Como muchxs aun recordaréis, en un lodazal de Caláis se encuentra la denominada «Jungla» (o «Jungla de Calais») un campamento autogestionado donde las personas refugiadas y/o migrantes que han ido llegando a Francia, con la ayuda (que no asistencia) de un amplio espectro de colectivos solidarios, han podido recuperar el control de sus vidas y organizarse por sí mismas. Por supuesto, la idea de un campamento de refugiadxs que no esté militarizado, vigilado y cercado, donde se tejan continuamente redes espontáneas de solidaridad y apoyo mutuo entre las personas refugiadas y los grupos de voluntarixs, y donde sean las propias personas refugiadas las que definan las normas en común, es algo completamente inadmisible para el Estado francés, que el pasado mes de marzo reaccionó chantajeando primero a lxs habitantes de la «Jungla» (ofreciéndoles «alojamiento» en sus campos de refugiadxs, vallados y controlados por maderos y ejército) para luego desalojar por la fuerza parte del campamento, con la brutalidad habitual que las Democracias europeas reservan para quien desobedece sus leyes racistas y sus asesinas políticas migratorias. Los maderos incendiaron varias de las cabañas que se habían montado en el campamento, lanzaron gases y maltrataron a cuantas personas pudieron, mientras grupos de migrantes respondían lanzando piedras y escombros, en un bello ejemplo de autodefensa. Más adelante, la prensa burguesa atribuiría los enfrentamientos con la policía y los disturbios a grupos anarquistas presuntamente relacionados con la red No Borders (el Estado tampoco podía aceptar la idea de que grupos de personas refugiadas se organizasen por sí mismas para responder a la violencia policial). Además, tanto a nivel local como internacional la represión a la «Jungla» fue respondida con acciones de solidaridad diversas, desde ataques incendiarios y sabotajes a la maquinaria utilizada para los desalojos, hasta pintadas, carteles, pancartas, concentraciones, ataques a ONG’s y empresas implicadas en los desalojos y la represión a lxs refugiadxs, intervenciones interrumpiendo eventos oficiales etc. Aquí se puede encontrar una cronología solidaria.
Tras el desalojo de marzo, que sólo acabó parcialmente con la «Jungla», la situación se «calmó» (aunque según noticias anteriores, no cesó el hostigamiento policial, así como los continuos intentos de la policía por inmiscuirse en la vida del campamento tratando de colocar vallas, maltratando al personal y estableciendo controles en las autopistas cercanas)… hasta ahora, que acabo de saber por lxs compas de Rabble que la alcaldesa de Calais habría anunciado recientemente su intención de desalojar la zona restante de la «Jungla». Sigue a continuación la noticia, tomada y traducida del blog anarquista británico Rabble:
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Las autoridades francesas podrían estar preparándose para una nueva ronda de ataques contra el campamento autogestionado de refugiadxs de la «Jungla» en Calais, donde cerca de 5.000 personas todavía viven a pesar de la última oleada de desalojos en marzo.
El lunes la alcaldesa de Calais, Natacha Bouchard, hizo una declaración a los principales medios franceses anunciando que la «Zona Norte» restante del campamento autogestionado para refugiadxs de la «Jungla» será destruida «muy pronto» («très prochainement»). El prefecto (representante local del gobierno central) reaccionó diciendo que el Estado «no ha cambiado su punto de vista de que un campamento insalubre no es un proyecto de vida».
A principios de este año, las autoridades anunciaron que desalojarían la jungla por etapas, con la Zona Sur vaciada en la primavera, y el resto siguiéndola en verano. La postura oficial fue que 1500 migrantes serían trasladadxs al «Campo de Contenedores» vallado construido en parte de la zona y gestionado por la ONG La Vie Active, 400 mujeres y niñxs en el centro «Jules Ferry» de al lado (gestionado por la misma ONG) y el resto dispersadxs a los «centros de acogida» alrededor de Francia.
Lo que realmente ocurrió fue que la mayoría de aquellxs desalojadxs de la «Zona Sur» sólo se amontonaron en la «Zona Norte», con más gente todavía llegando, así que las cifras continúan aumentando. Incluso la Prefectura ahora sabe que al menos 4.500 personas están viviendo en la «Zona Norte»; las organizaciones benéficas dicen que 6.000. Incluso si la gente quisiera aceptar el alojamiento oficial en un campo-prisión cercano, ya no hay habitaciones.
Como tantas veces antes, lxs políticxs ordenarán otro despliegue de fuerzas para demostrar que están al mando, los maderos vendrán con sus gases lacrimógenos y sus bolas de goma, los bulldozers les seguirán, y después de que el polvo se asiente la gente volverá a hacer nuevos refugios precarios donde puedan.
La alcaldesa Bouchart, cuando fue preguntada por la prensa francesa, dijo que no daría ninguna fecha clara o datos específicos. Y esto llega justo después de que la Prefectura anunciase planes con el Estado de Reino Unido para construir un muro de 4 metros sellando la Jungla desde la autopista, lo que sugiere que tal vez no anticipan ninguna «solución final» inmediata para el campamento.
Cerca de allí, los maderos franceses continúan desalojando campamentos más pequeños a lo largo del área costera, tales como el asentamiento Steenvorde (Hazbrouck) el lunes.