A pesar de mis diferencias políticas con el protagonista, considero importante difundir esta historia, en la medida en que este tipo de situaciones se está convirtiendo en una constante en el territorio galego.
Según informó Ceivar, organismo antirrepresivo de la izquierda independentista galega en sus distintas vertientes, un joven de 17 años, cuyas iniciales serían M. S., habría sido objeto de las amenazas y faltas de respeto de una pareja de policías de paisano cuando se dirigía al instituto a primera hora de la mañana del pasado 20 de marzo. M.S. Salía del portal de su casa dirección al centro de estudios cuando dos hombres vestidos con ropa normal y a los que él no conocía se le acercaron, interpelándole con la pregunta “Hola, M., ¿tienes algún examen hoy?”. Ante la sorpresa de M., continúan increpándole en un tono cada vez más prepotente y amenazante, y haciendo constante referencia a su militancia.
Los dos individuos continuaron diciéndole, textualmente, que le “invitaban a tomar un café”, y cuando M. preguntó extrañado quiénes eran, se rieron y le dijeron “Sabes de sobra quiénes somos, somos tu conciencia” añadiendo “no te hagas el tonto, que eres muy listo” y “no le hagas esto a tu madre, anda” sin especificar en ningún momento qué era exactamente “ésto” (¿?).
Al intentar caminar para alejarse, los dos individuos fueron tras él acelerando el paso, para acompañarle. De los dos, sólo uno hablaba, mientras el otro miraba constantemente a M. pero guardaba silencio. El bocazas continuó su patético papel de poli malo diciéndole a M. “estamos aquí por rompiste el Banco Santander, el Gallego y prendiste fuego a una bandera española en la huelga”, haciendo referencia a sabotajes y actos realizados en el contexto de la última huelga estudiantil en algunas ciudades galegas, entre ellas la capital del apóstol, donde varios bancos y otros símbolos del Capital fueron el objetivo de la rabia de lxs estudiantes. Luego, añadieron que de todos modos, la responsabilidad por los incidentes “sería del pringado ese de R, que os come la cabeza”, en lo que parece una nueva amenaza, esta vez contra otro militante. En todo momento, el policía hablaba en voz alta y con la boca casi pegada a la oreja de M.
El madero continuó hostigando y presionando a M. con comentarios como “últimamente faltas mucho a clase”, intentando asustar a M. haciéndole creer que mantienen un control absoluto sobre sus movimientos. M. llevaba, de hecho, varios días enfermo, motivo por el cual había faltado a clase. Ante la negativa de M. de responderles a ninguna de sus provocaciones, los maderos fueron adquiriendo un tono cada vez más violento, diciéndole “si estoy así es porque cumplo órdenes, que si fuera por mí ya estarías en el calabozo”, y delatando así al completo su condición de poli. Acto seguido, añadió “Ya verás el 10 de abril. Vas a pasar allí 72 horas…”. El 10 de abril es la fecha en que M. cumple años y este comentario pretendía advertirle, o mejor dicho amenazarle, con que la fecha de su cumpleaños sería arrestado y trasladado a calabozos, donde el periodo máximo de detención antes de pasar a disposición judicial es de 3 días (72 horas).
Los maderos continuaron con esta actitud durante gran parte del camino hacia el instituto donde estudia M. y en todo momento negándose a identificarse. Le mostraron fotografías de otros jóvenes, exigiendo a M. que les diese sus nombres, ante lo cual M. respondió que no les conocía de nada. Los maderos contestaron “a ver si vamos a tener que sacar fotos donde sales con ellos”, nuevamente en tono amenazante. Constantemente insistieron en la fecha en que M. cumple años repitiéndole que a partir de los 18 irían a por él, que le iban a meter en calabozos y demás. De hecho, cuando los maderos por fin desistieron en su intento de intimidar a M. para sonsacarle información, le dijeron para despedirse “nos vemos de nuevo antes del 10 de abril”.
