[Texto] Austria – «Cambio Climático – Algunos pensamientos críticos sobre malinterpretaciones comunes en tiempos de destrucción y cambio» (Revolte #43)

El siguiente texto apareció publicado originalmente en el número 43 de la revista anarquista Revolte – Anarchistische Zeitung, de Viena, Austria, correspondiente al mes de julio de 2019. Posteriormente, fue traducido a inglés por Enough is Enough y republicado a su vez en el blog de les compas de 325, a quienes nosotres se lo expropiamos para su traducción a castellano.

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Tabla de Contenidos

Una preocupación de «todos y cada uno»
Capitalismo verde
Pronósticos y la miseria del mundo político
Smart cities

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En las semanas pasadas pudimos experimentar de nuevo temperaturas relativamente altas. Entonces, un récord anual bate el anterior. Investigadores climáticos británicos presentaron recientemente un modelo para calcular la subida de las temperaturas en las metrópolis hasta 2050. Viena es una de las ciudades más afectadas, con una subida de las temperaturas de 7.6 grados Celsius comparado con 1850, el año que más o menos es considerado el comienzo de la Revolución Industrial.

Las consecuencias del calentamiento global son el derretimiento del hielo en el mar y los glaciares, subida del nivel del mar, descongelación de suelos de permafrost (lo que liberará todavía más CO2), aumento de zonas de sequía y desertificación, aumento de climas extremos, extinción de especies, etc.

Además, habrá agravantes sociales, políticos y económicos a mayores. Como hambrunas y cortes de agua, muertes y enfermedades causadas por el enorme calor y las epidemias, guerras por los recursos menguantes y los territorios usables y un movimiento migratorio global. Por solo mencionar unos pocos.

Por resaltar solo un aspecto aquí: Si recordamos cómo la clase política y los políticos europeos reaccionaron a la llamada «crisis de les refugiades» en 2015. Cuando vemos cómo las fronteras fueron militarizadas, planes de acción fueron desarrollados y los poderes de los ejércitos y cuerpos policiales fueron expandidos, por no mencionar la agitación de los mass-media y el racismo, el nacionalismo y el pánico generalizados fueron fomentados por políticos, medios y otros fabricantes de opinión. Y esto cuando se trataba de un número más o menos calculable de personas, en relación a lo que pasará si más y más partes de la Tierra se vuelven inhabitables. Dependiendo de lo rápida y drásticamente que tengan lugar estos desarrollos, ¡estamos hablando del mayor movimiento migratorio en la historia de la humanidad!

Les fascistas y conservadores ya han hablado de migración masiva en 2015/2016 con el fin de propagar su política de aislamiento. Conceptos tales como el de «gran intercambio» han surgido desde entonces y varios escenarios de terror han sido fantaseados para alcanzar una movilización racista y nacionalista. Por lo tanto, no es predecible qué reacciones desencadenaría un movimiento migratorio de varios cientos de millones de personas.

Una preocupación de «todes y cada une»

¡El «Punto de No Retorno» ha sido cruzado! El cambio climático es una realidad, los cambios ya están ocurriendo, pueden sentirse. Y estos desarrollos no pueden pararse por la separación individual de basura, el ahorro energético, el veganismo, etc. Muchas apelaciones están dirigidas al comportamiento de les consumidores. Por tanto, el problema se convierte en un problema individual de cada une de nosotres. Tú puedes hacer algo por ti misme, «10 cosas que puedes hacer para frenar el cambio climático».

Se supone que deben decirnos: Les humanes estamos todes en el mismo barco. Todes somos responsables de ésto. Así que cambia tu estilo de vida… ¡Arrepiéntete y conviértete en una mejor persona!

Esto iguala la responsabilidad de los sectores de los negocios, la industria y la política con la responsabilidad de cada une de nosotres. Toda cuestión de clase y propiedad es así eliminada. Pero, ¿somos todes realmente responsables hasta el mismo punto que aquelles que ganan dinero activamente con el hecho de que todo nuestro mundo se esté yendo por el desagüe? ¡Yo creo que no!

Pero por supuesto, aquí también cuenta el privilegio de aquelles que tienen suficiente dinero como para vivir una vida climate-friendly. Así que, una vez más, la riqueza puede ser usada para comprarse un vestido blanco o verde. Y aquelles que no pueden permitírselo son les gilipollas que destruyen nuestro medio ambiente porque no tienen el dinero para pagar por este estilo de vida verde.

