Recojo de Insurrection News en inglés, traduzco y difundo este comunicado del colectivo «Ums Ganze…» (Hora de la Verdad) sobre los eventos que tuvieron lugar en las calles de la ciudad alemana de Hamburgo durante las protestas contra la cumbre del G-20 los días 6, 7 y 8 de este mes de julio de 2o17. Aunque no comparto del todo algunas de las ideas planteadas así como tampoco el lenguaje que insiste en englobar a todes les activistas que realizaron acciones militantes dentro de lo que define, de un modo un poco confuso y extraño, como «izquierda radical» (el movimiento anarquista no es un movimiento de izquierdas, y a muches no nos define en absoluto esa identidad política), he decidido traducirlo para complementar la cobertura anterior en este blog a los eventos y reflexiones surgidas en Hamburgo al calor de las movilizaciones contra el G-20.
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No es como si no lo hubiesen intentado. Como nunca antes, los “Departamentos de Seguridad” y el establishment político adoptaron todas las medidas que el Estado burgués-democrático tiene para ofrecer. Todos los aparatos represivos e ideológicos fueron empleados para mantener las protestas pequeñas y bajo control. Primero, la intimidación, luego, la prohibición de acampar, de pernoctar y de ocupar esas zonas, revocando el derecho a reunirse, un golpe de la policía contra la judicatura, y la militarización de la policía. El Partido Verde* dividió la protesta, convocando una manifestación durante la cumbre cuyo foco no era la cumbre en sí misma sino “mostrar coraje” para “nuestro modo de vida”.
Durante la cumbre, casi 20.000 maderos bajo el control del sádico a sueldo Dudde, con docenas de cañones de agua, establos de caballos y perros, helicópteros y comandos especiales con ametralladores siguieron su oferta. Ellos atacaron brutalmente a les activistas de izquierda acampades, a les manifestantes autónomes, a les vecines residentes, a las periodistas y a les que participaban en las sentadas por les refugiades, conduciendo a muchas personas a ser gravemente heridas antes siquiera de que la cumbre hubiese comenzado. Es un milagro que nadie haya muerto. En otras palabras, la Operación Policial fue de hecho un “escaparate para el trabajo policial moderno” (Andy Grothe – Partido Socialdemócrata) permitiéndonos una visión al interior del giro autoritario del neoliberalismo en el corazón del capitalismo europeo. Solo: Todo ello no ayudó.
Mientras el Ministerio del Interior anunciaba que toda la militancia política sería “extinguida”, la gente expresó su rabia durante horas, con una devoción y una alegría que no se habían visto desde hacía mucho tiempo. Mientras anunciaban tolerancia cero contra “símbolos prohibidos”, complaciendo a Erdogan, su compañero de negocios en la construcción de la Fortaleza Europa, una gran bandera del PKK fue paseada por Hamburgo durante horas. Donde las “máscaras de personajes” del poder pedían laboriosamente a la gente que no se uniera a les radicales de izquierda, “a pesar de y debido a” los disturbios del viernes, 80.000 salieron en la manifestación del sábado. La manifestación gubernamental oficial sólo vio a 5000 personas. Y mientras se suponía que el puerto de Hamburgo estaría funcionando en todo momento, los operarios necesitarán tres días para tratar el «retraso causado por el bloqueo». Continuaríamos con esta enumeración pero lo que queda es: La estrategia del senado derechista del SPD, dividiendo a la protesta a través de la integración parcial y la expulsión de la parte radical a través de la criminalización, falló. La espiral de escalada que la policía mantuvo girando continuamente en un autodeclarado estado de emergencia les explotó en la cara. Esto va a mostrar el éxito de movimientos anteriores en Hamburgo, culminando en una atmósfera donde el eslógan “Todo Hamburgo odia a la policía” sonaba más real que actuado. A través de la amplia gama de acciones logramos, durante al menos un corto período de tiempo, poner la tercera opción – solidaridad más allá de las fronteras, más allá del neoliberalismo autoritario y su reverso nacionalista – de nuevo en el mapa. Todo mientras el mundo estaba mirando. Es más que una victoria táctica, cruzando la hipócrita puesta en escena de la Alemania campeona mundial de exportación como «tesoro de la razón y la democracia».
La variedad de acción se complementaba, aunque algunos prefieren no decir esto en voz alta. Sin aacciones militantes, ni los bloqueos ni el parón del puerto podrían haber tenido ese éxito.
En general, las diferentes acciones resultaron en la imagen de una #HamburgCityStrike (Huelga en la ciudad de Hamburgo), que es más que correr en la valla de los poderosos: la crítica de la dominación capitalista. Por nuestra parte, podemos decir que la logística de una sociedad que observa a la gente ahogarse mientras se permite que las mercancías fluyan libremente no sólo merece ser bloqueada sino que puede ser bloqueada. Qué aspecto podría tener una práctica anticapitalista que se base en esta experiencia debe ser discutido en un futuro próximo. No debemos olvidar que amigos y compañeros están todavía en prisiones o hospitales: Tenéis nuestra solidaridad.
