Recientemente, una joven griega de 29 años llamada Irianna fue detenida en Atenas. Estudiante de filología griega, trabajaba como profesora, tanto a nivel profesional como también como voluntaria, dando clase a personas refugiadas.
La única razón para su detención es simplemente su relación sentimental con su novio, el cual fue, años atrás, acusado de ser miembro de la guerrilla urbana anarquista Conspiración de Células del Fuego. A pesar de que entonces su compañero había sido absuelto de esas acusaciones y declarado inocente por unanimidad, esa misma acusación sirvió para extender los cargos a Irianna, sin razón alguna más allá del cálculo maquiavélico e ilógico de las autoridades por el cual ser novia de una persona acusada falsamente de pertenecer a un grupo armado (y absuelto posteriormente de esas acusaciones) te convierte automáticamente a ti también en miembro de ese mismo grupo armado.
Irianna ya había sido detenida en 2013, en el contexto del juicio contra su compañero, cuando la policía antiterrorista griega declaró que el ADN de Irianna había sido supuestamente hallado en unas armas de fuego que fueron presuntamente encontradas en el campus de la Universidad Técnica Nacional de Atenas, y digo «supuestamente encontradas» porque el testigo que śe supone que «encontró esas armas» no apareció en la corte para declarar y la policía griega no pudo localizarle para interrogarle (¡qué casualidad!). Finalmente, en aquella ocasión la dejaron ir, después de reconocer en sus propias notas de referencia que no existían indicios de que Irianna mantuviese relación alguna con «grupos terroristas». Declararía entonces que pagó 10.000 euros de fianza, se le prohibió salir al extranjero y su foto fue publicada en Internet, en una web oficial del Estado donde se publican fotos de supuestes «terroristas» para que la gente pudiese aportar pruebas en su contra, llamando a la delación para intentar encubrir la completa falta de fundamento de sus cargos.
En los dos años y medio que duró el juicio contra su compañero, que insisto, fue absuelto, Irianna se puso en contacto con el doctor Giorgos Fitsialos, aclamado en el campo del estudio del ADN y el análisis forense, para que valorase la prueba de ADN de la policía griega que supuestamente la vincularía con las armas. Una vez que Fitsialos intentó acceder a la muestra de ADN para una nueva prueba, le impidieron obtenerla con la excusa de que la muestra era tan pequeña que sólo era suficiente para una prueba y, por lo tanto, no se podía realizar otra (¿?). El Dr. Fitsialos comparó los resultados de la prueba realizada por la policía griega y los encontró extremadamente insuficientes, afirmando haber encontrado además «trágicos errores, deficiencias graves y desviaciones significativas”. Por su parte, el abogado de Irianna, Theodoros Mantas, comparó la situación como si dos tarjetas de crédito tuvieran los mismos cuatro primeros dígitos y todo el resto fuera diferente. A pesar de esto, y de que la propia Irianna declaró que no sólo no guardaba relación con las guerrillas urbanas sino que de hecho ni siquiera es anarquista ni mantiene relación ni con ese ni con ningún otro movimiento político, y a pesar de que ni siquiera investigando su vida la «justicia» griega pudo encontrar nada que demostrase su vinculación con el entorno anarquista y mucho menos con los grupos anarquistas armados, en su juicio, Irianna fue encontrada culpable de presunta pertenencia a grupo terrorista y presunta tenencia ilegal de armas de fuego y condenada a 13 años de prisión, su recurso fue inmediatamente rechazado y ese mismo mediodía, tras el juicio, fue trasladada a la cárcel.
Muchas son las voces, quizá todavía entregadas a la moral democrática del buen juicio y la justicia objetiva, que hablaron de abusos, de exceso judicial, y aunque efectivamente se trate de un abuso (en tanto que las autoridades judiciales han abusado de su poder para encerrar sin pruebas a una joven por el simple hecho de amar a un anarquista), en realidad la retórica del abuso presenta estos hechos como algo aislado, fruto de un exceso puntual de un juez, cuando realmente este tipo de hechos no son el resultado de un juez más déspota de lo normal, sino la consecuencia lógica de un sistema penal articulado a merced de las necesidades represivas de un sistema inhumano que no perdona a quienes le desafían, y que llega al punto de castigar duramente a aquellas personas que cometen el «terrible delito», la «grave osadía», de conservar sus vínculos afectivos con les rebeldes, de no abandonar a sus amistades, parejas y familiares cuando esas personas deciden tomar parte en la lucha contra el Estado capitalista y su mundo de miseria y opresión, sea o no a través de estrategias basadas en la lucha armada. Ya no es la primera vez que las fantasías represivas de la democracia griega afectan a personas por el simple hecho de mantener relación de parentesco y/o sentimental con anarquistas que están o han estado en prisión. Por ejemplo, podemos recordar la detención de familiares de algunos de les miembros preses de la guerrilla urbana Conspiración de Células del Fuego, encerrando a la madre de los hermanos Gerasimos y Christos Tsakalos, Athena Tsakalos, a la pareja del compañero Gerasimos Tsakalos, Evi Statiri, y al hermano del compañero Giorgos Polydoros, Christos Polydoros, por el simple hecho de mantener su relación con sus hijos, pareja y hermano en prisión. Aquellos hechos provocaron huelgas de hambre de les compañeres como respuesta desesperada, exigiendo la liberación de sus allegades. Sin embargo, Athena Tsakalos y Evi Statiri quedaron sujetas a durísimas medidas restrictivas, mientras que el hermano del compa Giorgos Polydoros continúa en prisión tras ser condenado como presunto miembro de la CCF… Por eso, no debemos caer ni en una actitud victimista ni tampoco en un discurso que pretenda hacer pasar estos hechos por «abusos». No son «abusos», son el funcionamiento natural de las instituciones represivas dentro de este «mejor de los mundos posibles», más allá de la cínica opinología con la que les demócratas tratan de evitar despertar Leviatanes en sus mediocres conciencias, en Grecia y más allá. Investigar y perseguir lazos afectivos es una práctica que busca el chantaje emocional extremo contra les anarquistas, tratando de persuadirles de someter su voluntad y renunciar a la lucha mediante el daño y/o la privación de libertad dirigida contra sus seres queridos, independientemente de que éstos tengan o no alguna relación con sus actividades políticas.
Cabe señalar que, en respuesta al encarcelamiento de Irianna, Atenas lleva ya dos noches consecutivas de potentes enfrentamientos contra la policía, cuando miles de personas salieron a la calle para protestar contra el fallo judicial y expresar su rabia contra la arbitrariedad represiva de policías y jueces. El lunes 17, la calle Ermou, una de las calles más caras de Atenas (y que en 2007 fue evaluada como la undécima calle más cara del mundo), repleta de tiendas y boutiques de lujo, fue hecha pedazos por les revoltoses una vez que la manifestación, que comenzó en el área turística de Monastiraki, derivase rápidamente en disturbios. Ayer, martes 18, se produjeron nuevos choques, esta vez en el área de Exarchia.