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El pasado 22 de febrero, tal y como estaba programado, se realizó en la ciudad francesa de Nantes una masiva manifestación contra las obras del aeropuerto que diferentes entidades constructoras pretenden llevar a cabo en la zona de Notre Dame des Landes, un área de incalculable valor ecológico y protegida de no ser porque, como siempre, el dinero puede comprarlo todo.
La convocatoria reunió en la ciudad a más de 60.000 personas, de todas las tendencias y edades, demostrándose así el descontento mayoritario presente en la población de la zona que rechaza categóricamente este enésimo ecocidio en nombre de la economía capitalista y sus intereses. Distintas iniciativas formaban el grueso manifestante; desde una manifestación de tractores hasta personas disfrazadas de payaso y centradas en estrategias de desobediencia civil pacífica junto a otros grupos dedicados a la performance en la misma línea, pasando por otros de corte más insurrecto que no dudaron en cortar con barricadas en llamas las principales calles y destrozar con justa rabia los negocios y símbolos de las mismas empresas y entidades que participan en la consolidación de ese mega-aeropuerto, léase constructores, inversores, etc, además de atacar a la policía en unos fuertes disturbios, donde mientras miles de manifestantes rompían el pavimento para suplir a lxs rebeldes de piedras que poder arrojar y bloqueaban los accesos a la policía con barricadas, los maderos contra-atacaban con gases lacrimógenos, cargas y furgones hidrantes (furgones blindados con cañón de agua a presión).
La policía, por su parte, también bloqueó con vallas metálicas y paneles las calles aledañas a los objetivos más susceptibles de ser atacados por lxs manifestantes.
Sin embargo, todos los esfuerzos policiales no fueron suficientes y no pudieron evitar que por ejemplo, se redecorase la fachada del tribunal administrativo de Nantes:
Del mismo modo, y como ya comenté, símbolos y estructuras del capital y el Estado protector de las mismas empresas asesinas que pretenden crear nuevas fortunas destruyendo Nantes, recibieron un poco de su propia medicina y fueron destruídos o dañados. Por ejemplo, unas oficinas de la multinacional constructora Vinci (la cual está detrás de megaproyectos como el TAV o el megaeropuerto, entre otros) terminaron así:
Una tienda de la empresa SNCF (empresa nacional francesa de ferrocarriles, algo así como la RENFE-ADIF en el Estado español, y culpable de las obras del TAV en Francia con la línea Lyon-Turín), por su parte, lucía así tras la cordial visita de unxs cuantxs manifestantes que decidieron mostrar su solidaridad con la lucha contra el TAV:
Otra muestra de solidaridad con la lucha NO-TAV es esta pancarta colgada en una de las calles de la ciudad y que contiene un lema en solidaridad con Chiara, Niccoló, Claudio y Mattia, lxs compañerxs anarquistas detenidxs en Turín y Milán a principios de diciembre de 2013 y encarceladxs bajo acusaciones de estar tras los sabotajes a unas obras del Tren de Alta Velocidad en la región de Clarea, Val di Susa:
Otros objetivos atacados se muestran a continuación:
Además, más allá de lo que algunas personas me comentaron con respecto a lo contradictorio de apoyar una lucha antidesarrollista mientras trabajas para la NASA (no les falta razón, pero bueno…), fotos como esta son prueba de la «altura» que han alcanzado las simpatías con las protestas de Nantes y la lucha contra el aeropuerto:
No obstante, mi objetivo no es centrarme en lo espectacular de las revueltas y las acciones descentralizadas de sabotaje que se dieron tanto durante el recorrido de la manifestación como antes y después del mismo. Cabe decir que yo no estuve en la mani, pues aunque tenía ganas de ir y llevaba un mes y pico ahorrando, finalmente ni el tiempo ni la pasta me lo permitieron. Una pena…
Nuevamente, los medios burgueses, tanto de Francia como internacionales, se llenaron la boca parloteando sandeces en su engañoso lenguaje, diciendo que lxs manifestantes «pacíficxs» (pobrecitxs ellxs) se «vieron afectadxs» por culpa de «unxs pocxs radicales» que rompieron tiendas, oficinas, bancos y comisarías, lanzaron piedras a la policía y prendieron fuego a maquinaria de obra y mobiliario. No obstante, ni esa mayoría no-violenta está tan molesta con lxs revoltosxs, ni esxs revoltosxs eran tan pocxs, según las informaciones escasas pero esclarecedoras que me han llegado vía e-mail y lo que se puede comprobar a poco que se profundice en la búsqueda de información fuera de los circuítos de los principales medios de comunicación. La cuestión es que todos estos actos, los pacíficos y los «violentos», evidencian que igual que pasa en Italia con la lucha contra el Tren de Alta Velocidad o contra el MUOS, en Girona con la lucha contra la línea de Muy Alta Tensión o en Grecia con la defensa de los bosques de Skouris y más concretamente de Halkidiki (o Calcídica) contra la atroz minería salvaje a cielo abierto, la ZAD (Zona A Defender, nombre que recibe el perímetro donde se pretende instalar el aeropuerto y que permanece tomado por activistas en varios puestos y acampadas de resistencia) forma parte de una lucha mucho más amplia en la que se enmarca y que grita alto y claro que basta ya, que no queremos un mundo que se sostenga sobre la depredación descontrolada de los recursos naturales y la destrucción de toda posibilidad de vida más allá de la superpoblación urbana, condenadxs a aceptar una existencia de explotación con las relaciones humanas atrofiadas e intervenidas por la tecnología y el consumo, adictxs a una alimentación artificial, precaria e insalubre a base de alimentos repletos de conservantes y productos químicos cancerígenos, y rodeadxs de toxinas industriales en forma de humo de motor, radiación, campos electromagnéticos, problemas en la capa de ozono, extinción de la biodiversidad, ruído, contaminación lumínica, stress, insecticidas y pesticidas rociados sobre nuestra comida, fracturas en la tierra amenazando con provocar terremotos y envenenando de manera irreversible los acuíferos o la espada de Dámocles de la energía nuclear amenazando en todo momento con hacer saltar por los aires el mismísimo futuro del planeta. El rodillo del progreso avanza arrollando y despedazando todo a su paso, formas de vida, montañas, bosques, valles, ríos y mares. Pararlo no sólo es posible, también es necesario, o pronto no quedará nada por lo que merezca la pena luchar…
A lxs hipócritas que chillan despavoridxs por ver rotos unos cuantos escaparates, recordarles lo siguiente: Violencia es cada pequeña vida que destruís sin contemplaciones. Violencia es un futuro sin árboles.
Desde Francia hasta Girona, desde Grecia hasta Italia, y más allá, la Tierra es de todxs y no es de nadie.
Dejo a continuación y para terminar este vídeo, que una compañera, amiga y «corresponsal» en tierras galas me envió (un saludo pequeña Wuornos):
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