Por supuesto, como de costumbre hubo algunos bichos raros que prefirieron extender teorías de la conspiración antisemitas e ideologías reaccionarias pero no dominaron la protesta, debido a la presencia de la izquierda radical. Por el contrario: si se trata de un ataque anticapitalista contra la masilla nacionalista que aún mantiene a esta sociedad unida como nada más lo hace, entonces los “disturbios de Hamburgo» fueron un paso adelante. Incluso a pesar de que durante las acciones militantes se dio un montón de mierda sexista. Cuáles son las razones para incendiar coches y poner en peligro a les transeúntes sigue sin estar claro para nosotres. Esto es un llamado a la crítica de estas técnicas. La mera escalada del conflicto social no es la meta apropiada para la izquierda radical, porque termina en una idea de aumentar el conflicto, y una política satisfecha sólo con imágenes de violencia. Aquelles que no pueden imaginar nada más allá del colapso final, o el embrutecimiento en marcha del conflicto, encontraron su zona de confort en la autodeclarada Zona Autónoma. Al final del día, cada disturbio sólo es tan bueno como la organización social y su anclaje en la vida cotidiana. Esto fue mostrado en Hamburgo. Pero: el hecho de que el conflicto social, cuando alcanza las calles, no siga los libros de texto de la ciencia política, es incluso más relevante cuando – como en el Hamburger Schanzenviertel en una noche de viernes – la militancia política se convierte en un evento socia. Esto significa: si les chavales del barrio se unen con activistas de toda Europa para demostrar a los maderos – que estaban abusando continuamente de elles – que las tornas pueden cambiar durante unas pocas horas, que la ley y el orden sobre-equipados podrían perder un poco de su control, entonces esto no es malo, es bueno. La esperanza siempre ha surgido de la rebelión pero nunca necesitó ningún permiso desde arriba. Con mucho gusto dejaremos la pregunta sobre cómo evitar que “algo así” suceda de nuevo a les burócratas de ambos lados de las barricadas. Para la parte misteriosa, no es por qué la gente monta disturbios, sino por qué, teniendo en cuenta la locura cotidiana, no lo hacen con más frecuencia. En resumidas cuentas: A pesar de algunas acciones estúpidas, la revuelta de Hamburgo fue a demostrar que también podemos golpear a los correctos.
Además, el derramamiento de lágrimas de cocodrilo de los medios, unos medios que nunca pierden la oportunidad de atacar a les llamades “desposeídes antisociales”, es una broma. Sólo porque golpearon la bicicleta de alguien que confía en el bienestar o el coche de una persona retirada. En lugar de manejar grados para la “protesta correcta” la izquierda radical debería preguntarse a si misma a quiénes pretenden alcanzar. A algunos buenos ciudadanos o policías quiero-y-no-puedo que no pueden esperar para limpiar las calles de la basura que les revoltoses dejaron, bañándose en los flashes de los periodistas, o a las 10.000 personas que afirmaron claramente, en una variedad de formas, que no se doblegarán ante el monopolio de la fuerza.
El hecho de que unos pocos filisteos en los partidos izquierdistas o las ONG’s compitan para distanciarse de los disturbios no debería perturbarnos. Negarse a entender que las “ofensas criminales” son la protesta de les que no tienen poder, es exactamente aquello para lo que se les paga. Aquelles que ganan mucho dinero sentándose en tertulias mientras otres reciben palizas no pagadas por la causa, no pueden esperar respeto. Incluso cuando hablan sobre la “paz social” siendo abandonada, sólo se moverán cuando seamos lo suficientemente fuertes como para hacerles moverse. Lo mismo ocurre con la reacción de despotricar de los políticos, a quienes los disturbios tanto sorprendieron. Recurren a escupir comparaciones con el nacionalsocialismo y absurdas acusaciones de terrorismo. Nada de esto es inofensivo. Ejemplifica un giro de la sociedad hacia la derecha, cuando la imagen de un coche ardiendo conduce a la histeria colectiva pero la imagen de miles personas muriendo en las fronteras no provoca ni un simple ceño fruncido. Este discurso apoya un rearme interno, empezando con falsas alarmas deliberadas por la policía, llamadas a la denuncia en la prensa amarilla [medios sensacionalistas] y la agitación contra los centros de la izquierda. No terminará aquí. Las demandas de enmiendas legales y comisiones especiales ya están en camino. Nos sorprendería mucho que los pobres perdedores de la policía y los servicios secretos no vayan a vengarse por medio de una ola de represión y de registros domiciliarios. Pero el camino hacia el autoritarismo no comienza con un disturbio, sólo significa lo lejos que está la clase media de sus propias reglas y derechos fundamentales. Lo que es cierto: el giro a la derecha no será rechazado adaptándose a él.
Para decirlo en pocas palabras: Si es correcto o no romper la tregua en el corazón del régimen de crisis europeo nunca fue una pregunta para nosotres, no lo es ahora y tampoco lo era antes de la cumbre. La posibilidad fue demostrada por la protesta contra el G-20. Lo que está incluso más claro ahora: Los tiempos se están volviendo más difíciles, la polarización está aumentando. Pero como críticos de esta sociedad nosotres sabemos que la única salida es a través de ello.