Recojo de Contrainfo esta crónica que informa sobre una mani anticarcelaria realizada junto al talego de San Francisco, donde además de gritar consignas y lanzar al aire fuegos artificiales y pirotecnia, se arrojaron piedras y bombas de tinta contra coches de los maderos y contra la propia fachada del talego, además de usar sprays para vandalizarlo escribiendo consignas.
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La noche del viernes, 21 de marzo, una ruidosa manifestación anticarcelaria se dirigió a Bryant 850, donde se encuentra la actual cárcel de San Francisco y donde se planea una ampliación de esta. Participamos en esta manifestación tanto para expresar nuestro desprecio hacia la próxima expansión de la cárcel, como para solidarizarnos con lxs prisionerxs actuales. Unas cien personas se manifestaron detrás de pancartas como “Ni cárcel nueva, ni cárcel vieja” y “Aplasta el patriarcado, quema las prisiones: una cárcel es una cárcel, y nada más”. Cuando llegamos a la prisión, se lanzaron fuegos artificiales en solidaridad con lxs que están dentro. Piedras, spray y bombas de tinta se usaron para vandalizar coches de policía y el edificio de la cárcel.
Durante meses hemos oído al Departamento del Sheriff de San Francisco hablar de los planes para construir una nueva cárcel que reemplace la que hay en Bryant 850. Una iniciativa liderada por el sheriff Mirkarimi, quien afirma que hace falta una nueva cárcel para mejorar las inhabitables condiciones de la actual. La oposición a la nueva cárcel se ha centrado en la irresponsabilidad fiscal de construir un centro nuevo ahora mismo. Y, aunque estamos de acuerdo en que gastarse millones de dólares en construir una nueva cárcel es totalmente ridículo, rechazamos totalmente las implicaciones de este argumento. Muchxs de lxs encarceladxs en la monstruosidad de Bryant 850 ya se han pronunciado en contra de este proyecto que, supuestamente, será construido por su beneficio. Nosotrxs no creemos que habrá jamas el momento adecuado para una cárcel más nueva y más “segura”, sea lo que sea el presupuesto económico, ya que todas las celdas son inhabitables. La raíz del tema es que las cárceles son instituciones en que la gente sin pasta, especialmente la gente negra sin pasta, es subyugada por la fuerza; son fábricas en las que continuamente se reproduce la lógica y violencia supremacista blanca. ¿Cómo puede explicar el ayuntamiento de San Francisco el hecho de que aunque la población negra de la ciudad sea solo un 7% , más del 50% de la población carcelaria sea negra? Entendemos que el empujón del ayuntamiento para abrir la nueva cárcel y el aumento de la vigilancia policial en barrios como el de Mission son en respuesta al incremento de la riqueza en San Francisco. Todo este dinero proviene de los bolsillos de yuppies* y tecnócratas asustadxs, y esas son las comunidades que el ayuntamiento quiere proteger. Así que decimos: ¡A la mierda!
Cuando las opciones que se presentan son las de una sociedad carcelaria en constante expansión, nuestra única opción es la revuelta. Claramente, cualquier lucha significativa en contra de la construcción de una nueva cárcel va a comportar infinitos actos de resistencia y subversión, tanto dentro como fuera. Sabemos que esta manifestación no es nada en comparación con la fuerza que se necesita para parar la construcción de la nueva cárcel, pero tenemos que empezar por algún sitio. Esta mani fue una humilde contribución a ese fin y una invitación para otrxs. Invitamos a cualquiera que odie este mundo carcelario a encontrar a otrxs o a atacar solx. En vez de las falsa opciones (ofrecidas por el Departamento del Sheriff, la policía de San Francisco, el ayuntamiento y la fiscalía), lo que necesitamos una oleada de conflicto en contra de estos desarrollos.
Libera a lxs presxs y quema lo que quede.
– algunxs anarquistas.
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Nota:
* El concepto de «Yuppie» surge a partir de un acrónimo de «Young Urban Professional», «Joven Profesional Urbano», y hace referencia a lo que podríamos definir como nuevos ricos y «modernos», es decir, la nueva clase alta que, recién graduada en sus caras universidades privadas, y con una edad entre los 23 y los 40 años, aspira a convertirse en el nuevo ejecutivo emprendedor e hipócrita que, además, presume de su status, invirtiendo en bolsa y ostentando siempre lo último en tecnología, ropa moderna, vehículos y demás quincallería consumista innecesaria cuya sombra repercute sobre todas las personas que han de padecer las consecuencias directas de los despilfarros de estos neo-ricos.
Como dice una consigna común entre lxs compas de EE.UU., de donde es originario este término, «Salva la ciudad, atraca a un/a yuppie»,