A continuación, dejamos para el debate el siguiente texto que hemos recogido y traducido desde el original en inglés publicado en un fanzine con el mismo título y firmado por Flower Bomb (pseudónimo con el que también se firmó otro texto que difundimos en este blog traducido por Instinto Salvaje – actualmente, Anarquía.info -, y otro más que tradujo y editó en formato fanzine la Distribuidora Anarquista Polaris, de Galiza). El escrito a continuación plantea una crítica a la Moral como sistema de creencias y pensamiento uniformes y a su aplicación dentro del amplio movimiento «antiespecista»/»vegano»/»por los derechos animales», desde una perspectiva nihilista y anarquista, cuyo análisis, si bien no compartimos en varios aspectos, nos parece cuanto menos interesante y necesario para una discusión que despeje y aleje de nuestros espacios, prácticas y discursos determinados lastres que lejos de afilar la acción solo parecen oxidarla.
—————————————————————
Qué salvajes debemos ser: Veganes sin moralidad
~ Nueva moralidad, mismo gobierno ~
“La moralidad son ideas de sentido común con las que todes podemos estar de acuerdo. Necesitamos expandir la moralidad para incluir a les animales no-humanes”
-
Lógica comúnmente encontrada en el movimiento vegano.
La mayoría de movimientos que intentan hacer un cambio social en masa se basan en la táctica de “apelar a la moralidad” como un método primario para conseguir apoyo. Por ejemplo, “Carne es asesinato” es un latiguillo muy común dentro del movimiento por los derechos de les animales. Esta consigna se basa en la asunción de que todo el mundo está en contra del asesinato ya que, por la misma lógica, el asesinato es moralmente reprobable. Pero esto asume que hay una moral singular y universal que guía las decisiones de todes cuando, en realidad, puede haber diferentes interpretaciones para algunes, y solo guía a aquelles que la abrazan desde el principio. Por ejemplo, algunes autoproclamades moralistas defienden las violentas manifestaciones del Patriarcado; otres abogan por la supremacía blanca y muches moralistas apoyan la violencia hacia animales no-humanes. El “sentido común” solo es común para aquelles que integran un grupo específico, que sienten la necesidad de universalizar sus principios. Pero el “sentido común” no se aplica a otres afuera de este grupo que tengan intereses propios que contradigan su supuesto “bien” colectivo. A veces, no es la falta de moralidad lo que es problemático, sino la existencia de ésta; el conjunto de principios y valores independientes de la complejidad del interés propio, que guían y justifican externamente las acciones de une.
“El antropocentrismo es la creencia de que los seres humanos son la entidad más importante en el universo. El antropocentrismo interpreta u observa el mundo en términos de valores y experiencias humanos. El término puede ser usado de forma intercambiable con humanocentrismo, y algunes se refieren al concepto como supremacía humana o excepcionalismo humano.”
-
Wikipedia
La moralidad antropocéntrica proporciona la justificación para una amplia gama de desastres ecodestructivos y domesticadores. Representando una visión del mundo que construye la dicotomía humano/animal, el antropocentrismo es reforzado por una sociedad capitalista industrial que requiere la muerte y destrucción a gran escala de la vida salvaje para poder existir. La “rectitud” de la dominación humana proporciona la normalización sociopolítica requerida para pacificar cualquier indignación emocional contra esta violencia sistematizada. Así, entre la moralidad vegana y la moralidad antropocentrista, ¿cuál es “correcta”?
“El nihilismo moral es la visión meta-ética de que nada es moralmente correcto o erróneo. No hay características morales en este mundo; nada es correcto o erróneo. Por lo tanto, ningún juicio moral es verdadero; sin embargo, nuestros sinceros juicios morales intentan, pero siempre sin éxito, describir las características morales de las cosas. Por lo tanto, cuando pensamos en términos morales siempre cometemos errores. Estamos intentando declarar la verdad cuando hacemos juicios morales. Pero ya que no hay verdad moral, todas nuestras afirmaciones morales están equivocadas.”
-
Wikipedia
La moralidad es un constructo social que no representa una verdad universal, ni tampoco los intereses de todas las personas. Si bien tampoco da cuenta de las circunstancias complejas en las que las decisiones basadas en la moral no son prácticas, la moral limita además el alcance de la toma de decisiones y la acción individual. Por lo tanto, para condicionar la moralidad a una escala masiva, se requiere una obediencia rígida que requiere un aparato violento igualmente rígido para imponerla.
