Hace unos días llegaron a la bandeja de correo electrónico de este blog dos mensajes informando sobre la muerte de Kevin Garrido, que recordemos, se encontraba cumpliendo condena por los ataques explosivos contra la Escuela de Gendarmería de Chile y contra la 12ª Comisaría de San Miguel. La muerte, al parecer, se habría producido a manos de otros presos durante una reyerta donde Kevin recibió varias puñaladas en tórax y abdomen.
Ante esto, muches se han apresurado a reivindicar a Kevin Garrido como anarquista. Memoria a corto plazo quizá, pues en uno de sus comunicados públicos emitido desde la prisión en noviembre de 2016 (se puede leer aquí) el propio Kevin dice «falsamente me tildaron de anarquista» y si bien más adelante expresa su apoyo y solidaridad a anarquistas en prisión, también expresa su apoyo a la tendencia ecoextremista, quienes no sólo se han apartado totalmente de un discurso y una práctica anarquistas asumiendo posiciones autoritarias y dogmáticas, sino que de hecho han atacado a anarquistas. Como ejemplo, podemos recordar la colocación de un artefacto explosivo contra la okupa anarquista Che en México D.F., que, por fortuna, no llegó a explotar pero que fue reivindicada por un grupo adherido a esta tendencia, además de sus constantes bravuconadas y provocaciones virtuales contra proyectos anárquicos de diferentes países cuando nos posicionamos en su contra porque empezaron a reivindicar asesinatos completamente aleatorios, como el feminicidio de Lesvy Rivera, dentro de su actuar «inmoral e indiscriminado» (con el cual, por cierto, Kevin Garrido también expresa su complicidad en el mismo comunicado antes citado con la frase «Por lo Inmoral e Indiscriminado ¡¡Viva el Terror, las explosiones y el fuego!!»). Por lo tanto, ¿cómo podemos considerar un anarquista y un compañero (más allá de los posibles desacuerdos y debates fraternos o incluso hostiles que puedan darse luego entre diferentes tendencias anárquicas o entre diferentes maneras de entender la práctica y las ideas anarquistas) a quien renegó públicamente de esa identidad y de esas ideas y expresó complicidad y apoyo a quienes se han posicionado clara y abiertamente como nuestros enemigos?
Para evitar malinterpretaciones de este escrito, queremos dejar claro que la intención no es menospreciar ni cagarle a la memoria de Kevin Garrido ahora que ha muerto y no puede responder, pues eso sería cínico y cobarde. Además, con muchas palabras y gestos de Kevin y con las acciones por las que fue acusado y condenado sentimos en su momento fuerte complicidad. Sin embargo, creemos que es importante aclarar lo que él mismo ya aclaró en vida. Kevin Garrido no era anarquista, por mucho que a ciertas personas siempre en busca de un mártir les gustase que así fuera. El camino que eligió fue otro, y aunque no somos nadie para juzgar esas decisiones ni su trayectoria (y no lo haremos), sí nos parece necesario hacer esa clarificación, dejando siempre a elección de cada cuál cómo posicionarse al respecto.
Por último, decir que este distanciamiento tomado con respecto a los posicionamientos de Kevin no significa que nos alegre o que no nos importe la noticia de su muerte. La noticia nos enfurece y entristece porque precisamente porque odiamos las prisiones y otras instituciones de represión y encierro (centros de menores, psiquiátricos, CIE, granjas, bioterios, zoológicos…) y somos personas que luchamos contra ellas no somos ajenas al hecho claro de que como han dicho algunos escritos publicados tras el suceso, el asesinato de Kevin Garrido, aun siendo el resultado de una pelea entre prisioneros, es responsabilidad del Estado y del sistema de dominación que es la sociedad carcelaria, capitalista, especista, patriarcal y ciudadana, esa misma sociedad carcelaria contra la que Kevin luchó y golpeó, motivo por el cual fue a dar con sus huesos a una de sus asquerosas celdas.
Contra este mundo levantamos el mismo grito que Kevin escupió en la cara de los bastardos carabineros y de los lacayos de la prensa: ¡Abajo las jaulas de la sociedad civilizada!
Amor y complicidad a todes aquelles que golpean a la bestia y combaten a la dominación en todas sus formas.