[Texto] «Veganwashing y la mentira de la unidad vegana», por Chris Hendricks

Dejamos a continuación un texto de Chris Hendricks que hemos traducido desde el blog Collectively Free y que nos parecía importante difundir, ya que contiene reflexiones acerca del veganwashing (el uso del veganismo, previo vaciado de todo su contenido subversivo, como estrategia política o comercial con la que dar una capa de maquillaje «compasivo» o «ético» a Estados o empresas que están violando sistemáticamente derechos humanos y no-humanos) y de su uso por el gobierno israelí a través entre otras cosas del proyecto «Brand Israel», gracias al cual los soldados sionistas pueden bombardear indiscriminadamente población civil palestina con botas de cuero sintético que llevan el certificado «vegano», y organizar «lunes sin carne» y otras iniciativas hipócritas.

Debido a que, por desgracia, varios grupos y personajes ligados a este lavado de cara, como por ejemplo la organización Anonymous for the Voiceless (de la que podéis leer otra crítica en este mismo blog haciendo click aquí), o como el señor Gary Yourofsky (al que también tratamos de desenmascarar en este blog, click aquí para leerlo) y demás youtubers, influencers e hipócritas similares, han calado también en espacios y compañeres que se supone que entienden la lucha por la liberación animal como una parte más de una lucha mayor contra la dominación pero que no han sabido o querido detenerse a analizar cuáles son sus referentes, nos parece fundamental continuar exponiendo estas cosas. Ojalá no tener que hacerlo y poder destinar de una vez las fuerzas a otros frentes más urgentes, pero qué le vamos a hacer.

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El “veganwashing” se refiere a una forma de “blanqueo” pensada para alentar una asociación positiva de un sujeto con el veganismo o los derechos animales. Ocurre, por ejemplo, cuando una empresa introduce alternativas de origen vegetal a su línea de productos no aptos para veganes para elevar su imagen entre consumidores compasives y competir por una parte de ese mercado sin reducir realmente su contribución al sufrimiento animal.

La estrategia del veganwashing ha sido usada así mismo para propósitos políticos en años recientes, más notablemente en el avance del proyecto sionista en la histórica Palestina, donde los derechos de los animales han sido cooptados por partidarios del colonialismo con el fin de abrillantar el trato brutal de la población indígena palestina. El apoyo internacional a la ocupación y apartheid israelíes, respaldados por EE.UU., necesario para preservar la demografía impuesta artificialmente que hace posible la existencia de Israel como un Estado supremacista judío – ha estado disminuyendo en años recientes debido en gran medida al éxito del movimiento de base BDS (Boicot, Desinversiones, Sanciones). En respuesta, el gobierno israelí y las organizaciones pro-sionistas han invertido en programas pensados para promover lo que llaman “Brand Israel” (Marca Israel), pintando a la sociedad israelí con una luz favorable, libre de controversia, mientras se suprime la cobertura de las violaciones diarias de derechos humanos. Desde tours promocionales como Vegan Birthright, que ofrece viajes con todos los gastos pagados para animar a la juventud judía a asentarse en Palestina, hasta activistas por los derechos de los animales que se asocian con el gobierno israelí para promover Lunes sin Carne en el Knesset, la estrategia del veganwashing ha contribuído enormemente a este esfuerzo, resultando en montones de comentarios sin sustancia a través de todos los medios internacionales, promocionando Israel como una utopía vegana e ilustrada (cabe señalar que muches judíes en todo el mundo apoyan la lucha palestina por la autodeterminación y la justicia y se encuentran entre los críticos más feroces del sionismo moderno).

Probablemente, el ejemplo más ampliamente difundido de veganwashing israelí es la iniciativa de Anonymous for Animal Rights en 2015 (la organización por los derechos de los animales más grande de Israel) para cambiar la etiqueta de las Fuerzas Armadas israelíes, que ahora proporciona opciones de comidas de origen vegetal y botas sin cuero, haciendo más fácil la vida para soldados “veganos” encargados de robarle a les habitantes locales sus tierras y sus medios de vida. Pero no hay un esfuerzo por parte de los grupos veganos israelíes de abogar en nombre de las víctimas palestinas del ejército israelí, ni tampoco un esfuerzo por construir solidaridad con la comunidad de los derechos animales en la Palestina ocupada, a pesar del hecho de que el sufrimiento animal a manos de palestines en los territorios ocupados (así como en todas las naciones árabes vecinas) palidece en comparación con el de Israel, donde el consumo de animales está en auge. Israel ahora ocupa el primer lugar en el ránking mundial de consumo de animales per cápita (pollos) y el cuarto lugar en el consumo per cápita de productos de origen animal. Así, aunque ese grupo apoye la (anti-interseccional) “Primera Declaración de No-Humanos” que promete la subordinación de les humanes al avance de la liberación animal, está claro que Anonymous for Animal Rights está poniendo al menos a algunes humanes en primer lugar.