Obedecer a la moralidad de cualquier tipo requiere poner a un lado las experiencias individuales y los motivos personales de interés propio. Esto también significa ignorar las consideraciones pragmáticas respecto a las consecuencias prácticas de las decisiones basadas en la moralidad de une. En la sociedad, la moral está socialmente condicionada con el fin de mantener un sistema de creencias estandarizado. Este sistema desalienta el pensamiento individualista y el cuestionamiento no solo de este sistema, sino de los fundamentos de la autoridad en general. El método primario para este desaliento es anunciar una creencia deseada como “sentido común” o como una normalidad que “todo el mundo” conoce o sigue. Esto inmediatamente coloca al “grupo” por encima del “individuo”. Con el interés propio individual, une podría negarse a obedecer sin cuestionar, y por lo tanto el pensamiento grupal es socialmente reforzado para desalentar la responsabilidad individual, la creatividad y el pensamiento para une misme. Los ejemplos de la hostilidad socializada desplegada hacia el individualismo incluyen etiquetar a aquellos que afirman su individualidad como «egoístas» y, por lo tanto, indeseables.
Los mismos aparatos de coerción que refuerzan la moralidad (religión, Estado, etc.) son los enemigos de la libertad. Si bien se podría decir que estas instituciones podrían reforzar la moral vegana que liberaría a les animales no-humanes, estas mismas instituciones requieren la subyugación individualista a su «bien» colectivo. Pero su bien no sería un «bien» propio; sería su pensamiento sobre el mío, potenciado por su supuesta «verdad universal». Esta es la misma lógica de control y dominación que utilizan aquelles que dominan y consumen animales no-humanes. Guiades por los valores de la supremacía humana, existe un sentido de derecho que les coloca por encima de la cuestión. El mismo aparato que condiciona la moralidad sostiene esa posición «más allá de toda duda». Pero como individuo, no solo lo cuestiono, sino que lo rechazo por completo.
Mi individualismo está empoderado por el interés propio y la toma de decisiones informada. Mi rechazo a someter mi mente al “bien colectivo” de consumir la carne y secreciones de animales no-humanes es un reflejo de mi propia rebelión. Junto con la inspiración de otres individues veganes me dí cuenta del poder de pensar independientemente, egoístamente, contra la sociedad de masas cuyas tradiciones normalizadas y valores entran en conflicto con mis intereses. Como un individualista, ser vegano es práctico en extender la autonomía individual a les animales no-humanes. Mi rechazo a reforzar socialmente su estatus de mercancía les permite el derecho natural a existir por sí mismes como individues autónomes, del mismo modo en el que yo podría esperar ser respetado por otres. Rechazo participar individualmente en la normalización de su dominación.
La anarquía, para mí, significa la negación individual de las leyes, el orden y los sistemas. Esta anarquía no solo se opone a la moralidad tanto vegana como antropocéntrica sino a la moralidad en conjunto: la moralidad es la forma abstracta de gobierno que intenta subyugar mi individualidad. Mi veganismo no requiere un gobierno externo para imponerlo o guiarlo. Es una elección individualista que refleja la coherencia y la práctica de vivir mi vida en contra de la autoridad.
Para que el veganismo sea lógicamente coherente con la liberación animal, debe ser antiautoritario. Desde este punto en adelante, la totalidad de la civilización capitalista e industrial debe ser cuestionada. Ser vegane y pro-capitalista es una contradicción, ya que el pleno funcionamiento del capitalismo requiere una explotación a gran escala de los recursos naturales, destruyendo y eliminando ecosistemas completos. El capitalismo requiere la expansión de la industrialización tecnológica para satisfacer las demandas de la sociedad de masas. La sociedad de masas requiere el desplazamiento cada vez mayor de la vida silvestre para albergar a la creciente población humana. La civilización está arraigada por la agricultura, que se basa en la fórmula básica de tomar más de la tierra de lo que devuelves. Esto resulta en daños irreversibles a todos los ecosistemas que afectan directamente a les animales no-humanes.
Ser vegane y pro-Estado es una contradicción, ya que el veganismo apunta a la liberación animal, mientras que el Estado es la antítesis de la liberación, refuerza las leyes que utilizan la fuerza física para obligar a todos los seres a cumplirlas. El denominador común con el Estado y la moralidad vegana son las posiciones compartidas mantenidas como «verdades universales» sobre el individuo. Ambos coaccionan; Uno mentalmente y el otro físicamente. Ambos se complementan mutuamente con las intenciones de condicionar a «las masas», y ambos fomentan el desprecio por el interés propio individual, la creatividad y la responsabilidad personal.
Si la base de la liberación animal es la libertad, otorgarle poder a una agencia de gobierno para hacer cumplir las leyes morales de les individues es una contradicción. Refuerza el especismo a través de la división entre humano y animal; Si les humanes son de hecho animales, y el objetivo vegano es la liberación animal, ¿por qué les animales «humanes» no se liberan de las mismas cadenas tanto del especismo como del gobierno? El especismo se refuerza a través de la supremacía humana, y si la supremacía humana debe ser desmantelada socialmente, la liberación animal se aplica a todes. Desde este punto de vista, el gobierno no es necesario para otorgar derechos: el derecho a la autonomía física e igualdad viene con el desmantelamiento del gobierno, tanto el de la moralidad como el del Estado.