Practicamos un comportamiento sustitutivo que sirve solo para poner en nuestras manos justificaciones morales para nuestra existencia, para así convencernos de que estamos «haciendo lo correcto». Las propuestas erróneas están en auge de nuevo. ¡Porque están al acecho en cada esquina! Para que no preguntemos las cosas equivocadas y, quizá, acabemos también en la senda equivocada. Ignorar la industria y separar la cuestión del cambio climático de la cuestión del capitalismo, la explotación y la autoridad es el corazón de este problema. Así que una gran parte de estos argumentos se reduce a la demanda para un capitalismo verde/ecológico, ¡mejor flanqueado por prohibiciones, leyes y ciertas regulaciones para nuestras vidas!

Capitalismo verde

Para la mayoría de críticas de la explotación de la Tierra y el malgasto de recursos, no se trata de cuestionar el sistema capitalista. Aunque al examinarlo más de cerca, debería quedar claro que desde la industrialización, la cual dio al sistema capitalista un impulso vital en los siglos XVIII y XIX, ha habido un constante incremento en el uso y explotación de materias primas.

Si queremos hacer algo contra la explotación de la tierra, debemos atacar los modos capitalistas de producción, la dictadura de los mercados, el trabajo, el Estado que protege y legaliza esta explotación, el sistema político y la tecnologización.

El problema es que a veces estamos muy a solas con esta opinión. La mayoría de la gente se ha dado cuenta de que algo está sucediendo, de que el mundo se va a desarrollar en una dirección peligrosa. Por eso es por lo que mucha gente está tomando las calles para convencer a las empresas y a los políticos de que es hora de una «transición energética», pero no de un cambio fundamental en las condiciones sociales y  la economía. Por supuesto, sería genial si hubiese menos racismo y menos sexismo y si hubiese condiciones laborales más justas, pero básicamente todo debería seguir siendo, en gran medida, lo mismo: nuestros conforts, nuestro consumo, nuestros gadgets tecnológicos que se supone que simplifican nuestras vidas pero que nos hacen más y más dependientes y al final nos controlan y reeducan, el espectáculo de la política, y así sucesivamente. Así es como el capitalismo verde está siendo propagado. Porque, como ya han dicho tantas de las llamadas protestas de los «Viernes por el Futuro», pero también otres que abogan por medidas contra el cambio climático: ¡la lucha contra el cambio climático no es una lucha contra el capitalismo!

Sin abordar la miseria capitalista, la lucha contra la explotación de la tierra y en este contexto la llamada «lucha contra el cambio climático» no tienen sentido. Más bien, sigue siendo una súplica reformista a los políticos, ignorando las causas del calentamiento global y la destrucción de nuestros hábitats a favor de conservar las condiciones prevalecientes de explotación y beneficio, con el fin de acercarlas más a los estándares ecológicos. ¡Lo cual es un absurdo absoluto!

Pronósticos y la miseria del mundo político

Entonces, yo me pregunto si hay alguna posibilidad de reducir los cambios climáticos hasta un nivel tolerable dentro del capitalismo. Y otra pregunta es_ ¿Cuál sería este nivel tolerable?

Si echamos un vistazo más de cerca a los hechos a los que hemos podido acceder hasta ahora, queda claro rápidamente que este es el problema más complejo que la humanidad ha afrontado jamás. Innumerables factores que necesitan ser tenidos en cuenta y que se influencian entre sí y a menudo en la dirección opuesta.

Las opiniones difieren considerablemente sobre lo que vamos a afrontar en el año 2100, ¡o si esos desarrollos ocurrirán mucho antes! Por un lado, está el calentamiento de 1.5 grados Celsius, lo que nos salvaría de serias consecuencias por el momento. Esta figura es central a las demandas de muches activistas por el clima. Esto significaría que las emisiones de CO2 tendrían que reducirse en un 45% en los próximos 10 años, con el objetivo de reducirlas a cero en 2050. ¡Las emisiones de CO2 tendrían que ser reducidas al 100% en los próximos 30 años!