En 2016, la campaña internacional despegó con el comienzo de Anonymous for the Voiceless, una extensión del trabajo del admitido sionista y deshonrado liberacionista de animales Gary Yourofsky. En sus manifestaciones de “Cubo de la Verdad”, les voluntaries de AfV en más de 60 países instan a les transeúntes a apuntarse al proyecto Challenge22 de Anonymous for Animal Rights, un desafío de ser “vegano” durante 22 días, recibiendo diariamente e-mails desde Tel Aviv con consejos sobre cómo transitar a un estilo de vida más compasiva. La propaganda es sofisticada y sutil. No hay banderas israelíes ni mensajes antipalestinos, no hay nada sobre Palestina, nada en absoluto. Nada salvo imágenes de colorida comida vegana, rostros felices y las etiquetas israelíes justas como para hacerte saber a quién debes agradecerle el servicio, lo suficiente para formar una asociación entre el Estado de Israel y tu nuevo estilo de vida vegano (por cierto, el nombre de “Desafío 22” proviene de un mito por el cual lleva 21 días romper un mal hábito, cuando por lo general lleva el triple de tiempo).

Mientras Anonymous for the Voiceless afirma haber convencido a alrededor de 125000 personas de que consideren hacerse veganas, la investigación nos dice que – de aquelles que realmente terminan haciendo el cambio – solo alrededor de un 30% seguirán con él a largo plazo. Por supuesto, ayudar aunque sea solo a una persona a dar pasos para reducir el daño es recomendable, pero debería sopesarse contra el daño de adoctrinar al menos a miles, incluyendo miles de liberacionistas de animales, a creer que el imperialismo colonial es de algún modo beneficioso para los derechos de los animales o que los derechos humanos son de alguna manera instrascendentes. Estas ideas destructivas son reforzadas por líderes que buscan abrir una grieta entre les veganes pro-interseccionales, a les que el director de Anonymous for the Voiceless, Paul Bashir, se refiere como “gente tóxica” y “un cáncer” para el movimiento. Cualquiera que se atreva a criticar a otres veganes desde un punto de vista de izquierdas/progresista debe ser “pública y enfáticamente condenade” por la comunidad vegana, según Bashir.

Así, cuando un vegano prominente, como el youtuber Jean-Philippe Cyr, un hombre blanco de Quebec que se vende a sí mismo como “El Chef Budista” da cobertura a personas que violan derechos humanos, como hizo al aceptar una invitación de la organización turística sionista sin ánimo de lucro, Vibe Israel (junto con otres veganes influyentes), se espera que les activistas le den un pase, o al menos hagan sus objeciones en privado. Pero incluso las objeciones públicas son fáciles de ignorar, al igual que Cyr ignoró las numerosas peticiones de sus fans para que tuviese en cuenta la difícil situación de les palestines, decidiendo, en cambio, capitalizar su opresión. También rechazó una invitación de la Palestinian Animal League, añadiendo más insultos.

No dudo de que virtualmente todes les activistas por los derechos de los animales tienen las mejores intenciones en su corazón, y estoy de acuerdo en que los dimes y diretes pueden a veces ser absurdos y contraproducentes (como por ejemplo, quejarte de que tus comentarios y tácticas racistas y sexistas estén recibiendo críticas), pero los desafíos desalentadores al status quo organizacional de los miembros ordinarios, que insisten en la unidad a costa del pensamiento crítico, representan una amenaza real para cualquier grupo de justicia social, haciéndolo vulnerable a la explotación por parte de intereses externos y creando una pendiente resbaladiza hacia el autoritarismo sectario. Si alguna vez vamos a aumentar el apoyo hasta un punto en el que seamos capaces de transformar o abolir las industrias capitalistas opresivas, como la agricultura animal, debemos rechazar los llamados engañosos a la «unidad vegana» y trabajar para restablecer nuestras raíces entre los movimientos sociales de la izquierda.

Olvidaos de organizaciones jerárquicas y monotemáticas lideradas por las «celebridades veganas» que se promocionan a sí mismas. Abogad por la liberación animal en las comunidades de las que ya formáis parte y viceversa. Abogad con vuestres compañeres veganes por la lucha de clases y otros problemas de justicia social y cómo forman parte de una lucha más amplia por la liberación total. Así es como creceremos este movimiento. Una cantidad de grupos dirigidos por sus miembros participan en este trabajo, incluida la Palestinian Animal League (PAL), el Earthlings Liberation Kollective (ELK), la Vegan Feminist Network, la Vegan Voices of Color, y, por supuesto, Collectively Free. Visita la página “Get Active” de CF para más información. Y por favor, revisad la sección “Get Involved” de la campaña BDS para encontrar cómo podéis ayudar.

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