Este hecho no es aislado. La policía nacional está llevando a cabo desde hace unos cuantos meses una estrategia basada en la intimidación de lxs activistas más jóvenes. Seguimientos y situaciones como la vivida por M. o, en algunos casos, la detención injustificada o por minucias de chavales para luego dejarles en libertad pendientes de juicio, inventándose cargos para engordar las multas y que de ese modo, lxs padres/madres de lxs chavales se desesperen por las cantidades y crean que sus hijxs han hecho “algo gordo” (que por otro lado, todxs deberíamos hacer, pero bueno) y de ese modo intervengan para impedirles que continúen participando en movilizaciones o iniciativas de lucha social. Al mismo tiempo, buscan también que la intimidación surta efecto sobre lxs propixs chavalxs, que bien para no meterse en líos o bien para no ser el origen de un posible problema económico derivado del pago de las estratosféricas multas, decidan abandonar toda presencia en espacios e instancias de protesta. Esto, por otro lado, tampoco es nada nuevo, puesto que desde siempre la policía ha utilizado estrategias de guerra sucia para intentar contrarrestar el cada vez mayor interés de una parte de la población por las teorías y prácticas antagonistas, motivado por la miseria creciente y la devaluación sistemática y exponencial de la vida, en este negocio catastrófico para la mayoría pero lucrativo para unxs pocxs que lxs economistas han bautizado como “Crisis”.
En Pontevedra, en la misma huelga estudiantil a la que hicieron referencia los agentes que maltrataron psicológicamente a M., fueron detenidos varios jóvenes tras una manifestación en la que (maldita la gracia) no se produjeron incidentes de ninguna clase. Los motivos fueron desde no llevar el DNI encima (ignorando en todo momento la voluntad del chaval de darles verbalmente el número pese a tener la posibilidad de comprobarlo in situ, algo que deben hacer antes de proceder al traslado a comisaría del interfecto) hasta supuesto porte de arma blanca (uno de ellos llevaba consigo una pequeña navaja, de menos de dos dedos de longitud -por lo que ni siquiera alcanza el máximo legal establecido- ya que esa misma tarde pensaba ir a recoger setas al monte, lo cual fue confirmado posteriormente por varios amigos suyos no envueltos en la manifestación y que mencionaron que el joven solía realizar esa actividad). Otro chaval fue acusado nada menos que de “depósito de explosivos” (!!!!!) por llevar con él una pelota de ping pong cortada con pedazos de goma de borrar en el interior (de manera que al encenderla con un mechero, dicho artefacto funciona como bomba de humo casera despidiendo durante unos instantes un humo negro, en absoluto peligroso en espacios abiertos como la calle y desde luego en ningún caso explosivo), y se enfrenta a un juicio donde se le piden unos delirantes 7000 euros de multa, mientras que a los otros 3 detenidos se les pide la cantidad de 600 euros.
A este caso que describo podemos sumar otros anteriores, donde pintadas en sucursales bancarias fueron respondidas con multas de varios miles de euros, por ejemplo. Además, se han dado casos de retención ilegal de jóvenes para exigirles información como nombres de otras personas, lugares de reunión de ciertos colectivos o autoría exacta de ciertos actos ilegales sucedidos en circunstancias en las que esos jóvenes decían no haber estado presentes (intentando conseguir así confidentes y chivatos mediante el acoso a lxs militantes más jóvenes y, por lo general, también más vulnerables). También hay casos de agresión física a jóvenes tras seguirles por la calle desde el lugar donde terminaban las manis en las que eran vistos, y otros. En un momento en que sus estructuras e instituciones se deslegitiman por sí solas, el Estado al servicio de las oligarquías financieras que nos roban el futuro intenta por todos los medios interrumpir o dificultar la llegada de nuevos rostros a las expresiones disidentes más comunes y combativas, especialmente el anarquismo o, en este caso, el independentismo de corte comunista. Sus tácticas varían según diferentes patrones tales como perfiles psicológicos, situación económica o grado de implicación en la lucha, pero se mantiene el hilo conductor: la amenaza, el hostigamiento, el acoso, las prácticas propias de regímenes fascistas para muchxs enterradxs pero para nosotrxs simplemente transmutados en una democracia neoliberal y burguesa cuyo ministerio del interior, no contento con apalear manifestantes pacíficos y torturar o matar a pelotazos de goma a lxs migrantes que intentan cruzar a nado la frontera en Ceuta y Melilla, también se dedica a aterrorizar a estudiantes de bachillerato.
No debería sorprendernos, de todas maneras, esta actitud, pues ellos intentan por todos los medios meternos miedo, pero nosotrxs sabemos que ellxs ya lo tienen. Y, en petit comité, tenéis motivos para tenerlo, cabrones.
Desde aquí reconocer y aplaudir el valor de M. al no abrir la boca y no ceder a los chantajes y la extorsión de la policía, así como de aquellxs que no se dejan asustar fácilmente.
Cada día dais más pena y asco, ¡basura!
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