No es una moralidad la que gobierna mis acciones, sino un deseo individualista de hacer la guerra a todos los sistemas, morales o no, que intentan subyugarme y destruir la tierra que necesito para sobrevivir. Mi decisión de ser vegano no vino de una moralidad vegana o de una nueva ley que me prohibiera consumir carne y secreciones. Provino de un pensamiento libre sin gobierno que me ayudó a ver la sociedad de manera crítica, descubriendo formas pragmáticas de poner en práctica mi propio proyecto de liberación. Mi praxis anarquista vegana es una afinidad compartida con les no-humanes que luchan contra las restricciones y los dispositivos de tortura de la tecnología moderna, los mataderos y el infierno manufacturado de la sociedad industrial. No hay Dios, gobierno, ni moralidad que vayan a salvarnos. Solo nuestro ser individual, las decisiones que tomamos y las acciones que llevamos a cabo.
~ Armando la voluntda para sobrevivir con el ataque ~
“Salvaje (de un animal o fuerza de la naturaleza), fiero, violento e incontrolado.”
- Wikipedia
Un principio común de la moralidad es el compromiso con la no-violencia. Como individualista, considero que la violencia es útil en algunas circunstancias y poco práctica en otras. Pero es esta utilización indeterminada de la violencia lo que la no-violencia basada en la moral prohíbe. Cuando se trata de la liberación animal (o desde la perspectiva estatista, los derechos de les animales), el veganismo a menudo se promociona como un movimiento «libre de crueldad», «sin daño» o «no-violento». Esto no solo ignora los ejemplos históricos de liberaciones animales exitosas a través de la violencia, sino que también promueve un rango limitado de actividades estratégicas. El refuerzo de una moralidad no-violenta desalienta el uso de la violencia contra las instituciones y los agentes individuales de dominación especista. La supremacía humana utiliza todas y cada una de las vías de violencia para mantener su control. Limitar el arsenal de la resistencia a la mera defensa en lugar de incorporar el ataque es limitar estratégicamente el rango de posibilidades y el potencial para avanzar en la liberación animal. Cuando la liberación animal se limita a la arena legal del estatismo, la agencia de insurgencia individual se ha rendido.
Dentro de la sociedad de masas, el especismo no solo se limita a las tiendas de alimentación; También está incrustado en las tradiciones sociales y culturales reforzadas por la participación individual. Por lo tanto, les individues reproducen socialmente la normalización del abuso, control y dominación de animales no-humanes. Y mientras algunes de estes individues podrían emanciparse de la mentalidad especista del derecho centrado en el ser humano, otres podrían abrazarla y defenderla. Por lo tanto, la violencia se convierte en una tarea necesaria llevada a cabo por aquelles individues que se niegan a permanecer al margen y permiten la reproducción social de la moral y la práctica antropocéntrica.
Yo encuentro afinidad con aquelles de lo salvaje que luchan contra la maquinaria de la sociedad industrial y aquelles que luchan para defender los hábitats ecológicos dentro de los cuales sobreviven. La necesidad de una confrontación intensificada con el especismo es una necesidad que acompasa un ataque antiautoritario contra la ideología y las instituciones del capitalismo, del Estado y de la moralidad antropocentrista. Más allá de la mera reforma legislativa, la liberación animal desde esta perspectiva necesita la destrucción de todas las jaulas y aparatos que cautivan físicamente animales no-humanes. Simultáneamente, una guerra librada contra las fuerzas del cautiverio y la esclavitud de les animales “humanes” abre caminos de exploración más allá del complejo de superioridad que sitúa el rol y la identidad de “humano” como algo distinto del animal y de lo salvaje.
A través de rupturas espontáneas en el orden civilizado, el salvajismo vegano afirma la resistencia al atacar los cimientos que producen la esclavitud. Desde la no-participación hasta la insurgencia salvaje, la anarquía es la personificación de cualquier individue con el coraje de volverse salvaje contra la subordinación domesticadora.
Pero el salvajismo vegano es más que un veganismo violento: es la celebración de la vida contra las leyes de la moralidad, la civilización, el control y la dominación. Es la negativa a interiorizar la visión capitalista-industrial de otres como meros objetos para explotar, consumir o esclavizar. Esto permite que les individues se definan a sí mismes como sus propios seres autónomos, armados con la agencia para atacar a aquelles que intentan subyugarlos.
Como anarquista vegano, mi lucha por la libertad es paralela a las luchas libradas por defender lo salvaje desde los albores de la sociedad industrial y la domesticación civilizada. ¿Qué salvajes debemos ser?: ¡Luchar por la libertad con cada respiro, reclamando nuestras vidas a través de cada acto de violencia contra las máquinas de control social y dominación!
Mientras que los movimientos de la moralidad continúan ignorando la realidad vital de la necesidad amoral violenta, algunes de nosotres continuamos librando una guerra contra el especismo con nada más que un fuego por la libertad en nuestros corazones.
En solidaridad con lo salvaje, y en defensa del terreno ecológico que llamo mi hogar, mi lucha es feroz e ingobernable.
¡Hacia el veganismo más allá de la moralidad, hacia el colapso industrial y la liberación total!