En vista del hecho de que esta meta finalmente no puede ser alcanzada, muches esperan un aumento de las temperaturas mucho mayor en las décadas venideras. Están hablando de 2 grados, 4 grados, 6 grados, 8 grados. Donde 8 grados significaría la destrucción de grandes partes de la Tierra y de la mayoría de la raza humana. Y ya que muy poco ha sucedido en los últimos 40 años, dado el hecho de que el cambio climático se conoce desde finales de la década de los 70 (los primeros resultados de una investigación apuntando hacia él datan del Siglo XIX, pero desde 1979 los políticos y la industria han sido confrontades con los hechos), es cuestionable si habrá una «vuelta atrás» en las próximas décadas y si la industria abandonará voluntariamente el uso de combustibles fósiles.

Además, considero que el objetivo de exigir un cambio ecológico, por supuesto, de los políticos y la industria, es una empresa peligrosa. No solo porque no creo que les especuladores de este sistema sean persuadides de hacer algo que no sea de su interés, sino también por cómo podría ser una implementación política en forma de leyes y coerción.

Smart Cities

Otro aspecto que me gustaría abordar aquí es la instrumentalización del cambio climático desde varios desarrollos tecnológicos. Uno de los conceptos es el de la llamada SmartCity (ciudad inteligente) y los distritos de la ciudad.

En cooperación con otros, el Ayuntamiento de Viena publicó recientemente un panfleto: «Smart Simpel: Nuestro camino hacia el futuro explicado de forma simple». En este papel, el Alcalde Ludwig explica: «El cambio climático es probablemente la cuestión más urgente aquí. Si queremos que nuestres niñes crezcan confortablemente en Viena tenemos que lidiar con nuestros recursos de manera mucho más responsable de lo que creíamos hace unos pocos años. Pero también el desarrollo económico, las nuevas tecnologías como la digitalización o el vivir juntes en la ciudad, estas son todas cuestiones que se entrelazan y constantemente requieren de nuevas soluciones. Así que el lema es: ¡Sé smart!»

Así que tenemos que «ser smart» para sobrevivir al cambio climático. Entre otras cosas, el panfleto habla sobre bicicletas eléctricas, car sharing de coches eléctricos, creatividad en espacios públicos y producción energética alternativa. Pero lo que no se menciona es el control, la recolección de datos y la monitorización. No dice que todo nuestro entorno será equipado con «dispositivos inteligentes2. Porque esta es una parte importante de la Smart City, que será puesta en red digital, y así más fácilmente monitorizada y vigilada por las clases dominantes, el sistema político, la economía, las empresas energéticas, etc.

En este punto, encuentro interesante que Mr. Ludwig se está rasgando su cara de mierda como protector climático, mientras su ayuntamiento ha aprobado la construcción de la autopista Lobau. Un megaproyecto que planea construir un túnel de carretera bajo la reserva natural de Lobau, y así crear una conexión de tráfico para el tráfico de tránsito y al mismo tiempo abrir nuevos territorios para propósitos económicos. ¡Menuda jodida burla!

Creemos que en el futuro nos encontraremos con muchos más proyectos que serán implementados en nombre del clima pero que solo son buenos para una única cosa: ¡Poder gobernarnos con más eficacia!

Qué aspecto tendrá el futuro. No queremos especular sobre cómo el cambio climático nos afectará finalmente a todes, pero las predicciones y cálculos disponibles para nosotres no sugieren nada bueno. En cualquier caso, tenemos que adaptarnos no solo a otras condiciones climáticas, ¡sino también a otras condiciones sociales, pollíticas y económicas!

Para resistir a la destrucción de la Tierra, el equilibrio de poder debería ser cambiado fundamentalmente y respectivamente eliminado. Las protestas actuales tendrían que elevarse a un nivel de confrontación completamente diferente. La economía tendría que ser dolorosamente ralentizada con muchos más ataques directos y sabotajes con el fin de alcanzar ciertos objetivos parciales. Les gobernantes siempre buscarán el diálogo con quienes protestan contra elles. Ofrece a algunos testaferros un escenario para dar voz a sus preocupaciones. Pero siempre y cuando todo proceda pacíficamente y se hagan demandas modestas. Pero esto no cambiará nada fundamental. ¡La regla no puede ablandarse con finas palabras!

¡Por la destrucción de la industria, el trabajo y la explotación! ¡Por el sabotaje y el ataque directo!

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