Recojo de Insurrection News, que a su vez recogen desde el blog Running Wild, traduzco a castellano y difundo este texto de compañeres del territorio dominado por el Estado colonial de Australia, donde hacen una reflexión acerca del nuevo contexto de empoderamiento del fascismo en todo el mundo, auspiciado ahora por la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses, y las amenazas que supone, así como también sobre las posibilidades para la auto-organización y la escalada en el conflicto que esta situación ofrece.
Una reflexión interesante que, aunque llegue desde un lugar tan lejano, mantiene (por desgracia) su completa vigencia y validez en nuestro contexto, y que os invito a leer, debatir y difundir:
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¡Necesitamos actuar en nuestros propios términos!
Últimamente, hemos sido testigos de cómo populistas de derechas, nacionalistas, racistas y fascistas de todos los tipos se relamían los labios, envalentonades por la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de América. A continuación de este tortuoso y extravagante espectáculo político, hemos visto ya las peligrosas realidades y desafíos que traerá consigo. Muches desde la derecha han llegado a ver esto como su oportunidad de brillar, mientras que para muches más presenta alguna suerte de mítico retorno a un tiempo de “grandeza, prosperidad y libertad”.
Grupos tales como el One Nation Party dirigido por Pauline Hanson en Australia están usando esta plataforma, alimentando el descontento y la alienación popular crecientes, con el objetivo de extender y hacer cumplir su agenda conservadora. Y al hacerlo, continuando con la perpetuación y haciendo cumplir las ideas y presencia de partidos políticos, académicos e individuos nacionalistas y de derechas de todo el mundo. Actuando como alternativas dentro de un sistema podrido, intentan ofrecer la luna y se presenta a sí mismes como salvadores para capitalizar la bancarrota de la democracia representativa y tener éxito en la toma del político.
Engañan, dividen y vomitan su odio. Demonizan a les trabajadores, les pobres, les desempleades, les inmigrantes y refugiades; mientras atacan a aquelles que hacen la elección de resistir contra los matones violentos que incidn sobre sus libertades. Pero elles no se preocupan por la libertad en ningún sentido de la palabra. Elles – igual que los super-ricos – corren a esconderse tras un Estado que es siempre invasivo y controlador, pidiendo más y más represión, clamando por más policía y leyes más duras para aplastar a los movimientos sociales y tratar con la disidencia. Elles no están contra el sistema, y el sistema no está aquí para ayudarte.
Todo está calculado para promover la apatía, dando la impresión de que todas las decisiones importantes en el mundo están fuera de nuestras manos. Ese es el punto de las políticas estatales: inmovilizarnos fuera de los salones del poder, forzarnos a desconfiar de les demás y de nosotres mismes. Ofreciéndonos sólo confusión y miedo, somos forzades a elegir no la liberación, sino una falsa idea de “cambio”. Como es el caso con cada administración que una vez tras otra ofrece soluciones y promesas; pero sólo envía control y represión, explotación y miseria.
Aquí, en el territorio dominado por el Estado colonialista, Australia, ya vivimos en medio de las corrientes de un status-quo históricamente racista, nacionalista, con una cinta transportadora de movimientos racistas/fascistas y conservadores fanáticos. No hay duda de que muches han usado y continuarán usando esto como su oportunidad para capitalizar, manipular y explotar a la gente para dirigir su ansiedad y su frustración hacia les demás, más que hacia las estructuras de poder que oprimen a todes, en todas partes.
Mientras el tratamiento corrupto y especial dispensado a las élites políticas y corporativas es tan despreciable como la impactante pasividad que es inyectada en todes nosotres y nos hace permanecer ocioses mientras leyes cada vez más represivas son introducidas en nombre de la “Seguridad Nacional”; mientras más y más policía ocupa nuestras calles y comunidades con impunidad; mientras políticos van del sector privado a la política y viceversa. Mientras tanto, las muertes bajo custodia, las muertes en el trabajo, la indigencia, la criminalización de la gente pobre y el colapso ecológico continúan.
Nosotres, como anarquistas, no tenemos ninguna ilusión de que podría haber algún político, o partido político, capaz de darnos la libertad de la dominación, la represión, la explotación y el fascismo. Nuestra oposición necesita ser dirigida no sólo contra un representante particular, sino contra las ideas del Estado, el Capitalismo y la representación en sí mismas. Contra la colusión de les liberales, que preferirían preservar el aparato del Estado incluso en manos de fascistas absolutos ates que permitir que emerja la auténtica libertad; contra la hipocresía y el engaño de los loros de los mass-media que buscan reducirnos a meros espectadores en un juego violento que deja todas nuestras vidas, y a la propia Tierra en sí misma, en el filo del cuchillo.
Uno de los problemas fundamentales es que el poder está estructurado en tales concentraciones verticales que cualquier persona o institución podría ejercer tanto poder en primer lugar. Un hombre como Donald Trump o Vladimir Putin nunca podría ser tan peligroso si nosotres no entregásemos la responsabilidad de nuestras propias vidas a los gobiernos y el capitalismo.
Poner a otro partido en el poder no va a arreglar esto. De hecho, la persistencia e ingenua creencia de que el gobierno correcto podría solucionar los problemas generados por el capitalismo global es parcialmente culpable de esta situación. Vemos y vimos de ida y vuelta cómo cualquier partido político ha estado lucrándose con su poder, dejando miles de vidas oprimidas y destruyendo la tierra en nombre de la industria; para otro partido político que se enriquecerá con su poder, dejándonos oprimides y que continuará destruyendo la tierra, vendiéndonos “nuevas” políticas con la mejor mierda de márqueting que existe.
Resistir significa que tenemos que dejar de ceder nuestra fuerza a esas instituciones. En vez de esto, necesitamos construir redes para encontrarnos con nuestras necesidades directamente y defendernios contra cualquiera que quiera gobernarnos. El único camino hacia la libertad y la igualdad es a través de la autodeterminación, el apoyo mutuo y la resistencia colectiva.
Es nuestro deber no seguir siendo una suma de individualidades desafiliadas que obedecen mansamente a los planes del Estado y de les jefes; no sucumbir a sus argucias sobre salvación y seguridad, sobre prosperidad y cambio, que elles usan con el fin de mantener su dominación.
Con auto-organización en cada lugar de trabajo, en las calles y los barrios, luchado colectivamente en solidaridad con les demás, que nuestra resistencia se convierta en la semilla para una liberación social y de clase. Tenemos que emprender iniciativas inmediatas para crear comunidades de lucha en todas partes – abriendo espacios y centros sociales, organizando debates y manifestaciones autónomas, liberando espacios públicos, rompiendo con la apatía y el aislamiento, produciendo comida, alojamiento y cultura gratuita para todes. Debemos pensar la libertad y promulgar la emancipación.