libertad de movimiento, la obligación del aislamiento doméstico para aquelles que vienen de zonas consideradas infectadas controladas por la policía, pero sobre todo la prohibición de reuniones, por ejemplo encuentros públicos, es la gestión policial de un problema de salud. No sorprende que esté previsto en las diez reglas recomendadas por el Estado italiano para evitar la propagación del virus que, en caso de fiebre, los carabinieri deben ser los primeros en ser contactados. Pero los estados de emergencia también son las medidas previstas en situaciones de conflicto o insurrección, como sucedió recientemente en Chile.
El Estado decreta por ley que les ciudadanes son su propiedad y puede disponer de elles como crea adecuado. Los estados de emergencia no se imponen por razones de salud o del bienestar de la población, sino para introyectar las reglas, para inspirar la disciplina. Y de hecho, el modo más seguro de obtener obediencia es extender el terror, el miedo. Crear ansiedad y pánico, divulgando continuamente datos, haciendo que todo sea sensacionalista y excepcional. Asustar es una práctica de guerra y tortura así como de gobierno, y los Estados están especializados en esto también. Y la guerra ha vuelto a ponerse de moda a la fuerza después de ser eliminada y cancelada durante muchos años. Hoy la guerra está aquí, de hecho está en todas partes. Los jefes de Estado se declaran en guerra contra un enemigo algo singular, un virus, pero su verdadero adversario u objetivo no es ese, son sus propios sujetos. Por esta razón, el tema en juego, quizás el más importante, es mantener vivo el pensamiento crítico sin minimizar nada. Tener, codo a codo con la economía, la naturaleza industrializada y devastada y el pensamiento desertificado, ahora los sentimientos se están cancelando. Sin besos, sin abrazos.
Sin embargo, si el dominio nos quiere totalmente dependientes de él, si el Estado cancela la vida social y, en parte, también la vida económica, eso significa que no necesitamos al Estado. Que podemos auto-organizar nuestras iniciativas, nuestras formas de educación, nuestras economías, nuestro ocio. Y tampoco en este caso necesitamos recurrir a la ciencia ficción sino a la experiencia, a la memoria, a nuestra voluntad y coraje.
Les preses luchando en las prisiones italianas que este estado de emergencia querría ver enterrades vives nos están mostrando un camino. Que la normalidad sea interrumpida, sí, pero por la revuelta.
Biblioteca Anarchica Disordine, Lecce