Antes de comenzar a hablar de este suceso, quisiera aclarar unas cuantas cosas, puntos de vista en torno a esta acción y la huelga que -supongo- pretende reforzar.
Antes de nada, decir que cuando hablamos de puestos de trabajo, el lenguaje que usamos es el del enemigo. No son «puestos de trabajo». Hablamos de personas, de familias, de futuros que se truncan, de vidas que corren el riesgo de acabar en la pobreza, familias en muchos casos con hijxs, con personas que, por ahora, dependen de un sueldo. No obstante, se plantea un dilema, quizá, mucho más importante y que conduce a una contradicción. Hablamos de una planta embotelladora de Coca Cola, una multinacional cruel, genocida, inversora en infinidad de negocios turbios cuando no abiertamente criminales, una empresa que envenena con sus vomitivos refrescos a quien los bebe guiado por la publicidad y sus eslóganes o por su refrescante sensación y su adictivo (palabra clave, adictivo) sabor. Una empresa, en definitiva, que no merece seguir existiendo, a la que hay que atacar y boicotear no sólo cuando sus juntas directivas decidan llevar a cabo un nuevo Expediente de Regulación de Empleo y echar a la calle a una gran cantidad de empleados, sino a cualquier hora, en cualquier momento, no consumiendo sus productos y promoviendo la misma actitud con propaganda y campañas informativas, y al mismo tiempo, saboteando la producción. Esto, por supuesto, costaría sus puestos de trabajo a muchas personas, pero, pecando de osado y hablando tal vez más de la cuenta pregunto, ¿de verdad sois felices currando ahí?, ¿no sentís deseos cada mañana de prenderle fuego al cochazo del jefe que os humilla y utiliza como simple mano de obra reemplazable, no tenéis ganas de romper las máquinas, de recuperar vuestras vidas?
Me viene a la cabeza en estos casos un panfleto escrito por el grupo Libeludd (Libertarios Ludditas) de Francia y repartido durante unas protestas en Grenoble contra la reforma del sistema de pensiones (podéis leerlo aquí) y donde hablaba sobre el hecho de que el trabajo se ha vuelto una necesidad y a la par un fetiche, un regalo, y que trabajar es bueno, que dignifica «ganarse el pan», que es a lo que hay que aspirar, a conservar un puesto de trabajo mal pagado, humillante y precario hasta la jubilación (y sin saber si esta llegará realmente algún día) porque parece la única vía que muchxs ven para poder sobrevivir en este asqueroso mundo, y en cierto modo lo es, no nos engañemos, pero cuando la amenaza es de despido, lo que subyace es una declaración de guerra y si las únicas estrategias se basan en la readmisión y el apagón de todo conflicto una vez ésta se ha conseguido, en ese caso más nos valdría dejar de pensar en derrotar a este sistema o en salir de sus círculos viciosos porque no hacemos más que fortalecerlo y darle un mayor control sobre nuestras vidas, cuyo sustento, por cierto, continuará dependiendo de ese sueldo que, en cualquier momento, pueden volver a quitarnos.
Cuando devuelvan sus empleos a estas personas, suponiendo que lo hagan y no las despidan sin miramientos como suelen hacer, ¿cuántas continuarán luchando?, ¿cuántas abandonarán sus estructuras sindicales burguesas, verticales y pactistas (en este caso CCOO y UGT) para empezar un combate real por sus vidas donde ellxs sean lxs únicxs y verdaderxs protagonistas?, ¿cuántxs promoverán el boicot a los productos de la empresa que, a cambio de su sumisión diaria, les da de comer, sabiendo que a menos consumo, menos presupuesto para empleados, por ende menos sueldo y por lo tanto más despidos?, ¿cuántxs dejarán de promover ridículas consignas en las que apelan a dejar de consumir Coca Cola si no está fabricada aquí? (o sea, que si fabricas aquí tu jodida bebida puedes seguir empobreciendo y expoliando al llamado tercer mundo, maltratando currantes, destruyendo la naturaleza, envenenando a la gente, financiando operaciones geopolíticas de guerra imperialista o llevando a cabo asesinatos encubiertos de sindicalistas en otros países, que no pasa nada). Estas y otras preguntas son las que, en mi opinión, deberíamos considerar cuando un conflicto de este tipo se presenta y entre los aplausos y vítores acríticos y casi automáticos de unxs y las críticas estúpidas y reaccionarias de otrxs, a lxs anticapitalistas y en concreto, en mi caso, a lxs anarquistas, creo que nos toca analizarlo desde un prisma más amplio donde influyen e intervienen otros criterios que convierten en estéril e incluso contraproducente la defensa per se del trabajo sin cuestionar todo lo que se encuentra detrás y sin plantear una lucha más allá de la superficie. No estoy diciendo que tengan que dejar de currar de golpe porque es fácil decirlo pero difícil -aunque también posible, todo sea dicho- llevarlo a cabo, pero sí creo que la lucha debe continuar no sólo contra este ERE que pretende cerrar la embotelladora y condenar a la miseria al 30% de la plantilla, sino contra la existencia misma de Coca Cola y de cualquier otra alta cumbre de este sistema asesino.
Aclarado mi punto de vista al respecto, quería hablaros de una noticia que, aunque sólo sea por su espectacularidad (pues como ya he dicho no comparto para nada el trasfondo de la huelga y contexto de agitación donde se enmarca), me ha llamado la atención.
Según han informado medios burgueses y otros «alternativos» (ver comillas) como Kaos en la Red o La Haine, una persona aun desconocida se dio a la fuga tras arrojar el pasado viernes, siendo sobre las 5:30 de la madrugada, cinco cócteles molotov contra la planta embotelladora de Coca Cola en Fuenlabrada, localidad cercana a Madrid que cuenta con una de las plantas embotelladoras que Coca Cola pretende clausurar próximamente, junto a las de Alicante, Palma de Mallorca y Colloto (en Asturias), lo que significará la reducción de la plantilla con el despido previsto de al menos 1250 empleadxs.
La policía ha declarado ya que están trabajando en la búsqueda del incendiario solidario tras recoger restos de los cocos y analizarlos, en un intento por descubrir su identidad (el CSI está que echa humo, oye). Al mismo tiempo, las obedientes centrales sindicales, CCOO y UGT, hablan de próximas concentraciones en Fuenlabrada y Madrid (donde preparan una protesta ante la sede de Coca Cola Iberian Partners en la calle Paseo de la Castellana, en plena zona financiera, el próximo 7 de febrero a partir de las 11:30) y de paro indefinido, el cual habría obtenido ya el seguimiento del 100% del personal empleado en esta planta madrileña.
Por mi parte, sólo puedo felicitar al/a la anónimx coctelerx.